Prisila Layana
(UNGS)
Las transformaciones sociales que caracterizan el periodo victoriano, se dieron antes de que Victoria accediera al trono en 1837. En este momento, la Revolución Industrial ya era una certeza, y con ella, los cambios tanto tecnológicos como sociológicos producidos, fundamentalmente, en Londres1. En referencia a los cambios sociológicos, T.S. Ashton afirma en su Breviario sobre la Revolución Industrial (1950), que no solo hubo un traslado de los hombres y las mujeres de campo hacia las ciudades, sino que también “el trabajo se fue especializando” y en simultáneo, se explotaron nuevas fuentes de materias primas; produciendo nuevos mercados y nuevos métodos de comercio. Por otra parte, el auge del capitalismo dio lugar a que el papel moneda tuviera una base en oro, surgiendo así, un nuevo sistema cambiario2. Sin embargo, aunque podemos considerar que la Revolución Industrial fue un éxito a nivel tecnológico, a nivel social, fue “una tragedia aumentada por la depresión agrícola, que después de 1815 redujo al pobre rural a la miseria más desmoralizadora” como afirma Hobsbawm en La era de la revolución (2011)3.
Estas transformaciones en la sociedad obrera y en la organización del capital, provocó la necesidad de reorganizar las ciudades que se constituyeron como nuevos centros económicos. Es por esto que en 1832 se promulgó la Ley de Reforma. Esta Ley permitió no solo modificar la disposición de las ciudades, sino también regular y organizar a los ciudadanos. Uno de los puntos principales de la Ley de Reforma fue el otorgamiento y la extensión del derecho al sufragio a los hombres de las clases medias que se estaban configurando; además, se otorgaron bancas en la Cámara de los Comunes a las grandes ciudades surgidas a partir de la Revolución Industrial.
Hijo de un oficinista que vivió endeudado (y que fue encarcelado por ello) y de una madre de clase media, Charles Dickens (1812-1870) se vio obligado a trabajar desde los 12 años, lo que le impuso llevar adelante una formación de tipo autodidacta. En 1829 empezó a redactar crónicas de tribunales, luego pasó a ser periodista parlamentario y luego, bajo el pseudónimo “Boz” publicó una serie de artículos de tipo costumbristas. Ya en el año 1842 viajó a Estados Unidos, y a su vuelta publicó Canción de Navidad (1843)4, acaso la novela más conocida y leída del autor. Esta novela corta resulta determinante porque el género nos permite registrar de manera condensada las cuestiones sociales de la época; esto es posible porque en términos de Azuela Bernal “para delimitar la definición del género habría que partir [...] de la observación de que [...] las narrativas breves han revelado una aspiración al agrupamiento”5.
Así, teniendo en vista estas cuestiones, en esta nota nos proponemos indagar acerca de las relaciones entre los fantasmas de Canción de Navidad y los procesos sociales originados por la Revolución Industrial y la Ley de Reforma, teniendo como supuesto que los fantasmas representan la conciencia burguesa que llevarían a Scrooge (o a la sociedad) hacia una reforma.
Para llevar a cabo este propósito, dividiremos este trabajo en tres apartados en función de tres ejes temporales: en el primero, consideraremos el pasado -tanto ficticio (de Scrooge como niño) como real (anterior a la Industrialización)- como momentos de inocencia por parte de Scrooge frente a la actitud capitalista. En el segundo eje, tendremos en cuenta el presente como un momento solitario, construido desde la segregación y la pérdida de los valores, poniendo en primer lugar a las grandes ciudades y la capacidad de producir capital. Y finalmente, como tercer eje pensaremos en el futuro de Scrooge como una especie de profecía del futuro de la sociedad burguesa, que debe verse negado para ser capaz de reconocerse a sí mismo como parte de la sociedad, y a su vez, reconocer a los otros que han sido velados y ocultos.
El pasado
En este primer apartado, tomamos como punto de inicio el encuentro entre Scrooge y el primer fantasma, el “Fantasma de la Navidad del pasado”. Este espectro hace su aparición luego de que Scrooge fuera advertido por su antiguo socio, Jacob Marley, quien había muerto hacía siete años.
La aparición del fantasma del socio no solo notifica a Ebenezer Scrooge de que en las noches siguientes se va a encontrar con diferentes espectros, sino que también advierte al viejo que debe aprovechar la oportunidad de los encuentros para redimirse y reconstruirse como un hombre amable y generoso; es decir, un hombre completamente “reformado”.
Este primer espectro que aparece, le muestra a Scrooge su propia infancia, pensándola como un momento de pura ingenuidad frente a la avaricia propia del capitalismo que se estaba constituyendo. Esto es, una sociedad en la que:
… el típico cultivador era un comerciante de tipo medio, granjero-arrendatario que operaba con trabajo alquilado [sin embargo, con el desarrollo de la industrialización (entre 1760 y 1830 aproximadamente)] lo que surgió no fue una agricultura campesina, sino una especie de empresarios agrarios [...] y un proletariado agrario6.
De esta manera, el acceso a un patrimonio mucho más amplio en conjunto con el capitalismo que se estaba constituyendo, dio lugar a que los nuevos empresarios agrarios se manifestaran como “más duros y codiciosos, y, por tanto, más explotados sus obreros”7.
Entonces, teniendo como punto de partida la discusión social pre-victoriana, Williams afirma que Dickens muestra la paradoja de la vida londinense, esto es que coexisten la variación junto con la aparente aleatoriedad; es decir que las realidad individuales eran variables, pero esa variabilidad se la consideraba como aleatoria, dado que no tiene en cuenta los privilegios que podría llegar a tener cierto grupo social8. De igual manera -si pensamos en la cuestión paradójica- pero en relación con los personajes de Cuentos de Navidad, según Eagleton, es posible reconocer en la nouvelle la dualidad de la vida urbana inglesa en la que, por un lado, se subraya la dependencia de unos con otros, y por otro lado, se reconocen las vidas individuales arrojadas a los encuentros azarosos9. De esta manera no existe ninguna razón (más que la creativa y narrativa) para que Bob Cratchit sea el empleado de Scrooge, sin embargo, ambos dependen uno del otro en la relación empleado-empleador. Además, podemos considerar que el primer espectro que se le aparece al viejo Scrooge está, efectivamente, doblemente caracterizado y representado a través de la figuración dual: en el caso de la naturaleza podemos encontrar la pureza del infante mientras que sociedad, la podemos pensar como la brutalidad ejercida sobre la niñez (o las infancias)10.
En función de la brutalidad ejercida sobre los niños, la industria minera fue la industria con mayor número de niños como trabajadores. Según el segundo informe sobre trabajo infantil de 1842, en Yorkshire por ejemplo, había 1120 niños menores de trece años (de los cuales 154 eran niñas) y 1527 niños menores de dieciocho años (de los cuales 1527 eran niñas); al respecto, Jane Humphries afirma en su artículo Childhood and child labour in the British industrial revolution que el trabajo infantil era una cuestión endémica a principios de la economía industrial que estaba ampliamente repartida geográficamente11. Por lo tanto, tal como afirma Williams, Dickens experimentó las imágenes generales de la ciudad como un nuevo tipo de orden social12 y por ello es capaz de ver y reconocer a esos sujetos cuya realidad era ignorada (los niños pobres). En consecuencia, podemos considerar como centro de su visión tanto social como personal, la necesidad de una toma de conciencia de este hecho que dio lugar, sobre todo, a la invisibilización de la infancia. En este sentido, proponemos que el principio rector de la novela es la infancia pensada como un otro inaccesible para el adulto, y es, precisamente, esta función de principio rector, lo que produce que ese otro comience a ser reconocido.
Ahora bien, habiendo realizado este recorrido social, podemos referir a que en la nouvelle, la concepción del pasado también resulta dual, ya que encontramos por un lado un pasado en la ficción (que va desde la niñez hasta la juventud de Scrooge) y un pasado verdadero o real (pensado como un momento en el que no se reconocen las consecuencias de la industrialización y el capitalismo). consideramos, entonces, que con la aparición de este primer fantasma, Ebenezer Scrooge (y podríamos afirmar que los lectores de la época) “descubren” tanto la figura del niño como la existencia de los barrios humildes13; pero al mismo tiempo, la novela no deja de ocupar su función moral en la que “Dickens exhorta al lector a no relegar al olvido los recuerdos dolorosos (...) ni borrarlos (...), sino solo dejarlos a un lado, reconocer los positivos y disfrutar de ellos”14.
Por lo tanto, como consecuencia de la omisión de las infancias pobres y de la constitución de una nueva moral construida en base a la configuración de ciudades como centros económicos, Canción de Navidad puede ser considerada como una alegoría de la sociedad; esto es, según Todorov que implica, por un lado, la existencia de al menos dos sentidos para las mismas palabras y que, por otro lado, ese doble sentido se encuentra de manera explícita en la obra, es por ello que no depende de la interpretación de los lectores15.
Presente
En este segundo apartado, podemos encontrar que Scrooge ya había comenzado con su proceso de arrepentimiento respecto de su forma de vivir y de ver a los otros, partiendo de reconocerse a sí mismo como un otro.
Con la aparición del segundo espíritu, Scrooge comienza a comprender que el tiempo de trabajo no es equivalente al tiempo de vida. Es por ello que entendemos que Dickens continúa con la alegoría de la sociedad, dado que en el momento histórico al que nos estamos refiriendo, “en términos de productividad económica, [la] transformación social fue un éxito inmenso [mientras que] en términos de sufrimiento humano, una tragedia”16. De esta manera, la nouvelle presentará dos Navidades con distintas características, dependiendo de la clase social a la que se esté refiriendo; sin embargo, ambos festejos tienen algo en común, y es que representan la definición de “espíritu navideño” que realiza Dickens: como “«el espíritu útil, perseverante, que, alegre, se desentiende de las obligaciones, que es amable y paciente»”17.
En cuanto a la primera representación de la Navidad, se trata de la celebración del sobrino de Scrooge, cuya figura está rodeada por su pareja y por sus amigos. En esta representación, todos se muestran muy felices y disfrutando de la ocasión, dentro de un ambiente cálido y con una cena abundante. En cuanto a la segunda representación, tenemos la Navidad de la familia Cratchit, quienes llevan consigo el “espíritu navideño” tal como lo define Dickens, dado que llevan consigo el espíritu navideño en la esperanza y el agradecimiento de los bienes que poseen (que muchos de ellos no son siquiera materiales). Otro ejemplo del espíritu navideño que posee la familia Cratchit lo encontramos en los dos hombres que vigilaban el faro. Ellos prendieron una lumbre que proyectaba un rayo de claridad sobre el espantoso mar [...] y se desearon mutuamente Feliz Navidad con sus jarras de ponche18.
De esta manera, el sobrino de Scrooge disfruta una Navidad acorde a su posición social, en una “estancia seca, luminosa y resplandeciente”19, sin embargo cuando Scrooge logra escuchar la conversación que estaban teniendo oye que se estaban riendo a expensas de su tío y de cómo su fortuna iba a pasar a ser de ellos. En síntesis, recuperar las formas de vivir la Navidad de las dos familias, nos permite considerar, además, la problemática de la distribución de la riqueza en la que mientras la clase media acumulaba, había una población hambrienta en contrapartida20, en la que, además, la cena de los Cratchit representan la fuerte tradición cristiana de Dickens21.
Entonces, al mismo tiempo que comienza el arrepentimiento o la redención del viejo Scrooge, comienza a construirse la consciencia de que hay futuros (y presentes) que dependen de sus decisiones y de las decisiones de personas con los mismos recursos y formas de vida que él. Como efecto de este proceso dual (de arrepentimiento por un lado, y de reconocimiento, por otro lado), Scrooge pareciera no poder comprender cómo ni por qué esas familias con recursos tan escasos podían mostrarse felices y agradecidos de servir en sus mesas algo tan simple como una cena caliente; sin embargo, descubre que a esas familias la felicidad les llega por efecto del fantasma quien, ante la pregunta de Scrooge sobre qué sabor tenía aquello que rociaba sobre la comida de los más pobres, el fantasma respondió que el suyo. Ante esta respuesta, Scrooge preguntó si lo iba a rociar sobre todas las cenas, a lo que el fantasma respondió que lo haría sobre aquellas cenas que se sirvan con cariño, sobre todo en las más humildes porque son las que lo necesitan más22.
Una vez que el viejo Scrooge logró ver el panorama completo que le ofreció el espectro de “las Navidades presentes”, Scrooge empieza a notar que el presente que construyó para sí mismo está rodeado de soledad. En este momento, el fantasma le presenta a Scrooge dos niños “andrajosos, abyectos, espantosos, repulsivos y miserables” que se postraron a sus pies y colgaron de su ropaje y horrorizado, Scrooge le preguntó si eran de él, a lo que el espectro respondió:
Son del Hombre[...]. Este niño es la Ignorancia. Esta niña es la Carencia. Guárdate de ambos, y de todos sus semejantes, pero guárdate ante todo de este niño, pues en su frente veo escrita la Fatalidad, a menos que alguien la borre. ¡Niégalo! —gritó el Espíritu tendiendo una mano hacia la ciudad—. ¡Difama a quienes lo afirmen! ¡Admítelo para tus inicuos propósitos y empeóralo todo aún más! ¡Y aguarda el final!23
Y con esta última advertencia del espectro, Scrooge rememoró el consejo que le había dado su amigo Marley y se quedó contemplando tanto su pasado como su futuro.
De esta manera, la reforma de Scrooge (y el reformismo en Dickens) se basa en que las vidas pueden ser alteradas fundamentalmente por cambios en el entorno cultural y económico24. Así, con la aparición de este segundo espectro, Scrooge comienza a ser consciente de la responsabilidad que tiene sobre su propia vida y sobre la vida de personas como los Cratchit, por la posición social que ocupa.
Una vez que el fantasma de las Navidades presentes se esfumó, se manifestó ante nuestro protagonista una figura cuya presencia “lo colmaba de funesto pavor”25. Así, a diferencia de lo que sucede con los espíritus anteriores, este provoca el terror en el protagonista, y, a diferencia de lo que sucedía con los espectros que se le habían aparecido antes, y, a diferencia de lo que había sucedido con los espíritus anteriores, ellos no se dirigieron a la ciudad, “sino que más daba la impresión de que la ciudad hubiese brotado a su alrededor y los hubiese circundado por propia voluntad”26.
Es en este momento que Scrooge puede ver claramente que la víctima de la industrialización y del capitalismo no es solo la familia Cratchit, sino que él, en su avaricia y su codicia también es una víctima. Al mismo tiempo, este espectro es el encargado de poner en evidencia el miedo que siente el viejo en relación con su futuro, en el que se le asegura una vida llena de egoísmo y soledad. Este miedo, lo lleva a despertar literalmente dentro de la narración, pero a su vez, parecería implicar un “despertar” social que lo extrae de la indiferencia de la sociedad en la que estaba inserto; de esta manera, entendemos que Scrooge comprende, finalmente, “las fuerzas impersonales del dinero”27. Es, a su vez, la experiencia que le aporta este último espectro, la que llevan a Scrooge hacia la conversión moral y espiritual, en función de lograr una “sociedad más bondadosa y justa”28.
Todavía cabe señalar que el tercer fantasma actuará como un profeta del futuro de Scrooge y (y de los que son como él) están construyendo. Esto es, un futuro en el que estaban condenados a morir en soledad, en el que su muerte representaba un motivo de alegrías para otros y en el que, incluso para sus socios o más cercanos carece de importancia.
En conclusión, es la guía de los espectros la que lleva a que, finalmente, el amargado Scrooge se redima. Así, de la misma forma en la que los fantasmas resultan ser “guías” de la vida cristiana, parecerían representar la consciencia burguesa que reformaría -como a Scrooge- a la sociedad. De esta manera, cada ciudadano que logra ser reformado, lograría a su vez la liberación (de la misma forma en la que Scrooge logra emanciparse de sus actitudes) y ¿qué mejor que lograr esa redención que en la época de Navidad?
Así, A Christmas Carol logró poner de relieve una antigua paradoja sobre las desigualdades entre las clases sociales y los imperativos sociales contenidos en la historia bíblica de la Navidad29.
Fecha de Recepción: 13/06/2021 Fecha de Aceptación: 19/10/2021
1. Williams, R., El campo y la ciudad, trad. Alcira Bixio, Buenos Aires, Paidós, 2001.
2. Ashton, T. S., La Revolución Industrial. Breviario. México D.F. Fondo de Cultura Económica, 1950, p. 9.
3. Hobsbawm, E., La era de la revolución: 1789-1848, trad. Ximénez de Sandoval; Buenos aires, Crítica, 2011, p. 52.
4. Dickens, Ch., Canción de Navidad, trad. Salinas Villar, España, Penguin Clásicos, 2016.
5. Azuela Bernal, M. C., Del Decamerón a las Cent Nouvelles nouvelles. Relaciones y transgresiones en la nouvelle medieval, México, Universidad Autónoma de México, 2006, p. 23.
6. Castel, Robert, Las metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado, trad. Piatigorsky, Buenos Aires, Paidós, 2011, p. 23.
7. Hobsbawm, E, op cit., p. 54.
8. Williams, R, op cit., p. 204.
9. Eagleton, T., “Charles Dickens”, La novela inglesa. Una introducción, Madrid, Akal, 2005, p. 188.
10. Eagleton, T, op cit., p.199.
11. Humphries, J., “Childhood and child labour in the British industrial revolution” en The Economic History Review, N° 2, 2013, p.402.
12. Williams, R., op cit., p. 205.
13. Borges, Jorge Luis & Vázquez, Maria Esther, “El siglo XIX. La prosa”, en Introducción a la literatura inglesa, Madrid, Alianza Editorial, 2000, p. 39.
14. Slater, M., “Introducción”, en Cuentos de Navidad, España, Penguin Clásicos, 2016, p.8.
15. Todorov, Tzvetan, “La poesía y la alegoría”, en Introducción a la literatura fantástica, trad. Delpy, México, Premia, 1981, p. 47.
16. Hobsbawm, E, op cit., p. 52.
17. Slater, M, op cit., p. 15.
18. Dickens, C, op cit., p. 86
19. Ibíd., p. 86.
20. Hobsbawm, E, op cit., p. 50.
21. Davis, P., “Scrooge’s numerous selves and Dicken’s social Gospel” en Bloom’s guides: A Christmas Carol, USA, Infobase Learning Company, p. 65.
22. Dickens, Ch., op cit.. p. 76.
23. Ibíd., p.93.
24. Andrews, M., “Performing character” en Palgrave advances in Charles Dickens studies, Gran Bretaña, Palgrave Macmillan, 2006, p. 78.
25. Dickens, Ch. , op cit., p. 95.
26. Ibíd., p. 96.
27. Williams, R., op. cit., p. 277.
28. Slater, M., op cit., p. 12.
29. Bloom, H., “The Story behind the Story” en Bloom’s guides: A Christmas Carol, USA, Infobase Learning Company, p. 17.