Análisis socio-técnico de la implementación argentina de la plataforma cooperativa CoopCycle
Análise socio-técnica da implementação argentina da plataforma cooperativa CoopCycle
Socio-technical analysis of the argentinian implementation of the platform cooperative CoopCycle
Cecilia Muñoz Cancela [*]
Denise Kasparian**
Julieta Grasas***
Resumen: En este artículo analizamos el despliegue de CoopCycle en la Argentina. Esta cooperativa de plataforma de reparto y mensajería nació en Francia en el 2017 y se extendió por Europa como una alternativa socio-laboral sustentable al avance de las plataformas capitalistas. En los últimos dos años, comenzó su desembarco en la Argentina de la mano de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Información y Conocimiento (FACTTIC). En el marco de un trabajo colaborativo entre espacios universitarios y cooperativos, que recurre a técnicas de investigación cualitativas y participativas, abordamos el caso desde una perspectiva socio-técnica. Identificamos cuatro dimensiones nodales en la construcción de funcionamiento: la adaptación funcional del software, la resignificación de los componentes de identidad de proyecto, el desarrollo de circuitos socioeconómicos y la consolidación de la escala regional del proyecto. Este análisis permite extraer aprendizajes sobre las potencialidades y limitaciones del cooperativismo de plataformas en tanto movimiento contrahegemónico alternativo al capitalismo de plataformas.
Palabras claves: Plataformas cooperativas, CoopCycle, tecnología social
Resumo: Neste artigo, analisamos a implantação da CoopCycle na Argentina. Esta cooperativa de plataformas de entrega nasceu em França em 2017 e espalhou-se por toda a Europa como uma alternativa sócio-laboral sustentável frente ao avanço das plataformas capitalistas. Nos últimos dois anos, começou a sua chegada à Argentina através da Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Información y Conocimiento (FACTTIC). No contexto do trabalho colaborativo entre espaços universitários e cooperativos, utilizando técnicas de investigação qualitativa e participativa, abordamos o caso de uma perspectiva socio-técnica. Identificamos quatro dimensões nodais na construção do funcionamento: a adaptação funcional do software, a resignificação dos componentes de identidade do projeto, o desenvolvimento de circuitos socioeconómicos e a consolidação da escala regional do projeto. Esta análise permite-nos tirar lições sobre as potencialidades e limitações do cooperativismo de plataforma como um movimento contra-hegemônico alternativo ao capitalismo de plataforma.
Palavras- claves: Plataformas cooperativas, CoopCycle, tecnologia social
Abstract: This paper analyzes the deployment of CoopCycle in Argentina. This delivery platform cooperative was created in France in 2017 and spread throughout Europe as a sustainable socio-labor alternative to the advance of capitalist platforms. In the last two years, began its landing in Argentina and it has been carried out by the Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Información y Conocimiento (FACTTIC). Within the framework of a collaborative work between university and cooperative spaces, using qualitative and participatory research techniques, the case was approached from a socio-technical perspective. The paper identifies four nodal dimensions in the functioning construction: the functional adaptation of the software, the resignification of the project’s identity components, the development of socio-economic circuits, and the consolidation of the regional scale of the project. This analysis enables lessons on the potentialities and limitations of platform cooperativism as a counter-hegemonic movement alternative to platform capitalism.
Keywords: Platforms Cooperatives, CoopCycle, social technology
Introducción
En este artículo abordamos el despliegue en la Argentina de CoopCycle. Esta cooperativa de plataforma de reparto y mensajería nació en Francia en el año 2017 y se extendió por Europa como una alternativa socio-laboral sustentable al avance de las plataformas capitalistas. En los últimos dos años, comenzó su desembarco en la Argentina de la mano de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Información y Conocimiento (FACTTIC).[2]
A lo largo de estas páginas analizamos el proceso de adaptación socio-técnica que ha tenido lugar para la implementación argentina de la plataforma. Entendemos que profundizar el análisis[3] de esta experiencia nos permite identificar nudos problemáticos asociados a procesos de resignificación y transducción en la construcción del funcionamiento de la plataforma en el contexto argentino –y latinoamericano– y extraer aprendizajes sobre el desarrollo del cooperativismo de plataformas en el sector del reparto.
Luego de la introducción teórico-metodológica, presentamos la experiencia de CoopCycle. A continuación, abordamos el caso desde una perspectiva socio-técnica, identificando cuatro dimensiones nodales en la construcción de funcionamiento: la adaptación funcional del software, la resignificación de los componentes de identidad de proyecto, el desarrollo de circuitos socioeconómicos y la consolidación de la escala regional del proyecto. Finalmente, concluimos sobre la potencialidad del cooperativismo de plataformas en tanto movimiento contrahegemónico alternativo al capitalismo de plataformas.
1.1 Metodología de trabajo: comprender para transformar
La producción de este artículo se enmarca en el trabajo colaborativo entre proyectos radicados en universidades públicas dedicados a la Economía Social, Solidaria y Popular (Universidad de Buenos Aires y Universidad Nacional de Quilmes) y la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología Información y Conocimiento, organización de segundo orden que lidera el Proyecto CoopCycle Argentina (PCA) desde el 2020. En el 2021 comenzó la articulación del equipo de FACTTIC con el Instituto de Investigaciones Gino Germani[4] para suplementar el proyecto con tareas de investigación que continúan hasta la actualidad. Luego, en el 2022 se sumó un Proyecto de Tecnologías para la Inclusión Social del Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales (PROCODAS)[5] financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología que permite profundizar y dar continuidad a los esfuerzos de relevamiento y sistematización.
Nuestro horizonte se enmarca en la construcción de una ciencia social emancipatoria (Wright, 2006). Ésta busca generar conocimiento orientado a la creación de las condiciones para el desarrollo de un orden social pos-capitalista. Se trata de una investigación que implicó una inmersión total del equipo de investigación en el trabajo cotidiano del proyecto de desarrollo y donde el equipo intercooperativo tuvo un rol activo en la definición de los problemas y objetivos de investigación. La dinámica de construcción de conocimiento tiene, por una parte, lógicas de investigación formales de un estudio de caso cualitativo. En este sentido se utilizaron las técnicas de observación participante, entrevista semi-estructurada y análisis documental.
Por otra parte, a estas técnicas se adicionaron dinámicas participativas y sucintas, tales como instancias de debate, talleres y presentaciones públicas orientadas a retroalimentar tanto el proceso de investigación como la implementación de CoopCycle. Los insumos de reflexión en tiempo real producto de estas dinámicas fueron aportes de relevancia para la toma de decisiones estratégicas en el devenir del proyecto. Si bien se trata de un proceso en curso, evaluamos los dos años de experiencia acumulados como fructíferos y valiosos. Es importante notar que esta dinámica implica un gran esfuerzo de coordinación en términos metodológicos, una voluntad y dedicación particular de las investigadoras implicadas y una flexibilización del trabajo en términos de lo que se espera tradicionalmente de la praxis académica y también formas de funcionamiento de los equipos intercooperativos del sector tecnológico especialmente abiertos al intercambio de ideas y conocimiento. Entendemos que multiplicar este tipo de dispositivos puede ser muy potente en vistas a producir conocimiento socialmente útil para la construcción de proyectos contrahegemónicos innovadores.
1.2 David y Goliat: los desafíos contemporáneos de la Economía Social, Solidaria y Popular
Una de las grandes transformaciones en las sociedades actuales es la intermediación de muchos aspectos de la vida social, política y económica a través del uso de plataformas digitales. Éstas son infraestructuras digitales que permiten la interacción entre diversos grupos de usuarios. A medida que concentran mayor cantidad de usuarios, y sus respectivos datos, generan efectos de red que otorgan ventajas competitivas a las grandes empresas monopólicas, pues los grandes volúmenes de datos permiten identificar nuevos clientes y deseos, seleccionar nichos de mercado y optimizar procesos de producción, entre otras capacidades.
Nick Srnicek (2018) sostiene que las plataformas comenzaron a tomar protagonismo ante la prolongada caída de la rentabilidad de la manufactura. Como estrategia de supervivencia, el capitalismo modeló una alternativa para mantener el crecimiento económico desarrollando una nueva materia prima: el dato. La extracción, administración, uso y elaboración de los datos producidos por la interacción de los usuarios de plataformas digitales se transforma en un commodity. Las plataformas, a su vez, trabajan activamente para fortalecer el imaginario de la sociedad digital: reafirmando la deslocalización, la neutralidad y la inmaterialidad de plataformas que penetran en lo más profundo de nuestra intimidad.
Entre las numerosas plataformas que surgieron en la última década, las plataformas digitales de trabajo han ocupado el centro de la escena por su rol preponderante en la generación de empleo, pero también como consecuencia de sus impactos sociales negativos. Estas plataformas organizan el proceso que conecta a trabajadores/as con consumidores/as, clientes/as y empresas (Haidar, 2020; López Mourelo & Pereyra, 2020). Bajo la apariencia de la autorrealización y la adaptación a los contextos cambiantes del mercado laboral ocultan el verdadero trasfondo: la erosión de los derechos laborales, la instalación de la inseguridad laboral y la profundización del control y la subordinación a través de la gestión algorítmica del trabajo (Del Bono, 2020; Kohler, 2020; Ottaviano, 2019).
Si bien durante la última década estas plataformas se quintuplicaron, la mayoría de estas empresas están distribuidas en unas pocas localizaciones: los Estados Unidos de América (29 %), la India (8 %) y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (5 %). Además, solamente el 4 % de la inversión en plataformas digitales de trabajo se ubica en Latinoamérica, África y los Estados Árabes, mientras que alrededor del 70 % de los ingresos generados a escala mundial en el 2019 se concentraron en los Estados Unidos y China. Respecto a los salarios de los/as trabajadores/as, en los países llamados “en desarrollo” pueden llegar a ganar 60 % menos que sus pares en países “desarrollados” (OIT, 2021:19-20, 24).
Para Latinoamérica en particular, y el sur global, la historia parece repetirse. Despojadas de las brillantes vestiduras de la novedad, esta nueva etapa del capitalismo profundiza lógicas colonialistas de larga data mediante el extractivismo de riquezas (fuerza laboral, recursos naturales e infraestructura local ¡y ahora también datos!). Para ello nuevamente, se despliegan campañas activas de debilitamiento de los tejidos sociales, políticos y regulatorios locales que facilitan esos flujos. Ahora, además de trenes y barcos, hay cables y bits haciendo el trabajo.
La Economía Social, Solidaria y Popular conforma un campo multidimensional de interacción y organización social en torno a la satisfacción de necesidades individuales y colectivas, orientadas a la reproducción de la vida (Coraggio, 2007 y 2011; Pastore, 2010 y 2014; Pastore y Altschuler, 2014). En la Argentina designa un espacio plural que incluye a las cooperativas y mutuales, en tanto experiencias más institucionalizadas, así como una variedad de iniciativas que surgen como respuestas a la crisis del empleo y el retiro del Estado, por ejemplo, las empresas recuperadas por trabajadores (Rebón y Kasparian, 2018), las iniciativas de producción, consumo y servicios comunitarios y asociativos vinculadas a movimientos y organización sociales (Salgado, 2020), las finanzas solidarias, las redes de producción y comercialización, entre muchas otras. Estas prácticas, en su diversidad, demuestran tener la capacidad de construir respuestas ágiles y alternativas viables frente a los avances del capitalismo en sus múltiples estadíos. El capitalismo de plataformas (Srnicek, 2018) presenta un nuevo desafío y una nueva oportunidad.
En este contexto, el funcionamiento de la Economía Social, Solidaria y Popular como factor anticíclico de las crisis endémicas del capital soporta más de una interpretación. Podemos entenderlo como una alternativa contrahegemónica en desarrollo que puede aspirar a reemplazar el sistema imperante o, por el contrario, como una forma de contener o mitigar parcialmente los efectos de autodestrucción intrínsecos al capitalismo y así extender su reinado (Cruz, 2011). En vistas a superar esta dicotomía podemos reformular el problema de la siguiente manera: ¿Qué procesos de acumulación solidaria permitirían consolidar a la economía social, solidaria y popular como una alternativa contrahegemónica superadora antes de que los límites del planeta nos impongan una realidad aún peor? La pregunta por la acumulación solidaria nos impone reflexionar en torno a las posibilidades de sostenibilidad, crecimiento y escala que abre un relativamente nuevo fenómeno: el cooperativismo de plataformas.
Éste comenzó a tomar cuerpo hacia el año 2015 de la mano de varios activistas, académicos/as, trabajadores/as y profesionales alrededor del mundo, quienes encontraron en el cooperativismo la potencia organizativa y la acumulación de capacidades para resignificar la lógica de las plataformas. Nutrido por la academia, el cooperativismo, el sindicalismo y el activismo por el software libre, el cooperativismo de plataforma busca construir un contra-proyecto para confrontar la precariedad laboral, la desigualdad, la discriminación, el control social y la explotación de los datos que producen las plataformas digitales. Este movimiento propone clonar el corazón tecnológico de las empresas de plataforma a través de un modelo de gobernanza y de propiedad democrático que reduzca las desigualdades y distribuya los beneficios en las comunidades locales (Scholz, 2016). Esto permitiría aprovechar las virtudes de Internet (por ejemplo, los menores costos de transacción) para potenciar a las cooperativas y colocar la reproducción de la vida en el centro del modelo. El cooperativismo de plataformas es una propuesta irresistible para las personas y organizaciones con aspiraciones de transformación social y vocación democrática. En la actualidad, se encuentran en el horizonte diversas cooperativas de plataforma, tales como Fairbnb dedicada al turismo, Up&Go en el sector de trabajo domiciliario y cuidados, y The Drivers Cooperative en el sector de transporte de personas.[6]
1.3 Análisis socio-técnico: herramientas conceptuales para analizar y potenciar procesos innovadores contrahegemónicos
Es mayoritariamente compartido el entendimiento de que las tecnologías desempeñan un papel central en los procesos de transformación política, económica y social. Sin embargo, menos visitado es el debate de cómo exactamente estas tecnologías transforman nuestra realidad, y fundamentalmente al servicio de qué intereses y con qué consecuencias. Una de las dificultades para abordar esta problemática en su complejidad es la fascinación y el vértigo que genera la novedad constante a la que nos somete el cambio tecnológico de las últimas décadas. Ese brillo particular eclipsa la posibilidad de una reflexión crítica que desnaturalice la idea de progreso lineal subyacente tanto a las miradas optimistas como distópicas sobre este fenómeno.
Si entendemos que la tecnología puede ser una herramienta para transformar esta realidad, pero constatamos que el avance tecnológico hasta el momento ha trabajado activamente en sentido contrario es preciso preguntarnos por las herramientas conceptuales que utilizamos para comprender e intervenir sobre esta problemática.
En primer lugar, es menester revisar la idea misma de tecnología desde una nueva perspectiva de análisis. En este sentido, el enfoque constructivista radical de la sociología de la tecnología (Bijker, 1995; Dagnino y Thomas, 2001; Thomas, Fressoli y Lalouf, 2009; Thomas, Juarez y Picabea, 2015; Winner, 1988) nos resulta una perspectiva especialmente relevante en la medida que nos permite poner de manifiesto reduccionismos, tensiones y contradicciones que explican el fracaso de muchas iniciativas de innovación tecnológica por fuera de la lógica de la reproducción del capital.
En gran parte esto se debe a que está fuertemente instalada en el sentido común la idea de que la tecnología es un conjunto de artefactos, es decir, que son objetos (mayormente electrónicos o de última generación). Un primer paso hacia la desnaturalización de lo tecnológico es abordarlo en tanto concepto polisémico y multidimensional que abarca tecnologías de producto o artefactos; formas de producción o tecnologías de proceso y formas o tecnologías de organización.
Podemos definir a las tecnologías como combinaciones de una diversidad de conocimientos: tecnológicos, prácticos, consuetudinarios, ancestrales (…) y conocimientos científicos que han sido objeto de un tratamiento singular a fin de convertirlos en insumo para el diseño de artefactos y sistemas (Thomas y Santos, 2016:15).
Aún más, puede decirse que las sociedades están tecnológicamente construidas, tanto como las tecnologías se encuentran socialmente diseñadas. No hay una relación escindida sociedad-tecnología, “las sociedades son tecnológicas, así como nuestras tecnologías son sociales” (Thomas, 2012:1). De esta forma, por ejemplo, podemos entender a la democracia como un conjunto de tecnologías de proceso y a una cooperativa como una tecnología de organización, y comenzar a preguntarnos por qué los autos en la Argentina no están diseñados para ubicar de forma segura y cómoda un termo y un mate.
Las tecnologías no son neutrales: cargan, multiplican y reproducen ideología y valores. Existe una interdependencia entre las construcciones tecnológicas y las construcciones societales. No obedecen a los mandatos de sus creadores/as sino que prosperan (o perecen) en complejas interacciones con todos los componentes del sistema en que se insertan y ejercen agenda para transformarlos. En ese sentido, no es posible considerar a las tecnologías como meros derivados del progreso tecnológico (determinismo tecnológico) o simples consecuencias de los cambios económicos, políticos o culturales (determinismo social), sino como resultados de un proceso auto-organizado de adecuación socio-técnica. Esto implica que, en determinados contextos sociales, en situaciones histórico-temporales concretas, se construye el funcionamiento de determinados artefactos, conocimientos o sistemas tecnológicos. Comprender el par funcionamiento-no funcionamiento más allá de las características intrínsecas de un artefacto y ubicarlo como la resultante de la negociación y disputa de elementos heterogéneos (tales como sentidos, intereses u otras tecnologías) en el marco de alianzas socio-tecnológicas nos parece una herramienta fundamental para analizar los procesos de cambio tecnológico en general y en nuestro caso de estudio en particular.
Pensamos el cooperativismo de plataforma como una tecnología para la inclusión social, es decir, “una forma de diseñar, desarrollar, implementar y gestionar tecnología orientada a resolver problemas sociales y ambientales, generando dinámicas sociales y económicas de inclusión social y de desarrollo sustentable” (Thomas y Santos, 2016: 23). Las tecnologías sociales incluyen un amplio abanico de producciones de tecnologías de producto, proceso y organización. No se trata de “transferencia y difusión” de soluciones preconcebidas desde la confortable neutralidad del laboratorio o desde las buenas intenciones de los organismos multilaterales, sino de procesos participativos de co-construcción, transducción y resignificación de tecnologías en contexto dinámicos con intereses en puja.
Los dos años de trayectoria del proyecto CoopCycle en Argentina delinean un camino sinuoso cargado de dificultades hacía la construcción de funcionamiento local. No entendemos estas dificultades como indicadores de problemas de implementación o transferencia, sino todo lo contrario, como la revelación de las complejidades propias de los procesos de transducción y resignificación (Fressoli, Smith, Thomas, y Bortz, 2016; Thomas y Dagnino, 2005) propios de un proyecto de esta naturaleza. La transducción es un proceso auto-organizado de generación de entidad y sentido que se da cuando un elemento (idea, concepto, artefacto, herramienta, sistema técnico) es trasladado de un contexto sistémico a otro. Una misma tecnología en un nuevo sistema local de producción genera la aparición de nuevos sentidos que abarcan funciones, disfuncionalidades, efectos no deseados, entre otros. Este fenómeno exige un trabajo activo de resignificación; de recreación creativa y reasignación de sentidos que permitan refuncionalizar el elemento en cuestión en el nuevo contexto.
En los próximos apartados describiremos el proyecto CoopCycle desde sus inicios en Europa y su llegada a la Argentina para luego identificar nudos problemáticos emergentes del camino recorrido hasta el momento.
2. Nos une el espanto: Coopcycle como alternativa
2.1 Nace Coopcycle en Europa
Coopcycle es una plataforma que gestiona reparto de comidas, mensajería y entregas de última milla especialmente desarrollada para cooperativas de reparto. La idea comenzó a gestarse en Francia en 2016 cuando algunas plataformas de reparto tradicionales comenzaron a quebrar o a empeorar las condiciones de trabajo. Su fundación llegó un año más tarde en 2017 de manos de una asociación de voluntarios/as en articulación con repartidores/as (Acosta Alvarado, Aufrère, & Srnec, 2021).
Además, Coopcycle es una federación conformada por los colectivos de reparto que utilizan dicho software. En la actualidad, la federación nuclea 68 colectivos de trabajadores/as: 57 en Europa (la mayoría en Europa Occidental), nueve en Norteamérica (siete de éstos en México), uno en Australia y una en América del Sur (página web de CoopCycle). CoopCycle se encuentra abierta a colectivos que adopten los valores y principios de la economía social y que se comprometan a formar una cooperativa en un lapso de dos años desde la firma del convenio de colaboración con la federación (CoopCycle, s. d.).
2.2. La magia del software
CoopCyle, en tanto software, tiene todas las funcionalidades necesarias que componen una plataforma con capacidad de gestionar el circuito completo de oferta, compra y entrega de comida y otros productos a los que nos tienen acostumbrados/as este tipo de plataformas. El software soporta tres modelos de negocios de logística: el delivery de comida o foodtech, que es el más desarrollado técnicamente, el servicio de mensajería tradicional y el servicio de entrega de última milla de productos comprados en línea.
Para los restaurantes o comercios, permite crear tiendas y formar parte de la oferta de la aplicación en una determinada zona. La lógica contraria también es posible: los locales gastronómicos o de otro rubro pueden tener su página o tienda propia e incorporar CoopCycle como opción para el envío. Para los/as consumidores/as finales dispone de una app para celulares y una página web donde visualizar la oferta, realizar pedidos y efectuar pagos. Finalmente, permite a cada cooperativa de reparto delimitar una zona de influencia y, a partir de allí, asignar, administrar y rastrear tareas en tiempo real para los y las repartidoras. También posibilita configurar tarifaciones personalizadas, gestionar clientes y administrar pagos a través de pasarelas electrónicas.
En términos técnico-políticos la plataforma presenta diferencias fundamentales respecto a las plataformas capitalistas, que apuntan a modificar el corazón del modelo de negocios. En primer lugar, en concordancia con la propuesta política, comercial y organizativa del proyecto, el software de CoopCycle es de código abierto con licencia GPL3. Este tipo de licencia implica que el software es libre, es decir que respeta las libertades de uso, modificación, copia y distribución bajo la condición de que las nuevas versiones se mantengan bajo la misma licencia.
Sin embargo, CoopCycle plantea una condición más: la licencia Coopyleft (nótese la doble letra “o”) permite que el software sea utilizado bajo dos condiciones: i) las empresas deben utilizar un modelo cooperativo en el cual los/as trabajadores/as sean empleados/as;[7] y ii) las empresas deben ajustarse a la definición de actores de la economía social de la Unión Europea. El código fuente de la plataforma se encuentra disponible en un repositorio público en el sitio Github.[8] Respecto a la coordinación o integración funcional con otras herramientas digitales, se prioriza la utilización de tecnologías libres siempre que sea posible. Por ejemplo, CoopCycle realiza en parte la georreferenciación con OpenStreetMap[9] y tiene una integración disponible con Wordpress, un creador de páginas web.
En segundo lugar, si bien la plataforma tiene una única app para el público y una marca global, en la gestión interna cada cooperativa tiene total autonomía de trabajo. Es decir, cada cooperativa de reparto tiene la libertad de configurar de forma independiente su oferta en la plataforma. Esta particularidad es fundamental para la gestión cotidiana y el despliegue de la herramienta, ya que CoopCycle busca construir una imagen global con capacidad de escalar, pero a la vez garantizar una dinámica territorializada en cada lugar donde opera con acuerdos comerciales cara a cara y estrategias basadas en el desarrollo local y el transporte sostenible.
En tercer lugar, Coopcycle no recolecta ni analiza los datos que se producen a raíz de su uso. Si bien en futuros desarrollos podría incorporarse alguna utilización de datos con fines de mejora y como fuente de información para las comunidades locales, el extractivismo de datos no forma parte de su modelo de negocios.
Finalmente, CoopCycle tiene una diferencia adicional y fundamental: no hay gestión algorítmica de los procesos de trabajo, ni evaluación del rendimiento de los/as trabajadores/as. El software no evalúa y califica a los/as trabajadores/as, ni implementa estrategias de gamificación. Por el contrario, personas de cada cooperativa de reparto –y no un algoritmo– dividen las entregas entre los/as repartidores/as; las cooperativas pueden geolocalizar a los/as trabajadores/as y no hay funciones que permitan a los/as clientes/as evaluar a los/as trabajadores/as. La calidad y los términos del servicio se construyen a través de una relación comercial directa entre los/as clientes y las cooperativas no mediatizada por la plataforma.
2.3. No es magia, es organización
En su dimensión organizativa CoopCycle apuesta a un modelo de gobernanza democrático centralizado en las cooperativas y colectivos de reparto. En los primeros años el proyecto tomó la forma de una asociación civil que permitió dar los primeros pasos en el armado de la red y gestionar recursos. Ya en el 2019, la asociación que dio origen a CoopCycle inició una transición de gobernanza y una profesionalización de la estructura (Acosta Alvarado et al., 2021). Con la consolidación y expansión del proyecto el acento se fue transfiriendo desde la asociación civil a la ya conformada federación de cooperativas como centro del modelo de gobernanza. Un momento clave puede ubicarse en el 2021 cuando los/as repartidores/as eligieron a los/as miembros del primer consejo de administración. Éste se conformó principalmente con personas provenientes de las cooperativas de reparto. (Kasparian, 2022b).
Además, la federación se vale de algunas plataformas que facilitan la comunicación y retroalimentación cotidiana de los colectivos y personas implicadas en diversas partes del mundo. Por ejemplo, se utiliza un sitio de Slack[10] donde se delibera sobre diversas cuestiones, desde los modelos de propiedad y los problemas legales hasta los errores en el software y la propuesta de nuevas funcionalidades. A eso se suman reuniones de product owner[11] de frecuencia quincenal donde se trabaja para optimizar las prestaciones de la herramienta desde la perspectiva de los/as usuarios/as. En cuanto a la toma de decisiones, además de la asamblea anual desarrollada desde el 2018, se utiliza la plataforma Loomio[12] como espacio virtual para canalizar discusiones y habilitar votaciones.
La mutualización de servicios no se reduce al software y las aplicaciones. CoopCycle también brinda asistencia a las cooperativas asociadas en cuestiones tales como la oferta comercial, el financiamiento, los seguros y la formación. Además, la federación garantiza pagos instantáneos para las cooperativas, visibilidad a través de una marca reconocida y servicios administrativos y legales. En contraposición al financiamiento a través de capitales de riesgo en el caso de las plataformas corporativas, todos estos servicios se sustentan gracias a los aportes anuales de las cooperativas asociadas y, en menor medida, a aportes de restaurantes y comercios, subvenciones públicas, servicios en especie, la asociación CoopCycle y el trabajo voluntario. Tanto la política de suscripción como la asignación de fondos son decididas y gestionadas democráticamente por los colectivos miembros de la federación. Se ha establecido que los fondos se destinen a la infraestructura tecnológica, las acciones de comunicación y los salarios para tres roles de la federación: desarrollo de software, ventas y coordinación (Kasparian, 2022b).
Complementariamente a estos avances organizativos, CoopCycle creció económicamente y se expandió territorialmente. Según los últimos datos disponibles, en el 2020 la organización incorporó a los dos primeros empleados de la federación CoopCycle, se extendió a tres nuevos países (Canadá, Polonia y Suecia), incorporó 40 nuevos colectivos dentro de la federación y logró más de tres millones y medio de euros de facturación acumulada (CoopCycle, 21 de enero de 2021).
Gracias a este crecimiento, CoopCycle ha identificado nuevos desafíos asociados a la comunicación interna del proyecto político, las capacitaciones acerca del cooperativismo entre los nuevos colectivos y la deliberación sobre el rumbo que debe tomar la organización en las próximas etapas (Kasparian, 2022b).
3. Coopcycle en la Argentina: identificación de nudos problemáticos desde el enfoque-socio técnico
En la Argentina las plataformas digitales son relativamente recientes. A comienzos de 2016 solamente operaban cinco plataformas, todas ellas de origen nacional: MercadoLibre (marketplace de bienes nuevos y usados y una de las cinco empresas tecnológicas más importantes de Latinoamérica), Zolvers (servicios de limpieza y cuidados en el hogar), IguanaFix (servicios de mantenimiento y reparación para empresas), Nubelo (crowdworking) y Workana (crowdworking). Hacia fines de 2015[13], el cambio de signo político en el gobierno nacional creó las condiciones favorables para el ingreso de plataformas extranjeras, en particular debido a la desregulación de los movimientos de capitales. Entre 2016 y 2018 al menos siete nuevas plataformas y filiales de compañías extranjeras emergieron o arribaron (Madariaga, Buenadicha, Molina, & Ernst, 2019: 21-22). Según los últimos datos disponibles (2018), en el país operan 22 plataformas digitales (López Mourelo, 2020: 19).[14] La pandemia del COVID 19 aportó a la consolidación de las mismas en tanto refugio laboral frente a la pérdida de puestos de trabajo e ingresos (Fairwork Argentina, 2022).
Preocupados por los efectos negativos del capitalismo de plataformas, en el 2020 FACTTIC conformó un espacio de trabajo intercooperativo dedicado al cooperativismo de plataformas. Desde este espacio han surgido hasta la fecha debates, presentaciones, publicaciones, articulaciones y el desarrollo concreto de diferentes plataformas digitales. Entre ellas se destacan la plataforma de cuidados Caracol.ar, una plataforma para medios de comunicación alternativos y la implementación argentina de la plataforma de reparto CoopCycle. El interés de FACTTIC por esta última se suscitó a raíz de ciertas características del proyecto: contaba con un software robusto de licencia libre, un nivel avanzado de despliegue territorial en Europa y un proyecto de gobernanza democrática que fomentaba el cooperativismo.
La implementación de CoopCycle en la Argentina comenzó en el año 2020 cuando la federación obtuvo el primer subsidio estatal del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) para desarrollar las adaptaciones del software necesarias para la localización. Más tarde ese mismo año, obtuvo un segundo subsidio del INAES para acompañar y fortalecer a los primeros colectivos y cooperativas de reparto que utilizarían la plataforma. En un periodo de dos años, FACTTIC se puso en contacto con al menos 18 colectivos y cooperativas del sector de reparto, diez organizaciones de otros sectores interesadas en fomentar cooperativas de plataforma, seis organismos gubernamentales de diferentes niveles, dos institutos de investigación y cinco universidades públicas.
A continuación, describimos cuatro dimensiones de la implementación local que ilustran los modos en que se construye el funcionamiento de la tecnología: la adaptación funcional del software, la resignificación de los componentes de identidad de proyecto, el desarrollo de circuitos socioeconómicos y la consolidación de la escala regional del proyecto.
3.1. Adaptaciones funcionales ¿Para quién funcionan?
El trabajo de adaptación comenzó priorizando criterios funcionales básicos desde la perspectiva de las cooperativas de desarrollo de software. Fue así que luego de un relevamiento de las funcionalidades de la herramienta, un primer esfuerzo consistió en adaptarlo a las exigencias impositivas argentinas y a sumar una pasarela de pagos que operara en nuestro país. Este esfuerzo inicial de desarrollo y contribución al código original mostró las primeras dificultades: no fue sencillo estudiarlo dado que sus reiteradas modificaciones no habían sido suficientemente documentadas.
El trabajo cercano con colectivos de trabajo y organizaciones para impulsar CoopCycle en la Argentina le permitió al equipo comenzar a vislumbrar una serie desafíos, dificultades y diferencias respecto a la posibilidad de implementar esta plataforma más allá de las fronteras de Europa.
En primer lugar, se puso de relieve la necesidad de incorporar el pago en efectivo que no estaba previsto hasta el momento en la plataforma. Los colectivos de repartidores/as implicados en el proceso pusieron de manifiesto que se trataba de una funcionalidad prioritaria para reflejar la dinámica del trabajo que realizaban cotidianamente. Rápidamente se avanzó con este nuevo desarrollo en articulación con un equipo de México donde también comenzaba a desplegarse CoopCycle.
Es interesante notar que, a primera vista, esto podría parecer una mejora sólo para las sociedades latinoamericanas dadas las grandes masas de población trabajando en la economía informal. Sin embargo, en virtud de algunos datos, podemos pensar que no es un problema estrictamente latinoamericano. En el 2017, 1.700 millones de personas adultas a escala mundial aún no tenían acceso a servicios bancarios. Incluso si bien la titularidad de cuentas bancarias creció, la brecha de género (7 %) y la brecha entre los/as más ricos/as y los/as más pobres (13 %) persistió, tanto en los países denominados “desarrollados” como en los países “en desarrollo”. La titularidad de cuentas también fue menor entre los/as adultos/as jóvenes, los/as menos educados/as y los/as que se encontraban fuera de la fuerza laboral (Demirgüç-Kunt, Klapper, Singer, Ansar, & Hess, 2018: 4).
En segundo lugar, la georreferenciación se constituyó en un escollo a resolver. El software tenía integrada la usina de geolocalización OpenStreetMap, a modo de contribuir al fortalecimiento de esta herramienta alternativa a Google Maps, la cual cobra tarifas por su utilización. Sin embargo, OpenStreetMap presentó dificultades para ser utilizada en nuestro país, pues no registra de modo cabal y actualizado direcciones y calles. En este sentido, el equipo de FACTTIC decidió trabajar en las instancias locales con Google Maps a pesar de que no se tratara de un proyecto libre y asumiendo posibles costos asociados. En este mismo sentido, en relación con las herramientas de geolocalización disponibles en la plataforma, al problema anterior parcialmente resuelto, se suma la necesidad de marcar zonas de no operación o de no reparto, por ser identificadas por los trabajadores del sector como zonas peligrosas para entregar pedidos. Si bien se trabajó en este problema, aún no se le ha implementado una solución.
Para FACTTIC estas primeras dificultades significaron un duro golpe en las expectativas de avance de la implementación argentina de la plataforma y motivaron un rico debate interno. Como resultado surgió una mirada más abarcatíva sobre el problema que ya no se limitaba a la adaptación del software, sino que incorporaba aspectos socioeconómicos y culturales del sector de reparto y priorizaba alianzas estratégicas con diversos actores. En términos organizativos, el equipo intercooperativo decidió crear espacios más definidos para lo que dio en llamar mejora continua con el objetivo de tener capacidad de respuesta frente a las nuevas necesidades funcionales de la herramienta. Los recursos para esta tecnología de organización se desarrollaron en conjunto con la federación internacional de CoopCycle, intensificando el vínculo político.
3.2. El mapa no es el territorio: resignificando la identidad del proyecto
La adaptación de la plataforma evidenció nuevamente que los aspectos técnicos no pueden pensarse escindidos de las cuestiones sociales, políticas y territoriales. En relación a los componentes de identidad del proyecto, se puso sobre la mesa una tensión respecto a los medios de transporte utilizados. Desde sus comienzos, en Europa el proyecto se encuentra comprometido con el uso exclusivo de bicicletas y parte de sus recursos provienen de organismos de apoyo a la sostenibilidad ambiental. En las primeras experiencias que se vincularon a la plataforma en nuestro país, sin embargo, la mayoría de los/as trabajadores/as utilizaban motos.
Para superar esta potencial colisión de valores, y con la decisión de evitar la bifurcación de los proyectos regionales, FACTTIC elaboró un “Plan de transición de medios de transporte” (3 de mayo de 2021) para las cooperativas argentinas, el cual fue aprobado por la federación CoopCycle. Dicha propuesta sugiere un esquema para que el desarrollo de cooperativas de reparto en la región esté acompañado por una modificación paulatina hacia medios de transporte sustentables a partir de requisitos de ingreso y permanencia, la generación de incentivos y la construcción de acuerdos con actores locales. La propuesta establece que los colectivos de trabajadores/as que se incorporen deben contar con al menos un 20% de medios de transporte sustentables.
La suscripción anual pagada por cada cooperativa de reparto para mantener los recursos mutualizados aumenta según el porcentaje de medios de transporte no sustentables. Estos pagos adicionales se complementan con descuentos que premian el avance en los procesos de transición, estrictamente estructurados con plazos, controles anuales y sanciones económicas. El esquema también incluye acciones de sensibilización y capacitación por parte de FACTTIC en temas ambientales, y el desarrollo de vínculos con el Estado para facilitar la compra de bicicletas (FACTTIC, 3 de mayo de 2021). Cabe aclarar que este plan aún no se ha puesto en práctica, pues las cooperativas argentinas se encuentran en una etapa piloto.
El proceso de construcción de acuerdos sobre esta temática y el diseño de alternativas permitió abrir interrogantes sobre las capacidades de CoopCycle para resignificarse como una tecnología social para la inclusión de las clases excluidas en Latinoamérica. Parte de las discusiones se detuvieron en datos cuantitativos sobre las dimensiones de las localidades que utilizan hoy la plataforma en los países de Europa y el tamaño de las ciudades que comenzaban a realizar pruebas piloto en Latinoamérica ¿Se trataba de medir metros de distancia? ¿En Argentina no se usan bicicletas para el reparto por una insuficiente conciencia ecológica? Una vez más, el mapa no es el territorio. La investigación arrojó que una larga serie de factores influyen en estas diferencias entre las organizaciones de repartidores/as de cada lado del océano: los costos de bicis y motos y el acceso a seguros por robo, la cantidad de repartos necesarios para llegar a reunir un ingreso de subsistencia, el estado de la infraestructura de las ciudades, cuestiones culturales, entre otras.
El plan de transición desarrollado por FACTTIC, y aceptado por la Federación Coopcycle, permitió dar lugar a estas diferencias al mismo tiempo que generar las condiciones para que el proyecto siga su curso. Entendemos este plan como una innovación significativa desarrollada en este periodo. Un verdadero artefacto socio-técnico que ha tenido la cualidad de tender un puente entre valores y prácticas para sostener la posibilidad de la apropiación latinoamericana de CoopCycle. Pero no solo eso, también implicó el desarrollo de capacidades cognitivas de negociación de sentidos y construcción de acuerdos que fortalecen la alianza internacional.
3.3. Incubar procesos en un sector precarizado: de las cooperativas a los circuitos socioeconómicos
Tal como mencionamos, desde el comienzo del proyecto el equipo de FACTTIC ha estado realizando presentaciones para difundir la plataforma y acompañando a colectivos de trabajadores/as del sector de reparto. Este acompañamiento rápidamente demostró que debía abarcar aspectos más amplios que el uso del software. En la práctica esto incluyó cuestiones tales como el asesoramiento para la gestión de la matrícula cooperativa, donaciones y financiamientos para la mejora de la infraestructura tecnológica de las cooperativas de reparto, alianzas con otras entidades para brindar capacitaciones en organización de los procesos de trabajo y gestión cooperativa y apoyo para la contratación de seguros de accidentes personales y cuentas bancarias, entre otras necesidades. Esta nueva comprensión sobre el desafío llevó al equipo de implementación local a diseñar una organización más compleja (división de tareas, definición de roles, flujos de trabajo) que contemplara tareas de formación y comunicación, así como cuestiones legales y comerciales.
Sin embargo, inclusive con las acciones mencionadas, la superposición entre la incorporación del software y los esfuerzos para la formalización de las cooperativas generó un escenario complejo. Las cooperativas que se incorporaban al proyecto estaban integradas por trabajadores/as con ingresos y condiciones de vida precarias e inestables que no contaban con los recursos para invertir tiempo en tareas no estrictamente productivas, como la formación en el uso de la plataforma y la burocracia necesaria para los trámites de la formalización. Vinculada con esta dificultad, se identificó una limitación adicional al intentar migrar las operaciones diarias a la nueva plataforma, dado que esto implicaba la creación de nuevos roles, como el del/a despachador/a de pedidos, y un reordenamiento en la división de tareas.
La implementación local se enfrentó, además, con las limitaciones impuestas por la pandemia del COVID-19 que imponía dificultades para realizar reuniones presenciales con los colectivos de trabajadores/as debido a las medidas de distanciamiento social, y la crisis del sector gastronómico provocada no sólo por las medidas de distanciamiento, sino también por la crisis económica, entre otras cuestiones, ralentizaron las experiencias piloto.
Así, queda planteado el desafío de superar una situación paradójica: el uso de esta nueva herramienta tecnológica tiene como objetivo traer una mejora cuantitativa y cualitativa en la economía de subsistencia de los grupos de reparto, pero esa misma precarización pone obstáculos a la implementación. Esta encrucijada llevó nuevamente a repensar el enfoque de trabajo y a la búsqueda de nuevas herramientas y vinculaciones. El planteo inicial de incubar y acompañar colectivos de repartidores/as se desplazó hacia una perspectiva que focaliza los esfuerzos en la creación de circuitos socioeconómicos territoriales (Pastore, 2020). En ese sentido, el equipo ha logrado articular con organismos gubernamentales y universidades públicas para elaborar modelos de negocios aplicables al sector, y acceder a políticas públicas de inserción laboral, y con organizaciones con capacidad de generar volúmenes de demanda.
Lograr una masa crítica es un requisito para cualquier emprendimiento económico y, en particular, para aquellos en la economía de plataforma: más usuarios/as y clientes/as tornan más atractiva la plataforma y, en consecuencia, logran involucrar a más usuarios/as. Dar los primeros pasos en la creación de esos efectos de red se impone como el principal desafío.
3.4. CoopCycle Latinoamérica y la construcción de funcionamiento a escala regional
Pero Argentina no estaba sola en la región. Paralelamente al proceso descrito, México y Chile estaban también desarrollando iniciativas de implementación. Es interesante notar que dichas iniciativas partieron de organizaciones y espacios diversos. En el caso de México, el impulso fue dado por organizaciones no gubernamentales en articulación con organismos estatales de fomento del cooperativismo. Chile dio sus primeros pasos desde espacios universitarios en articulación con cooperativas de reparto. Ambos, distintos, a su vez, de la trayectoria argentina que parte de una federación de cooperativas tecnológicas.
Sin embargo, los puntos de encuentro no se hicieron esperar. Cuestiones funcionales, tales como la incorporación de pago en efectivo, e idiosincráticas, como el uso de diversos medios de transporte, rápidamente se pusieron en diálogo y delinearon una agenda de colaboración técnica y política. Por otra parte, también se compartía la preocupación por el desarrollo de las cooperativas de reparto y su sostenibilidad económica.
Luego de un año de trabajo conjunto e intercambios con el equipo europeo, en diciembre de 2021 se oficializó CoopCycle Latinoamérica (CoopCycle, diciembre de 2021). Esta red cuenta a la fecha con integrantes de Argentina, Chile[15], México[16] y Uruguay,[17] en donde las experiencias se encuentran en etapa piloto. Tal como señala uno de sus impulsores: “El trabajo articulado creo que es lo más eficiente que podría haber y aunque celebro la convergencia, si puedo, no la elijo, prefiero la articulación. Como somos poquitos, estemos cerca, no estemos separados viendo cómo lo hace cada uno” (entrevista citada en Kasparian, 2022b: 120-121). En consecuencia, el objetivo de la red es discutir y abordar colectivamente desafíos técnicos y territoriales comunes.
Si bien es cierto que el software creado en Europa se encuentra a disposición para que lo utilicen proyectos cooperativos en otras partes del mundo y la Federación de cooperativas de CoopCycle es un espacio abierto y accesible, esto no significa que la capacidad de esta plataforma de escalar más allá de Europa sea automática ni que se explique en términos de replicación. Por el contrario, las condiciones de posibilidad para que la plataforma funcione en nuestro país y en la región se fueron construyendo en intercambios que dieron lugar a la creación del espacio regional.
CoopCycle en tanto plataforma cooperativa es a la vez local, regional y global. La sostenibilidad y crecimiento de la plataforma reposa, en gran medida, sobre la posibilidad de integrar en un mismo proyecto global –anclado en los principios de la economía social y solidaria– implementaciones locales con características e identidades diversas.
Conclusiones
A lo largo de este artículo analizamos la implementación local de CoopCycle desde una lente particular que nos permite reconstruir la trayectoria socio-técnica del proyecto argentino a la fecha. Identificamos algunos nudos problemáticos vinculados a efectos de transducción y el sinuoso camino de la construcción de funcionamiento del proyecto en el contexto local. El caso pone en evidencia que superar lecturas ingenuas o deterministas sobre el desarrollo tecnológico es un factor sustancial a la hora de trabajar con tecnologías sociales. Además de constituir un debate conceptual, consideramos que esta mirada afecta los modos en que se diseñan y despliegan los procesos de cambio tecnológico y social.
Las adaptaciones funcionales, las resignificaciones identitarias, la construcción de circuitos socioeconómicos como estrategia de despliegue territorial y la consolidación de un espacio regional de funcionamiento ejemplifican algunas de las operaciones necesarias y virtuosas en un proceso de implementación local de una plataforma cooperativa transnacional que no se pretende homogénea. Estos procesos tienen como denominador común la resignificación creativa de procesos, productos y artefactos en la búsqueda de una apropiación crítica pero también instrumental, en general, de las plataformas como tecnología de intermediación y, en particular, de CoopCycle como plataforma cooperativa gestada en un contexto diferente del latinoamericano.
Sin agotar este análisis, proponemos situarnos desde esta perspectiva para continuar analizando los modos en que puede escalar y ser sostenible una economía de plataformas centrada en la reproducción de la vida de las personas y las comunidades en distintas partes del globo. Entendemos que las plataformas cooperativas tienen el potencial de construir una alternativa real frente a la crisis global en el mundo del trabajo. La consideración de la diversidad y la ausencia de pretensión de homogeneidad en los vínculos y retroalimentaciones de las distintas implementaciones permiten fortalecer una plataforma global anclada en las realidades locales. Las dificultades y desafíos nos recuerdan aquella frase que Audre Lorde pronunciaba tiempo atrás “La supervivencia es aprender a asimilar nuestras diferencias y a convertirlas en potencialidades. Porque las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo” (Lorde, 1984: 38). CoopCycle parece demostrar que la innovación puede estar al servicio de la construcción de alianzas contrahegemónicas alternativas. La mejor forma de resistir es crear.
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Directorio del Consorcio del Cooperativismo de Plataformas: https://directory.platform.coop/
FACTTIC página web: https://facttic.org.ar/facttic/
Otra Economía, vol. 16, n.29, 41-59 - enero/junio 2023 - ISSN 1851-4715 - Recibido: 27/07/2022 - Aceptado: 26/04/2023
CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO: Muñoz Cancela, C.; Kasparian. D., y Grasas, J. (2023). Análisis socio-técnico de la implementación argentina de la plataforma cooperativa CoopCycle. Otra Economía, 16(29), 41-59
[*] Cooperativa Código Libre - FACTTIC - Universidad Nacional de Quilmes, Argentina
**Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6861-8523
*** Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina
[2] La FACTTIC está compuesta en la actualidad por alrededor de 35 cooperativas TIC distribuidas por el territorio nacional (página web de FACTTIC).
[3] Este artículo representa un avance de investigación respecto a publicaciones previas de los/as autores/as Kasparian (2022a), (2022b); Kasparian, Súnico, Fajn, Cófreces, Grasas, Katz y Vannini, (2021); Gigena, Kasparian, Lujambio y Muñóz Cancela, (2022).
[4] El proyecto estuvo a cargo de Denise Kasparian y contó con financiamiento del Institute for the Cooperative Digital Economy (The New School). Se tituló "The Local Implementation of Platform Co-ops in Argentina" (La implementación local de cooperativas de plataforma en la Argentina) y se ejecutó durante el 2021. Para mayor información, consultar: Kasparian (2022a ), (2022b).
[5] El título del proyecto es “CoopCycle Argentina: cooperativismo de plataformas como estrategia de desarrollo local”. Vincula al Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires) y a la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC). Convocatoria 2021. Código del proyecto: 193.
[6] Para contar con un panorama de las experiencias existentes alrededor del mundo, consultar el directorio del Consorcio del Cooperativismo de Plataformas: https://directory.platform.coop/
[7] Es importante tener en cuenta que esas reglas tienen sentido en las cooperativas europeas donde las cooperativas de trabajo tienen empleados/as. En este sentido, el acento está puesto en que los/as trabadores/as se enmarquen en una relación laboral formal. Para el caso argentino, tomando las cooperativas de trabajo, significaría que los/as trabajadores sean asociados/as.
[8] GitHub es un proveedor de hosting de Internet para el desarrollo colaborativo de software y el control de versiones mediante Git. Se usa comúnmente para albergar proyectos de código abierto.
[9] OpenStreetMap es un proyecto colaborativo para crear mapas editables y libres alternativa a google maps.
[10] Slack es una plataforma de comunicación que ofrece muchas funciones de estilo IRC: canales organizados por tema, grupos privados y mensajería directa. Dentro de Slack toda clase de contenidos (archivos, conversaciones y personas) puede ser buscada.
[11] Product owner o dueño de producto es un dispositivo/rol donde se atiende especialmente a las necesidades o puntos de vista del usuario del software. Parte de la idea de que aunque una tecnología no tenga errores graves puede no ser útil o satisfactoria para las personas que interactúan con ella.
[12] Loomio es un software de toma de decisiones y un servicio web diseñado para ayudar a los grupos en sus procesos de toma de decisiones colaborativos y centrados en el consenso. Es una aplicación web de software libre, donde los usuarios pueden iniciar discusiones y presentar propuestas.
[13] En diciembre de 2015 Mauricio Macri, líder de una coalición de centro-derecha, asumió como presidente de la Argentina.
[14] Éstas pueden ser categorizadas de acuerdo al sector económico: a) actividades de diseño, traducción, diseño de páginas web, servicios de programación, entre otros (Upwork, Freelancer y Workana); b) servicios de maestranza, reparación, limpieza y cuidados personales (IguanaFix, Home Solution, Mi Gran Taller, Zolvers, DogHero y GuauSurfing); c) alojamiento (Airbnb y HomeAway); d) transporte de pasajeros (Uber y Cabify); e) servicios de entrega de productos a domicilio (Rappi, Glovo, PedidosYa, Uber Eats, Ando y Rapiboy); f) comercio (MercadoLibre, OLX y LetGo) (López Mourelo, 2020: 20).
[15] En Chile hay cuatro cooperativas de reparto interesadas en sumarse a CoopCycle.
[16] En México, siete colectivos de reparto ya utilizan CoopCycle como proyectos piloto (Barrera-Flores, Cerdio-Vázquez, Guevara-Meza, Martínez-Louvier, Osorio-Torres, Rodríguez-Reyes, Viornery-Camacho y Zepeda-Medina, 2021).
[17] Al momento de cerrar este artículo, una federación cooperativa uruguaya estaba interesada en la implementación de CoopCycle en Uruguay y ya había realizado varias reuniones e intercambios con el equipo argentino.