CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Laborda, V. y Dziencielsky, V. (2025). Tensiones en torno a la remuneración del trabajo en las organizaciones de intermediación solidaria. Otra Economía, 18(33), 26-37.

Tensiones en torno a la remuneración del trabajo en las organizaciones de intermediación solidaria

Tensões em torno da remuneração do trabalho nas organizações de intermediação solidária

Tensions over remuneration in solidarity intermediation organizations

Valeria Laborda

vlaborda@untref.edu.ar
Centro de Estudios de la Economía Social,
Universidad Nacional de Tres de Febrero,
Buenos Aires, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2363-6488

Verónica Dziencielsky

vdziencielsky@untref.edu.ar
Centro de Estudios de la Economía Social,
Universidad Nacional de Tres de Febrero,
Buenos Aires, Argentina
ORCID: https://orcid.org/0009-0008-4009-7421

Recibido: 31/03/2025 - Aceptado: 14/05/2025

Resumen: En el ámbito de la Economía Social y Solidaria (ESS) y, de manera particular, en las cooperativas de trabajo surgen constantemente debates en torno a la organización colectiva del trabajo: cómo se distribuye, cuánto tiempo se le dedica, qué tipo de tareas se realizan, cuáles y cómo se pagan, entre otras cuestiones. La singularidad reside en que al tratarse de organizaciones con libertad interna para pensar e institucionalizar estas decisiones, nos encontramos en un terreno muy rico en experiencias, historias y aprendizajes.

Dentro de este universo, acotamos el campo de estudio a las organizaciones de intermediación solidaria (OIS) de alimentos para abordar la tensión entre trabajo remunerado y no remunerado. Nos preguntamos cómo se manifiesta esta tensión, qué significado se le asigna al trabajo que no es remunerado y cómo han hecho estos grupos para gestionar el problema a lo largo del tiempo. Para ello, sostenemos que en el ámbito de la ESS existe una tendencia a remunerar tareas que antes no eran pagadas, pero que aún existe un componente de trabajo voluntario cuya motivación dominante podría ser la orientación política, dotando de un sentido “militante” a aquella práctica.

Palabras clave: Valuación del trabajo, Trabajo cooperativo, Economía social y solidaria

Resumo: No domínio da Economia Social e Solidária (ESS) e, em particular, nas cooperativas de trabalho, surgem constantemente debates em torno da organização colectiva do trabalho: como é distribuído, quanto tempo lhe é dedicado, que tipo de tarefas são realizadas, quais e como são remuneradas, entre outras questões. A singularidade reside no facto de sermos organizações com liberdade interna para pensar e institucionalizar estas decisões, nos encontramos num terreno muito rico em experiências, histórias e aprendizagem.

Dentro deste universo, limitamos o campo de estudo às organizações de intermediação solidária alimentar (OIS) para abordar a tensão entre trabalho remunerado e não remunerado. Perguntamo-nos como se manifesta esta tensão, que significado é atribuído ao trabalho não remunerado e como estes grupos têm gerido o problema ao longo do tempo. Para tal, sustentamos que no domínio da ESS existe uma tendência para remunerar tarefas que antes não eram remuneradas, mas que ainda existe uma componente de trabalho voluntário cuja motivação dominante poderá ser a orientação política, dando um sentido “militante” a essa prática.

Palavras chave: Valorização do trabalho, Trabalho cooperativo, Economia social e solidária

Abstract: In the field of the Social and Solidarity Economy (SSE), and particularly in worker cooperatives, debates constantly arise around the collective organization of work: how it is distributed, how much time is dedicated to it, what types of tasks are performed, which ones and how they are paid, among other issues. The unique feature lies in the fact that, as these organizations have the internal freedom to consider and institutionalize these decisions, we find ourselves in a terrain rich in experiences, stories, and lessons learned.

Within this framework, we narrow the field of study to food solidarity intermediation organizations (SIOs) to address the tension between paid and unpaid work. We question how this tension manifests itself, what meaning is assigned to unpaid work, and how these groups have managed the problem over time. To this end, we argue that within the SSE, there is a tendency to remunerate previously unpaid tasks, but that there is still a component of voluntary work whose dominant motivation may be political, giving the practice a “militant” meaning.

Keywords: Work valuation, Cooperative work, Social and solidarity economy

Introducción

En Argentina desde el año 2000 aproximadamente surgieron y se desarrollaron diversas prácticas económicas alternativas —en tanto a su carácter no lucrativo y autogestionado— que tuvieron como objetivo resolver necesidades de sectores postergados. Lo que se inició como un proceso de emergencia de experiencias innovadoras como las ollas populares, las ferias del trueque o las asambleas barriales o campesinas, acompañado de organización comunitaria y, en algunos casos, de apoyo estatal, se consolidó como un sector económico y político orientado al bien común que puede englobarse bajo el paraguas de la economía social y solidaria (Guerra, 2014).

Las organizaciones que realizan intermediación solidaria (OIS) en el ámbito alimentario son uno de esos actores que surgen en este contexto y que logran un gran despliegue en términos cuantitativos y cualitativos: cada vez se profesionaliza más la gestión, aumentan su tamaño y las de mayor antigüedad se presentan como modelos a seguir frente a sus pares emergentes. En ese camino de crecimiento, una de las tensiones que aparecen al interior de las OIS es la organización, jerarquización y remuneración del trabajo ya que es uno de los factores que motiva la participación en estos espacios. En dicho sentido, este trabajo indaga principalmente sobre los procesos de valuación vinculados al trabajo.

En el caso de los grupos constituidos como cooperativas de trabajo1, una de las motivaciones será la provisión de un ingreso monetario para las personas que conforman la organización.

En este sentido, en las citadas experiencias -al igual que en otras del ámbito de la economía social y solidaria (ESS)- surgen constantemente debates en torno a la organización colectiva del trabajo: cómo se distribuye, cuánto tiempo se le dedica, qué tipo de tareas se realizan, cuáles y cómo se pagan, entre otras cuestiones. Su singularidad reside en que al tratarse de organizaciones con libertad interna para pensar e institucionalizar estas decisiones ofrecen un terreno muy rico en experiencias, historias y aprendizajes2. Frente a este escenario, buscamos abordar la tensión entre trabajo remunerado y no remunerado. Nos preguntamos cómo se manifiesta esta tensión, qué significado se le asigna al trabajo que no es remunerado y cómo han hecho estos grupos para gestionar el problema a lo largo del tiempo.

Según investigaciones preliminares (Srnec, 2018) pudimos observar que, en sus inicios, el rol de la intermediación era criticado y asociado a la especulación lo que generaba una absorción de tareas a través de trabajo sin remuneración. Luego de cierta trayectoria, hubo una revalorización al interior de la ESS y la idea de su remuneración pasó a tener mayor consenso3. En este sentido, sostenemos como hipótesis central que en el ámbito de la ESS existe una tendencia a remunerar tareas que antes no eran pagadas, pero que aún existe un componente de trabajo voluntario cuya motivación dominante podría ser la orientación política, dotando de un sentido “militante” a aquella práctica.

Para abordar esta pregunta nuestra exploración busca dar cuenta de los criterios para la remuneración del trabajo y otras formas de valorización en el mercado de la ESS, entendiendo a este último como un espacio de interacción social que se estructura en torno a roles que los crean o construyen (López y Laborda, 2022).

Para ello, presentamos los avances de nuestra investigación comenzando con un acercamiento al fenómeno empírico, luego presentamos el enfoque teórico y el metodológico y finalmente los resultados. Estos últimos están organizados de la siguiente manera: breve descripción de la muestra, tareas remuneradas, la presencia del trabajo no remunerado, criterios para la distribución del excedente y otras formas de valorar el trabajo aportado.

1. Las organizaciones que realizan intermediación solidaria

Como se definió en trabajos anteriores, la intermediación solidaria se entiende como un tipo de organización democrática y autogestiva que realiza un acto de compra y venta a partir de criterios explícitos de promoción de la economía popular, social y solidaria (Dziencielsky, 2025). Dentro de sus horizontes se encuentra el fortalecimiento de la producción de pequeños productores de la agricultura familiar, campesina e indígena y de cooperativas al mismo tiempo que la promoción de un consumo responsable o transformador. La particularidad que tienen las experiencias autogestivas que realizan intermediación solidaria es que también tienen como parte de sus objetivos la generación de ingresos monetarios para sus integrantes. Este triple objetivo que pretende favorecer a todas las funciones del sector alimentario (producción, intermediación y consumo) no está libre de tensiones y conflictos.

Según un relevamiento propio en construcción se estima que hay, al menos, 140 experiencias que realizan esta actividad4 en Argentina y todas nacen en este siglo dando cuenta de un crecimiento exponencial desde el surgimiento de las primeras iniciativas en el marco de la crisis del 2001. Esta expansión del sector ha sido constante desde los inicios con ciertos períodos específicos de auge alrededor de 2014/2015 en un contexto de crecimiento inflacionario tras la devaluación de enero de 2014 que generó fuertes críticas hacia los mercados concentrados, especialmente de las grandes superficies. Otro período de gran crecimiento fue en 2020/2021 en un contexto de pandemia donde se problematizaron las formas de abastecimiento y consumo de alimentos y donde la estrategia de distribución a domicilio tomó relevancia y fue elegida como forma de colocación de la producción de pequeños productores en reemplazo a las ferias del productor al consumidor (Laborda, 2021; Sendín, 2023). Otro rasgo que señala el crecimiento del sector es la creación de organizaciones de segundo grado surgidas tras diversas experiencias de intercooperación; algunas de ellas explorando en formatos mayoristas como Alta Red y Alimentos Cooperativos.

En términos de avances de investigación con respecto a este referente empírico se encuentra una primera publicación en el 2004 y luego a partir de 2010 comienzan a aparecer más estudios, la mayoría realizados desde el campo disciplinar de la economía social y enfocados en describir las experiencias y dar cuenta de sus prácticas, objetivos y modos de organización (Dziencielsky, 2025). Si bien la forma en que se organiza el trabajo ha sido problematizada en algunos estudios, en menor medida se aborda dicha temática desde la remuneración o generación de ingresos y las tensiones que esto puede generar. En esta línea, Mercedes Caracciolo (2019) señala que las remuneraciones en estas organizaciones suelen ser bajas y que el trabajo se sostiene con un fuerte compromiso político con las experiencias (p. 144). Por otro lado, un artículo de Cynthia Srnec (2018) ilustra los debates de una incipiente experiencia conformada como red de productores y consumidores que también aporta distintas miradas de los protagonistas sobre las formas de reconocimiento económico por el trabajo aportado. Y un trabajo de reciente publicación de Cecilia Cavigliasso (2024) muestra la tensión entre el trabajo y la militancia y las múltiples motivaciones y limitantes para la participación en una experiencia autogestiva de la ciudad de Rosario.

2. Una propuesta de abordaje para pensar la cuestión

Arancibia et al. en el libro “Malas prácticas” (2018) alerta sobre los riesgos de la producción académica en torno de la ESS: afirma que gran parte de la literatura especializada en esta comunidad disciplinar se orienta a la descripción de experiencias desde una posición prescriptiva y acotada. Nos encontramos, según su mirada, con textos que indican qué experiencia se encuentra dentro (o fuera) del conjunto de la ESS y cómo deberían ser. Coincidiendo con la autora, entendemos que, para complementar estas descripciones densas desde lo micro, es necesario pensar al sector desde una posición más incómoda, buscando las tensiones latentes para abrir el juego a la discusión colectiva y así facilitar un aporte para su desarrollo y sostenibilidad.

En este sentido, nuestra propuesta de abordaje de las OIS busca poner en el centro la problemática del valor en relación al trabajo porque hemos notado que es uno de los núcleos significativos que marcan hitos en las biografías de los grupos (López y Laborda, 2019) y que signan los procesos de institucionalización, haciendo que las organizaciones crezcan y se desarrollen, reconduzcan sus acciones y se reconviertan o, en algunos casos, se disuelvan.

En este sentido, nuestra investigación busca enmarcarse bajo la óptica de la sociología de la valuación y la evaluación, que nos sirve como insumo teórico para analizar los procesos de atribución de valor en el contexto en el que se desarrolla nuestro referente empírico. Partimos de la base de considerar que vivimos en una sociedad atravesada por este tipo de operaciones y que se encuentra cada vez más interesada en ellas, lo que tiene un correlato en las agendas de investigación que estudian prácticas como las mencionadas y también la comparación, la clasificación y la jerarquización de objetos, servicios, personas, grupos sociales e instituciones entre otros (López y Lewkow, 2023). Aquí, la economía aparece como un área predilecta para analizar estos procesos (Beckert, 2016; Boltanski y Esquerre, 2020) y se nos presenta como un prisma a través del cual estudiar las prácticas de la ESS.

En un trabajo anterior sobre los procesos de valuación que tienen lugar en las OIS (Dziencielsky y Laborda, 2020) analizamos cómo las y los sujetos involucrados evalúan o dotan de significado a sus acciones, vínculos y transacciones en el momento de la comercialización de alimentos. Dentro de los principales hallazgos pudimos destacar que la construcción del precio, el origen de los productos, los vínculos intersubjetivos y las motivaciones ideológicas se constituyen como cuatro categorías centrales que articulan propiedades materiales y simbólicas a la hora de valuar el proceso. Estas categorías fueron analizadas en el continuum de los roles (productor, intermediario y consumidor) pero, ¿qué pasa si focalizamos nuestra atención en el rol intermediario? Es posible advertir ciertos conflictos emergentes en torno a la definición del trabajo y a la atribución de valores del mismo. En este caso, el trabajo, cuando es atravesado por las motivaciones ideológicas, adquiere matices singulares que nos remiten a la noción de inconmensurabilidad.

Según Stefan Nicolae (2023) el rasgo característico de lo inconmensurable, dentro de los estudios de la valuación y evaluación, tiene que ver con la imposibilidad de comparación como contexto para la toma de decisiones de los sujetos. Así, las personas deben ofrecer justificaciones de valor en pos del pragmatismo de resolver una situación y estos criterios, a su vez, no son estáticos ni inmutables, sino que se van construyendo de manera permanente. Con lo cual, en nuestro caso particular, el estudio de lo inconmensurable es constante y se da entre valoraciones que sí se pueden conmensurar (como, por ejemplo, el precio de los productos que se comercializan).

3. El problema de la inconmensurabilidad en tanto desafío metodológico

Si bien desde hace varios años venimos trabajando en el campo de la intermediación solidaria con investigaciones cualitativas, profundizar la pregunta por el valor del trabajo en las organizaciones se nos presentó como una novedad desafiante en términos metodológicos. En primer lugar, porque existe una resistencia, basada en el tabú del ingreso y en la moral del dinero, para contar cómo se remunera el trabajo. Especialmente cuando ese cómo (y, agregamos, el por qué) puede ser tan diverso para el campo de la ESS.

Para realizar un primer acercamiento diseñamos una encuesta con el objetivo de reconocer los principales ejes de conflicto a partir de los cuales podría emerger el pragmatismo de la valoración (Dewey, 2008) para luego avanzar, en una segunda instancia, en una profundización mediante técnicas cualitativas. Esta exploración inicial se realizó mediante un cuestionario autoadministrado que enviamos a un grupo de 25 organizaciones que se dedican a la intermediación solidaria. Este grupo fue conformado mediante un relevamiento de todo el universo de organizaciones que operan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Se computó una respuesta por organización y en el envío del formulario se indicó que lo deseable era que esas respuestas fueran consensuadas en el grupo o, caso contrario, que quien asumiera la responsabilidad de hacerlo, lo haga en representación de su grupo. Por su parte, se garantizó el anonimato de las fuentes y se informó que los datos serían utilizados exclusivamente con fines académicos. El relevamiento se realizó en agosto de 2024 y el procesamiento de la información se desarrolló durante el mes de septiembre. La tasa de respuesta fue del 56% en donde se destacó la participación de las cooperativas de trabajo.

Para el diseño del cuestionario se tuvieron en cuenta tres niveles de información: un nivel más general, referido a la caracterización de las organizaciones (tamaño, escala, antigüedad y tipo de entidad), un nivel intermedio sobre los tipos de trabajos que llevan a cabo (modalidad de participación, detalle y jerarquía de tareas) y un nivel mucho más sensible, relativo a las formas en las que se remunera (o no) el trabajo (progresiones en la remuneración, existencia y tipos de tareas no remuneradas, nombre que recibe el trabajo no remunerado, criterios de construcción de los sistemas de remuneración y conformidad con los mismos).

Este recorrido, de lo general a lo particular, fue pensado para que las organizaciones pudieran transitar un camino de reflexión sobre la diversidad de tareas que llevan a cabo, que exceden la mera comercialización y están marcadas por horizontes de sentidos. En algunos casos, los grupos que respondieron destacaron la importancia de tratar este tema que, según sus propias palabras, “es un problema histórico” en el sector. En la mayoría de las respuestas hizo falta ampliar la información mientras los propios sujetos aclaraban que “es difícil medir”, abriendo el campo de posibilidades y subrayando la idea de que en el sector de la intermediación solidaria amerita profundizar el análisis de manera longitudinal, en clave histórica y cualitativa, ya que la foto no es lo mismo que la película. Sin perjuicio de ello, pudimos extraer las primeras pistas para profundizar nuestro análisis en las siguientes etapas, como se muestra a continuación.

4. Breve descripción de la muestra

El universo de organizaciones que respondieron la encuesta está conformado por 14 organizaciones ubicadas en el AMBA de las cuales 10 están formalizadas como cooperativa de trabajo, 3 como cooperativas de consumo y 1 como mutual. La más antigua inició sus actividades en el año 2009 y las más actuales lo hicieron en el 2021. El año 2015 es el que predomina como inicio, siendo el año de surgimiento para 3 de las organizaciones encuestadas. En promedio los grupos están conformados por 10 personas y en su mayoría por integrantes de hasta 39 años (77%). El 64% de las organizaciones declara que sus asociados adquieren sus ingresos principales a través de la cooperativa; en el caso que están formalizadas como cooperativas de trabajo la relevancia para la generación de ingresos aumenta alcanzando el 89%.

Teniendo esta información de base presentamos a continuación un análisis de la remuneración de las tareas y la presencia de actividades no remuneradas, luego los criterios para la distribución del excedente y otras formas de reconocimiento no monetarias.

5. La remuneración del trabajo

Para comenzar la indagación sobre las formas de trabajo que existen en estas organizaciones primero preguntamos por los tipos de trabajo ofreciendo como opciones el trabajo remunerado, el no remunerado (o voluntario, militante, etc.) y la opción de trabajo institucional para hacer referencia al apoyo que realizan algunas organizaciones con las que articulan como organismos públicos o universidades (Caracciolo et. al., 2023). Solicitamos que señalen cuáles coexisten y cuál aporta mayor trabajo a la organización. En esta instancia pudimos identificar que actualmente el 93% de las experiencias tienen trabajo remunerado y un 71% también tiene presencia de trabajo no remunerado. Hay un 21% que señalaron el aporte del trabajo institucional.

Luego profundizamos listando una serie de tareas que se realizan y preguntamos para cada una si eran remuneradas o no. Según puede observarse en la tabla 1 cuando las actividades son más operativas es mayor la presencia de la remuneración, como es el caso del armado de los pedidos y la limpieza, que son actividades pagas en el 100% de los casos. Luego, en el otro extremo se encuentran actividades como los encuentros del sector o la organización de tareas culturales que son las que menos presencia de remuneración tienen. Podría señalarse como primer hallazgo, entonces, que dentro de la pluralidad de trabajos que se realizan en estas OIS, coexisten dos familias de tareas: las operativas y comerciales, que encabezan el ranking de la remuneración y las que se orientan a los horizontes político-culturales, donde la remuneración monetaria no siempre está presente.

Tabla 1. Porcentaje de organizaciones que remuneran cada actividad.

Actividades

%

Armado de pedidos

100%

Limpieza

100%

Logística inicial (arribo, retiro y acopio)

93%

Repartos a domicilio

92%

Contacto con los productores/proveedores para abastecimiento

86%

Compras generales

86%

Comunicación (planificación y producción de contenidos para redes sociales, página web, etc).

86%

Atención al público en local o puesto

85%

Tareas de gestión (manejo de caja y flujos, inscripciones formales, pago de servicios, etc.)

79%

Trámites (AFIP, Banco, Habilitaciones, Facturación)

79%

Toma de pedidos y organización de la ruta de envíos

71%

Pago a productores/proveedores

71%

Atención al público de manera virtual (responder whatsapp, consultas de redes sociales, etc., e-mails, etc.)

71%

Formulación de proyectos para convocatorias con financiamiento

57%

Contacto con los productores/proveedores para asistencia técnica o capacitación

57%

Actividades de formación o capacitación “hacia adentro”

57%

Actividades de divulgación (ir a contar la experiencia, presencia en medios de comunicación, etc.)

55%

Participación en reuniones convocadas por el sector público

54%

Participación en encuentros del sector

50%

Actividades culturales (presentación de libros, proyección de cine, organización de paneles, talleres, etc.)

46%

Fuente: elaboración propia en base a encuesta.

La interpretación de estos datos preliminares, nos recuerda aquella máxima que se repite en el sector de la ESS: la dificultad a la hora de equilibrar lo urgente y lo importante. Este discurso, que suena a frase hecha o cliché, efectivamente circula como un sentido común y su apelación es recursiva a la hora de justificar en la esfera pública estos regímenes de valor. En nuestro caso, podría interpretarse que lo “urgente” es la resolución de la tarea operativa o comercial, mientras que lo “importante” se asocia a las motivaciones ideológicas. Así, prima la necesidad de remunerar aquellas tareas que abren el juego a la materialización de ese ideal, dejando para más tarde, el pago de las demás.

En línea con esta hipótesis de trabajo, hemos consultado si algunas de las tareas remuneradas antes no lo eran y respondieron afirmativamente en un 79%. El dato en principio confirma la predisposición a revisar de manera constante los procesos de atribución de valor. Este dinamismo que señalan los autores en tanto contexto a la hora de tomar decisiones.

6. La presencia del trabajo no remunerado

En el 71% de las organizaciones se identifica la presencia de actividades que no son remuneradas, aunque solo en 2 de ellas (14%) es el que aporta mayor trabajo.

Se preguntó si las actividades no remuneradas tienen algún nombre específico y se identificó que un 36% le asignan un carácter militante o político, otro porcentaje equivalente no utiliza un nombre específico para denominarlas y un 14% se refieren a ellas como una práctica voluntaria.

Nos preguntamos en este punto si la ausencia de un nombre tiene que ver con cierto carácter de transitoriedad (no tienen un nombre porque en el futuro serán remuneradas), si no hay necesidad de distinguir estas familias de trabajos que, desde el punto de vista monetario están escindidas, o bien si directamente no está problematizado. En este tipo de indagaciones entendemos que podremos avanzar en una siguiente instancia más de tipo cualitativa a través de grupos focales o entrevistas en profundidad.

Por otro lado, de las 10 experiencias donde hay presencia de trabajo no remunerado hay 2 (20%) que están conformes con esta situación mientras que las demás tienen intenciones de modificarla salvo una experiencia para la cual es un tema que está en discusión dentro del grupo. En esta instancia vale la pena aclarar que varias organizaciones aseguraron no estar conformes con los montos que se pagan.

7. Criterios para la distribución del excedente

Como adelantamos, al ser organizaciones democráticas y autogestivas, las personas trabajadoras son las que deciden los criterios para la distribución del excedente lo que resulta un rico campo de estudios para comprender los criterios, jerarquías y valores que circulan al interior5. Es decir, si bien hay parámetros de comparación como las escalas salariales del sector o los montos de salarios mínimos, las personas asociadas a una cooperativa de trabajo legalmente lo hacen desde una figura de trabajador autónomo (monotributista), con lo cual no existe una obligación normativa de cumplir con determinado criterio de distribución. Aquí aparece esa convivencia entre lo conmensurable (tareas más fáciles de encontrar en una escala salarial) y lo inconmensurable (tareas propias del quehacer cooperativo).

Teniendo en cuenta este contexto singular, buscamos conocer cuáles son los criterios para organizar la distribución del excedente monetario que queda como resultado de la actividad comercial de la cooperativa. Consultamos puntualmente cuál es el criterio principal para la remuneración y surgió como respuesta en un 86% la distribución por “por horas trabajadas/dedicación” y en un 7% de los casos “por tareas realizadas”6.

Luego se indagó sobre el esquema de pagos que utilizan dando como opción las siguientes categorías construidas a partir del texto de Heras y Burín (2014): todas las personas tienen la misma dedicación y el mismo pago, la hora vale lo mismo, pero se mide el tiempo aportado por cada persona y se paga en función de una diversidad de criterios construidos colectivamente. Para esta última opción se creó una sub-pregunta que permite reconocer algunos criterios posibles como: tipo de tareas, responsabilidad sobre los bienes de la organización, antigüedad, familiares a cargo, la presencia de otras fuentes de ingresos, ser parte del consejo de administración, autonomía para el trabajo, cuestiones de género o presentismo.

En el 71% de los casos se identifica que se paga lo mismo la hora para todas las personas independientemente de la actividad que realice y en el 29% (4 casos) de las experiencias la remuneración no depende solamente de las horas aportadas. Los criterios que influyen en estos casos son el tipo de tareas asignadas, las responsabilidades sobre los bienes de la organización y la antigüedad. Luego hay dos experiencias que tienen en cuenta los familiares a cargo y el resto de los criterios precodificados aparecen en una sola de las experiencias. Si bien se dieron opciones para poner otros criterios, no apareció ningún otro en el relevamiento.

8. Otras formas de valorar el trabajo aportado

En el 43% de las experiencias se reconoce una valorización del trabajo más allá de lo monetario. Se realizó una pregunta abierta para identificar estas otras formas que podemos categorizar en cuatro tipos de respuestas con un nivel de presencia similar: a) compras al costo o con descuento en la organización, b) becas o capacitaciones, c) licencias con días libres o vacaciones y d) bonos o fondos extra por proyecto.

Conclusiones

Esta aproximación cuantitativa y exploratoria a las OIS nos permitió reconocer distintas formas en que se atribuye valor al trabajo en la ESS. Pudimos identificar la coexistencia de trabajo no remunerado y remunerado y una prevalencia a la remuneración, particularmente en actividades que resultan más operativas u orientadas al mercado. Tal como veníamos estudiando, nos encontramos frente a un grupo de organizaciones que desarrollan esquemas particulares de remuneración, con criterios que se van construyendo y modificando a lo largo del tiempo. Por este motivo, lejos de ser procesos estáticos o discusiones saldadas, también hemos confirmado que en este ámbito existe una tendencia a remunerar tareas que antes no eran pagadas. Es decir, que presumimos que hay un reconocimiento o jerarquización de actividades que se va ampliando a medida que las organizaciones se van consolidando. A su vez, notamos que persiste el trabajo voluntario y que, si bien no todas las organizaciones dotan de un sentido “militante” a aquella práctica, atribuyen como motivación dominante la orientación política.

Para las próximas etapas de nuestra investigación, queda pendiente profundizar en un abordaje cualitativo que permita un acercamiento a las trayectorias de vida de sus integrantes donde se indague sobre su carácter de activistas y la convivencia con las necesidades de obtener ingresos monetarios en una actividad que despliegan en sus vidas cotidianas. ¿Cómo transitan o gestionan los sujetos sus motivaciones a lo largo del tiempo? ¿Qué rol ocupa el dinero y el aporte al bien común en la justificación de sus prácticas? son preguntas que buscaremos responder en futuros trabajos.

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    1 Vale la pena señalar en esta instancia que una cooperativa de trabajo es una organización controlada democráticamente por sus trabajadores que son quienes participan del proceso de gobierno, gestión y producción de la cooperativa y que tienen como objetivo proveer una fuente de ingresos monetarios para las personas asociadas.

    2 Entre algunos problemas típicos de otras organizaciones de de la ESS se puede citar por ejemplo lo que sucede en el ámbito del arte y la cultura, donde la moralidad del dinero es atravesada por diversidad de motivaciones como el goce, la acumulación de experiencia y la militancia; o en aquellos espacios ligados a la esfera de la producción donde la jerarquización de las prácticas lleva a una subvaloración de tareas como las referidas a lo comercial y comunicacional.

    3 Se puede pensar que esta idea de la especulación venía del modelo tradicional de intermediación, por lo que llevó tiempo que el campo de la ESS lograra construir la identidad de “intermediación solidaria” en contraposición a la “intermediación lucrativa”.

    4 Según un informe de la Secretaría de Economía Social en el 2019 había identificadas 71 experiencias (Secretaría de Economía Social, 2019). Según el programa Mercados de Cercanía en el 2021 tenían en su registro 84 (DEyA UNQ, 2021).

    5 En el ámbito de la ESS se utiliza el concepto de excedente a diferencia del de ganancia de una empresa de capital para hacer referencia al resultado entre ingresos y egresos de un ejercicio. La utilización de excedente permite comprender el monto posible a repartir en una cooperativa en función del trabajo aportado, a diferencia del concepto de ganancia que refiere al retorno al capital invertido. Otros autores también recomiendan para la asistencia técnica a organizaciones la utilización metodológica del concepto de valor agregado (Caracciolo, 2014).

    6 Una de las organizaciones señala que se define en asamblea considerando el equilibrio general de la organización sin dar mayores especificaciones sobre estos criterios.