Entre el silencio y la opacidad del sistema. Experiencias  agroecológicas y de economía

solidaria  protagonizadas por mujeres

Maria de los Angeles Arias Guevara

Otra Economía, vol. 13, n. 23: 105-125, enero-junio 2020. ISSN 1851-4715



Entre el silencio y la opacidad del sistema. Experiencias  agroecológicas y de economía solidaria protagonizadas por mujeres


Entre o silêncio e a opacidade do sistema. Experiências agroecológicas e de economia solidária protagonizadas por mulheres


Between the silence and the opacity of the system. Agroecological experiences based on solidarity economy led by women


Maria de los Angeles Arias Guevara*

litzandra2015@gmail.com 



Resumen: Desde los aportes de los feminismos del sur, la economía feminista y el ecofeminismo, el objetivo del artículo es comprender la experiencia vivida y agencia de las mujeres del asentamiento Contestado en el estado de Paraná, Brasil, como expresión de resistencia y contestación social frente al agronegocio, reflexionando las maneras en que se articulan las expresiones de economía solidaria, las prácticas agroecológicas y el cuidado de la naturaleza con las experiencias de vida y agencia de las mujeres. La metodología seguida se deriva de la postura etnográfica seguida durante el trabajo de campo apoyada en observaciones registradas en el diario de campo y en entrevistas narrativas. Los resultados muestran que la lucha por la tierra constituye la base sobre la que se tejen las redes de solidaridad y como desde los márgenes y silencios del sistema emergen otras formas de hacer economía, desde prácticas agroecológicas protagonizadas por mujeres; prácticas disidentes que tienen como centro la reproducción social de la vida y una relación amistosa con la naturaleza. Un proceso que re-territorializa el espacio en que viven, en tanto, reinventan trayectorias, resignifican su papel como mujeres y encaran las condiciones discriminatorias de género.

Palabras claves: economía solidaria, prácticas agroecológicas, experiencia-agencia.


Resumo: Desde as contribuições dos feminismos do Sul, da economia feminista e do ecofeminism, o objetivo do artigo é compreender a experiência vivida e a agência das mulheres do Assentamento Contestado no estado do Paraná, Brasil, como uma expressão de resistência e contestação social frente ao agronegócio, refletindo sobre as formas pelas quais as expressões da economia solidária, as práticas agroecológicas e o cuidado com a natureza se articulam com as experiências de vida e agência das mulheres. A metodologia utilizada deriva da postura etnográfica seguida durante o trabalho de campo, apoiada por observações registradas no diário de campo e em entrevistas narrativas. Os resultados mostram que a luta pela terra é a base sobre a qual se tecem as redes de solidariedade e como desde as margens e silêncios do sistema emergem outras formas de fazer economia, desde práticas agroecológicas protagonizadas por mulheres; práticas dissidentes que se centram na reprodução social da vida e em um relacionamento amigável com a natureza. Um processo que re-territorializa o

espaço em que vivem, na medida em que reinventam trajetórias, ressignificam seu papel como mulheres e enfrentam as condições discriminatórias de gênero.

Palavras-chave: economia solidária, práticas agroecológicas, experiência-agência.


Abstract: From the contributions of southern feminisms, the feminist economy, and ecofeminism, the aim of the article is to understand the lived experience and agency of the women of the Contestado settlement in the state of Paraná, Brazil, as an expression of resistance and social contestation against agribusiness, reflecting the ways in which expressions of solidarity economy, agroecological practices and care of nature are articulated with women's life experiences and agency. The methodology followed is derived from the ethnographic stance followed during the fieldwork supported by observations recorded in the field diary and in narrative interviews. The results show that the struggle for land forms the basis on which networks of solidarity are woven and how from the margins and silences of the system other forms of economy emerge, from agroecological practices carried out by women; dissenting practices centred on the social reproduction of life and a friendly relationship with nature. Processes that re-territorialize the space in which they live, while they reinvent trajectories, resignify their role as women and face discriminatory gender conditions.

Key words: solidarity economy, agroecological practices, experience-agency.



Introducción


Desde los años 1990, en América Latina comienzan a surgir experiencias de trabajo asociado, por iniciativa de trabajadores y trabajadoras como respuestas a la situación de desempleo, la precarización del trabajo y de la vida. A partir del año 2000 estas organizaciones crecieron por estímulo de políticas públicas dirigidas a generar trabajo y renta. Esas iniciativas comprenden variadas formas de auto-organización que van desde asociaciones solidarias, y clubes de trueque hasta cooperativas. En la literatura académica, ese conjunto de experiencias que proponen formas autogestionarias, solidarias y cooperativas de organización del trabajo, de la propiedad y de la división de los recursos definidos por los propios trabajadores, pasan a ser denominadas de Economía Solidaria  (Singer, 2002).

En Brasil, resultan de las iniciativas populares y del impulso que a ellas dan las políticas públicas, que ganan fuerza a partir de 2003, cuando fue creada la Secretaría Nacional de Economía Solidaria (SENAES) dentro del Ministerio de Trabajo y Empleo (MTE), y se organizó el Fórum de Economía Solidaria (FBES) constituido por los gestores, trabajadores e instituciones de fomento como las Universidades, las ONGs e Iglesias.

Autores como França-Filho e Laville (2004) colocan la Economía Solidaria como forma complementaria en el capitalismo, como un elemento más en coexistencia con otras formas de economía. No son presentadas como experiencias que se enfrentan y combaten al capitalismo, sino que surgen para combatir la pobreza y garantizar algunos derechos sociales. Singer (2002) las visualiza como pequeñas islas dentro del capitalismo, que de forma gradual van ganando fuerza para llegar a ser el modo de organización hegemónico, superando las relaciones de explotación capitalistas.

Razeto (1999), explica la economía popular como resultante de la conjunción de los cambios en el mundo del trabajo, y de transformaciones en el Estado, en que las crisis fiscal y administrativa reducen su capacidad de captar recursos para promover las tradicionales políticas sociales. El autor caracteriza la economía solidaria como formulación teórica en la que están presentes la solidaridad, la autogestión y la cooperación, que la diferencian de la lógica económica capitalista.

También son consideradas un importante espacio de formación, que potencia la lucha de los trabajadores organizados en movimientos sociales, y aunque su fuerza no es suficiente como para transformar las estructuras, viven en permanente tensión con la lógica del capital, y son vistas como espacios en que se produce una cultura del trabajo inspirada en la autogestión y en la producción asociada contrapuesta a la lógica del capital (Tiriba, 2008).

Se debe reconocer que, aun cuando las mujeres son las protagonistas de muchas de estas iniciativas, que desestabilizan las tradicionales relaciones de género, los autores más reconocidos en la economía solidaria en América Latina no prestaron atención a esta temática. Sin embargo, el vínculo de la economía solidaria con las experiencias de las mujeres, tiene ya una tradición en la perspectiva de la economía feminista y en los estudios sobre mujeres y agroecología y también en los relacionados con la lucha por la tierra, interés del presente trabajo.

A nivel internacional, podemos destacar a la economista francesa Isabelle Guerin (2005), quien estudió organizaciones de mujeres en Francia y Senegal, haciendo énfasis en el acceso a los derechos. Guerin considera las acciones altruistas desarrolladas por las mujeres de manera colectiva como espacios intermediarios entre lo público y lo privado, lo monetario y lo no monetario, entre Estado y sociedad civil. Es por eso que cumplen el papel de garantizar el acceso a derechos formales de manera real, elemento al cual atribuye el nombre de 'justicia de proximidad’.

Estudios realizados por Hirata y Kergoat (2007) muestran que los hombres están concentrados en establecimientos mayores de la economía solidaria, aquellos que muestran mayor estabilidad, mientras que las mujeres se concentran en asociaciones menores, más vulnerables e inestables con menores posibilidades de obtención de una renta mayo reproduciendo los trazos de la división sexual del trabajo del mercado formal.

Cuando enfocamos el análisis desde perspectivas que articulan elementos teóricos de los feminismos del sur, la economía feminista, los aportes de las éticas del cuidado o del ecofeminismo tercermundista, dislocamos de los márgenes al centro sujetos/as, prácticas económicas y maneras de relacionarse con la naturaleza no relevantes para el discurso racional occidental, como por ejemplo, la plusvalía ‘invisible’ aportada por las mujeres en la reproducción social de la fuerza de trabajo y de la vida.2

En este trabajo presentamos el camino metodológico y los anclajes teóricos que sustentan nuestra reflexión, mapeamos la trayectoria de las mujeres en la construcción de esa otra economía, en la misma medida que sus narrativas nos hablan de nuevas posicionalidades como mujeres y de otra ontología. Finalmente, incorporamos las maneras en que se articulan las expresiones de Economía Solidaria y las prácticas agroecológicas con las experiencias de vida y agencia de las mujeres, interés de la propuesta.

El artículo, tiene como objetivo comprender la experiencia vivida por las mujeres del asentamiento Contestado en el estado de Paraná, Brasil en un camino que atraviesa la lucha por la tierra, prácticas agroecológicas e iniciativas solidarias, bases sobre las que se construye la cooperativa “Terra Livre” como expresión de resistencia y respuesta social frente al agronegocio como modelo de desarrollo rural hegemónico.


Camino metodológico


La metodología se deriva del trabajo de campo, de observaciones directas en el contexto de la realización de entrevistas y de la lectura de las fuentes teóricas con las que dialogo. Se privilegiaron entrevistas narrativas como herramienta artesanal de carácter desestructurado que permite comprender las experiencias subjetivas y los contextos en que son construidas, así como aquellos factores que producen los cambios y motivan las acciones.

Desde una perspectiva epistémica feminista considero las entrevistas realizadas como conversaciones nada ‘inocentes’, en tanto la mirada -siguiendo a Haraway (1995)- no está exenta de un posicionamiento ético y político de “visualización”, con lo que me alejo de la falsa neutralidad del pensamiento científico occidental, que pretende la búsqueda de objetividad y universalidad del conocimiento producido a través de hipótesis anticipadas. El empeño en comprender la experiencia y la agencia de mujeres que tienen la agroecología como modo de vida y visión del mundo, implica “La ciencia y la política de la interpretación, de la traducción, del tartamudeo y de lo parcialmente comprendido” (Haraway, 1995: 31), considerando un reto etnográfico traducir al texto escrito aquellas vivencias, sensaciones y afectos nacidos de las relaciones que como investigadora establecí durante el trabajo de campo.

En este sentido, la metodología utilizada busca expresar las posibilidades que brinda una mirada posicionada que pretende encontrar la amplitud de traducciones, a través de un “conocimiento situado” en el campo teórico de los estudios feministas del sur, el ecofeminismo crítico, la economía feminista y los estudios sobre el cuidado. El concepto de “situación”, utilizado por Simone de Beauvoir, reconoce el marco objetivo diferencial desde el cual mujeres y varones se proyectan como sujetos libres.

Los “Saberes situados” en Donna Haraway constituyen un concepto indicativo sobre la naturaleza corporizada de toda mirada y las localizaciones circunscriptas que permiten “aprender a ver”, en vinculación a un lugar, a un posicionamiento (Femenías y Soza Rossi, 2011), ya que “desde dónde se enuncia es tan importante como qué se dice”. Trayectorias que son narradas por Mujeres que reivindican su posición en la Agroecología desde redes y prácticas productivas solidarias en un asentamiento de Paraná en confrontación con el agronegocio, modelo hegemónico de producir y comercializar. Asimismo, los feminismos del Sur reivindican estudios situados desde “lugar de enunciación”, “lugar de habla” de las mujeres.

A partir de lo narrado, desde el aquí y el ahora nos será posible reflexionar sobre las interacciones y conflictos que relacionan a las mujeres con la realidad más amplia en la que se insertan. Es así, como desde el punto de vista metodológico intento construir una especie de cartografía de las experiencias agroecológicas protagonizadas por estas mujeres, tejer las narrativas individuales con las colectivas y mirar a través de las ventanas que éstas abren al entramado que relaciona lo aparentemente invisible con la estructura económico-social más amplia, condicionada por el modelo neoliberal y su concreción rural en el agronegocio.

El método cartográfico nos permite centrar la reflexión en aspectos considerados marginales desde la racionalidad occidental,3 como lo es el hecho de la experiencia y la agencia de mujeres rurales que practican la agroecología y la economía solidaria desde la interseccionalidad de género y capturada a través de narrativas que las resignifican y reposicionan desde el punto de vista político, que expresan vidas construidas por cuerpos en resistencia.

El sentido usado sigue el descrito por Gilles Deleuze para caracterizar el movimiento del diagrama analítico de Foucault, mapas que se superponen, que construyen articulaciones desde temas marginales en la modernidad occidental, que conectan:


Pontos relativamente livres ou desligados, pontos de criatividade, de mutação, de resistência; e é deles, talvez, que será preciso partir para se compreender o conjunto. É a partir das “lutas” de cada época, do estilo das lutas, que se pode compreender a sucessão de diagramas ou seu re-encadeamento por sobre as descontinuidades (Deleuze, 2005: 53).  


Es el método cartográfico el que hace relevante la escritura fluida de Foucault para entender el funcionamiento de la sociedad moderna y sus instituciones:


aparecer uma nova geografia de nosso pensamento e de nossas práticas ao ir buscar naquilo que foi considerado minoritário, desviante, criminoso, invisível, ameaçador, as próprias operações fundamentais de constituição do que somos e daquilo que fizemos e fazemos com nós mesmos (Albuquerque J; Veiga-Neto; Souza Filho, 2008: 9).


Es así como podemos cuestionar el por qué el trabajo de cuidado que reproduce la vida no es considerado trabajo, siendo una condición de la existencia del sistema económico, o por qué la mayoría de las mujeres rurales no son consideradas como fuerza productiva; por qué sus aportes no entran en las cuentas nacionales del producto nacional bruto agropecuario;4 por qué el pensamiento económico no dignifica aquellas formas que valorizan más la solidaridad que el lucro; por qué los estudios de género, entre ellos, los que tienen que ver con las experiencias de las mujeres rurales quedan en los márgenes discursivos del pensamiento sociológico y de otras disciplinas, concentradas más en los grandes acontecimientos y estructuras del presente, sin dar visibilidad a aquellos mapas que tejen las relaciones de poder y que esconden otras subordinaciones marcadas por el género, la edad, el color de la piel, la orientación sexual, entre otras.

Para poder reflexionar sobre prácticas económicas solidarias desde una perspectiva de género, sobre cómo se construyen ruralidades contrahegemónicas, otras maneras de relacionarse entre los seres humanos y de éstos con la naturaleza no humana desde el cuidado y la ecodependencia, sobre la construcción de nuevas subjetividades, se precisa de un posicionamiento y una práctica de investigación capaz de producir conocimientos “con” y no “sobre”, de perspectivas epistémicas nacidas en los márgenes de la racionalidad occidental, y que nos sustentan e implican, pues también como investigadoras, nuestra subjetividad entra en el juego de los saberes y las relaciones de poder; es decir, somos también escogidos/as “por lo que para nosotros adquirió sentido y que también nos significó, nos subjetivizó, nos hizo sujetos/as.” (Corazza, 2002: 124).

Con esta opción por las entrevistas narrativas no se pretende la búsqueda de la verdad, pues, las narrativas no están abiertas a comprobación y no pueden ser juzgadas como verdaderas o falsas, sino que expresan un punto de vista en determinado tiempo, espacio y contexto sociohistórico (Jovchelovich y Bauer, 2002), del cual emerge una historia particular que resulta de la interacción. Todo un proceso que articula momentos largos de conversaciones que desencadenan palabras que luego se tejen y encadenan para que sus voces no estén ausentes en el texto que como autora debía construir.

Las narrativas sobre las trayectorias de vida que conducen al aquí y al ahora de las prácticas agroecológicas, describen las experiencias personales desde el ámbito sentimental de las relaciones e interdependencias, incluyendo las que se establecen con la naturaleza. Constituyen, siguiendo a Warren (2003), una manera de reconocerse subjetivamente implicado por los otros, esto es, “estar en relación con” otros, incluyendo humanos y no humanos. Para esta autora la narración en primera persona contiene actitudes y comportamientos éticos, marginados en la tradición ética occidental.

   Las narrativas de las mujeres crean y recrean los dramas de sus múltiples identidades individuales y colectivas, conectadas siempre con otras narraciones y articuladas a fenómenos más amplios que explican cómo se estructuran las relaciones de poder en una sociedad patriarcal, la economía, la política, la religión, las relaciones de la sociedad con la naturaleza, etc.; las marcas dejadas por estas relaciones en sus cuerpo-territorio y en la naturaleza no humana.

   Asumir las entrevistas narrativas para comprender la experiencia en sus trayectorias de vida desde la mirada interseccional que nos brindan los feminismos del sur nos permite entender el cómo problematizan las subordinaciones de género, también las maneras cómo resisten y expresan sus agencias, en un movimiento en que lo que se narra va del presente al pasado o viceversa, en tiempos no lineales, con la carga emocional que implica el verse protagonista de una historia que se resignifica a través de gestos y palabras que dan sentidos a las configuraciones del presente. En tanto, las narrativas pueden ser comprendidas “como resultado de las prácticas cotidianas que, a su vez, pueden considerarse históricas y denunciar las reglas que las gobernaron y produjeron.” (Caetano, 2016: 33).

Las entrevistas fueron realizadas en el asentamiento Contestado. También se aprovecharon para estos fines las jornadas y exposiciones agroecológicas. En esos mismos espacios eran realizadas observaciones.


  Ejes teóricos para dialogar con el campo de investigación desde opciones feministas.

1. Entender el trabajo en claves feministas.


Reflexionar críticamente sobre lo que emerge del campo de investigación llevó a dialogar con posturas teóricas que colocan su foco en aquel trabajo realizado en espacios no mercantiles. Como trabajo que reproduce fuerza de trabajo tiene también incluida una plusvalía ‘invisible’; “nuestra subordinación a los hombres en el capitalismo fue causada por nuestra falta de remuneración y no por la naturaleza "improductiva" del trabajo doméstico, y en que la dominación masculina se basa en el poder que el salario le otorga a los hombres” (Federici, 2017: 12), reivindicando así, su papel en la organización capitalista del trabajo y en la acumulación capitalista.

Uno de los aportes fundamentales de la Economía Feminista es recuperar el lugar de las mujeres en el sistema económico, en tanto el pensamiento económico tradicional relaciona la economía sólo con actividades monetarizadas, desarrolladas fundamentalmente en espacios públicos y mayoritariamente por hombres. Los estudios feministas muestran los sesgos androcéntricos de este enfoque, cuestión importante si tratamos de visibilizar desde las experiencias situadas de las mujeres rurales, su papel en la producción agroecológica y en las actividades de cuidado al aprehender “la interrelación de las relaciones de género con la economía, entendiendo el género como esa marca de subordinación calificada por otras variables (Pérez Orozco, 2006). Téngase en cuenta que por los patrones de género los censos agropecuarios ubicaron a las mujeres como ayudantes familiares no remuneradas, excluidas de la propiedad y de las políticas de desarrollo hasta fecha muy reciente.

La Economía Feminista problematiza todo el conjunto de la economía, la esfera del mercado y del no-mercado, el trabajo remunerado y no remunerado, la producción y la reproducción social del cuidado, la división sexual del trabajo, la diferencia entre trabajo y empleo. La ampliación del concepto de trabajo, es condición para el reconocimiento del aporte de las mujeres a la economía, en tanto el trabajo realizado en los hogares es una condición de la existencia del sistema económico. Esto exige responsabilidad, tanto del capital como del Estado. Al hacer visible la articulación fundamental entre el trabajo no remunerado, realizado mayoritariamente por las mujeres, y la economía productiva formal, se introducen nuevos elementos que colocan al trabajo no remunerado y sus aportes al bienestar social en el centro de la agenda política.

La visibilidad del trabajo doméstico como reivindicación política no sólo se propone hacer explícita la relación entre trabajo de reproducción y el producto social, sino también, abrir un debate sobre las normas de la distribución, los modos de producción y la calidad de la relación entre producción y reproducción. (Giosa y Rodríguez, 2010: 15).

Las economistas feministas han mostrado cómo el trabajo gratuito realizado en el ámbito reproductivo por las mujeres al no entrar en las cuentas nacionales se convierte en un subsidio, una sombra del crecimiento económico, en tanto sólo tiene valor aquello que se intercambia en el mercado y que contiene expresión monetaria. Anque las estadísticas de género indican que en América Latina “el trabajo no remunerado representa una proporción no inferior al 20% del Producto Interno Bruto” (Bravo, 1998: 63) el trabajo que reproduce la vida no es considerado riqueza producida en el PIB. Por ende, esta cuestión requeriría una redefinición conceptual de lo que entendemos por trabajo y de lo que se entiende por economía, como así también redefinir el valor de la reproducción social de la vida, que en lo esencial es realizado por mujeres.

Avanzar hacia la desmercantilización de los principales bienes y servicios que garantizan la vida humana, recuperar la soberanía sobre el propio trabajo y el reto de encontrar y extender nuevas formas de organización del trabajo orientadas por la autogestión, son visiones compartidas por la economía feminista y las propuestas de la economía solidaria. (Quiroga, 2009). Propuesta que lleva implícito superar los binarismos modernos entre lo productivo/reproductivo, lo público y lo privado.


2. El cuidado y la ‘sostenibilidad de la vida’


   En este sentido, uno de los enfoques más importantes para interpelar el campo de investigación desde la economía feminista es el de ‘sostenibilidad de la vida’, que nos permite encontrar vínculos con propuestas teóricas que vienen de ecofeminismos críticos y de los estudios sobre la ética del cuidado.

   Este enfoque defendido por Carrasco (2009), Pérez Orozco (2015) y Picchio (2005) trasciende las jerarquías, binarismos y la centralidad que el pensamiento económico moderno dio a lo productivo, extendiendo el valor de la economía más allá del encuadramiento público que produce bienes o servicios que luego se concretan en mercancías y salarios. Al omitir la interrelación entre las esferas del cuidado y la producción de bienes con valor de cambio, la economía clásica desconoció una parte de la riqueza social producida: aquella aportada por las mujeres en la esfera doméstica.

   Los aportes del ecofeminismo5 y los estudios sobre la ética del cuidado contribuyen a trascender el encuadramiento en lo reproductivo del concepto de reproducción social para ampliarlo a la naturaleza no humana. Las prácticas productivas agroecológicas son en sí mismas sostenedoras de la vida humana y del ambiente natural como patrimonio colectivo, rompiendo así una de las principales dicotomías de la racionalidad moderna que separa la cultura de la naturaleza, la producción de la reproducción y sus jerarquías constitutivas.

   El marco conceptual de estas propuestas: trabajo, cuidados, interdependencia, vulnerabilidad, responsabilidad, ecodependencia, entre otros, son claves para entender la economía solidaria; muchos de estos conceptos están incorporados en las narrativas de las mujeres protagonistas de las prácticas agroecológicas. Estas corrientes teóricas desplazan su lectura de género a la sostenibilidad de la vida, para deconstruir los sesgos androcéntricos, patriarcales del sistema como un todo, rompiendo con las

separaciones en esferas estancas y lugares asignados por el pensamiento moderno a hombres y mujeres. ‘Sostener la vida’ siguiendo a Pérez Orozco (2015) va mucho más allá de lo que hacen las mujeres en sus casas, cuestionando los impactos económicos del sistema sobre la vida misma; cuestión que también es problematizada por el ecofeminismo.

Un aspecto que articula las posiciones asumidas es la reflexión crítica sobre lo cotidiano, que se politiza y relaciona con el sistema como un todo. Mirar desde estos enfoques es sumamente útil para reflexionar sobre experiencias agroecológicas situadas, que en la misma medida que son disidentes al sistema dan respuestas a otros modos de producir y vivir la ruralidad. Estos enfoques reconocen los limites en que el sistema coloca la vida misma, situando como criterios éticos la responsabilidad social del cuidado, incluyendo el cuidado de la naturaleza, lo que nos involucra a todos/as y por supuesto al Estado, por tanto, aquí se incluye tanto la interdependencia como la ecodependencia.

   Los estudios sobre el cuidado colocan en el centro de sus análisis la idea de que todos/as precisamos de cuidados a lo largo de nuestra vida, que somos vulnerables e interdependientes. Entendiendo el cuidado como:


Una actividad de la propia especie que incluye todo lo que podemos hacer para mantener, continuar y reparar nuestro "mundo" para que podamos vivir en él de la mejor manera posible. Este mundo incluye nuestros cuerpos, a nosotros mismos y nuestro entorno, y todo en lo que buscamos intervenir de una manera compleja y autosuficiente (Tronto, 2007:287).


   El ecofeminismo muestra, desde una perspectiva crítica, aquellos entramados socioculturales que tejen las relaciones de nuestros cuerpos con los ecosistemas que habitamos, brindando así las claves para deconstruir los esencialismos que identificaron a las mujeres con la naturaleza, justificando sus roles de cuidadoras por el hecho de ser mujeres. Visualizar la relación que existe entre la explotación y mercantilización de la tierra con la explotación sexual femenina y la mercantilización de nuestros cuerpos ha sido fundamental en este enfoque. Una economía basada en valores del patriarcado y del mercado capitalista con énfasis en el crecimiento del Producto Interno Bruto omite y destruye las fuentes de vida de las mujeres que reproducen su vida a través de prácticas agroecológicas, en tanto, “pasa por alto el valor económico de las economías vitales que son necesarias para la supervivencia humana y ecológica: la economía de la naturaleza y la economía del sustento” (Shiva; Mies, 2013: 19).

El ecofeminismo revela así los nexos existentes entre patriarcado y capitalismo y en diálogo con los estudios sobre el cuidado muestra la devaluación sufrida por aquellas actividades que sostienen la vida, históricamente realizada por las mujeres. Las mujeres con las que dialogamos se sienten orgullosas de que la totalidad de sus vidas no este mercantilizada. Las prácticas agroecológicas organizadas en base a los principios de la economía solidaria son contrahegemónicas a la acumulación como lógica del sistema. Por tanto, desde una mirada ecofeminista, siguiendo a Alicia Puleo (2011) la reproducción social debería estar orientada al sostenimiento y cuidado de la vida como cuestiones fundamentales.

Las confluencias existentes entre los enfoques seguidos nos permite deconstruir lo que en la literatura feminista se llama identidad alrededor del cuidado y del bienestar colectivo; o lo que es definido como la constitución de las mujeres como “seres-para-los-otros, estructuradas por la sexualidad, el trabajo y la subjetividad enajenadas, para dar vida, sentido y cuidado a otros” (Lagarde, 2000: 45). Deconstruir estos esencialismos, implica romper con la lógica binaria entre lo público y lo privado, democratizando el espacio doméstico, como espacio primario de la reproducción social de la vida.


3. Experiencia y Agencia en las claves de los feminismos del sur.


 Desde el punto de vista epistémico, reflexionar sobre este tema trajo a colación la comprensión conceptual realizada por los Feminismos del Sur sobre la agencia que es entendida en Occidente como sinónimo de resistencia, de autonomía y subversión frente a las relaciones de dominación, desde la influencia ejercida por autores como Foucault. Tanto Chandra Mohanti (2008) como Saba Mahmood (2006), realizan una crítica al entendimiento del feminismo occidental sobre la comprensión de las mujeres del tercer mundo como “otras” homogéneas, necesitadas de ser liberadas. En el caso de la segunda autora, quien estudió otras modalidades de agencia que se configuran en tradiciones no liberales como el movimiento femenino de las mezquitas en Egipto, comprende la agencia como “capacidad para la acción creada y propiciada por relaciones concretas de subordinación históricamente configuradas” (Mahmood, 2006, p. 123). Trata así, de superar los binarismos propios del feminismo occidental, aun cuando reconoce y se ve influenciada por los importantes aportes realizados por autoras como Judith Butler. A partir del entendimiento sobre el poder reconceptualiza la agencia “no sólo como un sinónimo de resistencia a las relaciones de dominación, más también como una capacidad para la acción propiciada por relaciones de subordinación específicas.”(Mahmood, 2006: 133).

    En este artículo hacemos abandono de la comprensión de agencia usado por las tradiciones del feminismo y del pensamiento sociológico occidental para asumir la que emerge del feminismo decolonial, donde la agencia es analizada más en términos de intersubjetividad e interdependencia permitiendo entender las variaciones en sus posicionalidades mediadas por la intercepcionalidad que imprimen factores como lo clasista, el género, lo racial, lo étnico, lo generacional. La agencia es entendida como capacidad para la acción, para la movilización y construcción de un movimiento social organizado con expresividad nacional, que crea modos efectivos y diversos de resistencia, contenidas en sus prácticas sociales y en su mundo simbólico. Por otra parte, el concepto de experiencia ha sido central para el feminismo al dar significación política a lo personal, a la cotidianeidad específica de las relaciones sociales que marca la vida vivida por las mujeres en lo individual y lo colectivo.

   Siguiendo a Teresa de Lauretis la experiencia “es el proceso por el cual la subjetividad es constituida (...) A través de ese proceso una persona se coloca o es colocada en la realidad social” (Teresa de Lauretis, 1984: 159). Si consideramos la diferencia como marca que imprime la vida vivida como mujeres en contextos de extrema vulnerabilidad, como es el caso de las mujeres que quiebran coco en el sudeste del Pará, entonces siguiendo a Avtar Brah la experiencia es el proceso de significación, una práctica de dar sentido, tanto simbólica como narrativamente. “La experiencia no refleja una «realidad» ya dada, sino el efecto discursivo de los procesos que construyen lo que llamamos realidad” (Avtar Brah, 2011: 34).

  La búsqueda de la agencia de las mujeres rurales construida en el marco de las tensiones que generan los conflictos socioambientales y la lucha por el territorio, requiere de suficiente empatía, para comprender en la opacidad sus experiencias, y cómo se construyen y constituyen en sujetos colectivos.


4. Comprensión de la agroecología en claves feministas.


   Tanto en la propuesta que nace desde los feminismos del sur como desde la agroecología, se valoran los saberes localmente situados y eso justifica la perspectiva que sigue este artículo. La agroecología tiene carácter polisémico. Su desarrollo teórico viene conformando un área interdisciplinar, definida como “ciencia que aplica conceptos y principios ecológicos en el proceso de creación y viabilización de ecosistemas agrícolas sustentables” (Altieri 2009: 103). Sin embargo, el aparato conceptual usado en los estudios sobre agroecología, no condujo a la problematización de las estructuras patriarcales existentes en sus propias unidades de análisis: espacios de vida campesinos, utilizando con frecuencia conceptos asexuados, sin visibilizar las desigualdades de género existentes hacia el interior de las unidades domésticas.

   La aproximación construida entre feminismo y agroecología y, más recientemente, entre ecofeminismo y agroecología no ha sido casual: nace de la presión del movimiento de las mujeres campesinas, que se enfrentan doblemente al capital y al machismo dentro y fuera de los movimientos sociales. Los estudios sobre género, ruralidades y medioambiente —a partir de la crítica del desigual acceso de las mujeres a la tierra y a otros bienes, así como el análisis sobre su papel en la reproducción social de la vida— comenzaron a develar que, históricamente, las mujeres han practicado la agroecología. Además, que sus prácticas están vinculadas al cuidado, a la reproducción social de la vida y a una economía cuya importancia quedó invisibilizada en la reproducción del capital. La visibilización del papel de las mujeres es considerada como una de las principales innovaciones epistemológicas en los estudios sobre agroecología (Siliprandi, 2013).


Mapeando la experiencia de las mujeres en el Asentamiento Contestado. 6


Mapear la trayectoria de la experiencia de economía solidaria apoyada en prácticas agroecológicas en el Asentamiento Contestado, es remitirse a la historia sobre el grupo de las mujeres organizado desde los momentos en que se concretaba la lucha por la tierra. Las narrativas dibujan los acontecimientos individuales y colectivos, sin dejar de describir los más significativos como quien cose retazos para luego tener una manta completa en su diversidad de colores.

 Entre los años 1998 y 2000 familias de diez regiones del estado de Paraná, Brasil, que ya venían con un historial de lucha por la tierra, comienzan a reclamar tierras de la Unión en manos de una trasnacional que explotaba eucaliptos. “Era da união (...) o movimento revindicou e daí pronto, foi a nossa luta aí” (Asentado A, 61 años, nov, 2018).

Desde el campamento aparece la necesidad de asociarse en grupos, en especial para actividades de cuidado, que tradicionalmente tienen que ver con aquellas tareas de proximidad que habían sido desempeñadas por mujeres, como son las de alimentación, la salud y acciones educativas. Las iniciativas de las mujeres fue organizar una especie de escuela itinerante.

 Cuando obtuvieron los lotes de tierra, los jefes de las familias (todos hombres) apostaban más por la producción de soja y ganadería vacuna, no se pensaban en la diversificación productiva, en sembrar frutas o verduras. Aunque ya el MST7 venía discutiendo cómo superar los patrones de la “Revolución Verde”.8 


É quando a gente chegou aqui, a gente acabou entrando no debate que estava se realizando, e o período do acampamento foi importante pra gente se apropriar um pouco dessa discussão toda. Nós já estávamos aí com seus dezesseis anos de história aqui no Paraná, de assentamentos e acampamentos (...) durante este período, foram feitos assentamentos, mas, muita coisa se reproduziu, digamos, alguns processos externos foram reproduzidos no assentamento. Por exemplo assim: pega um grande latifúndio, divide em pequenos lotes. Digamos, a reforma agrária não passava disso. De pegar um grande latifúndio e dividir em lotes pequenos. As relações de gênero continuavam iguais. As relações de produção continuavam iguais. A forma de fazer agricultura continuava igual, que é fazer monocultura de milho, de feijão, soja. E aí, esse processo levou em uma certa crise nos assentamentos. Porque assim, a agricultura convencional, o agronegócio, ele já dominava muito bem essa forma de produção convencional em larga escala e monocultura. E aí, a gente foi percebendo que o sentido e o significado da construção dos assentamentos, estava se perdendo, porque as famílias não se preocupavam em organizar questões sociais e comunitárias como a saúde, como educação, como esporte, como o lazer. Que são fundamentais na constituição de uma vida comunitária, e isso passou a ser bem frequente assim, nos assentamentos, digamos, esse descuido com esses aspectos políticos. (Asentado A, 61 años, nov, 2018).

 

   Las tierras obtenidas eran dedicadas a la producción pecuaria extensiva y al cultivo de eucaliptos, razones suficientes para heredar un espacio en degradación creciente. De ahí que ya desde la época del campamento la única posibilidad para la recuperación del agroecosistema en ese espacio era producir desde una perspectiva agroecológica. No obstante, una de las contradicciones hoy manifiestas se dio entre el grupo de familias que optó por la agroecología como modo de vida y las que diseñan sus producciones a partir del uso de químicos.

   El Asentamiento Contestado, conformado en la actualidad por 150 familias, ubicado en la microrregión de La Lapa, cercano a la capital del estado de Paraná, al sur de Brasil, cuenta con un espacio colectivo de 700 hectáreas de protección ambiental y un espacio social de 30 hectáreas, donde se ubican los espacios culturales, deportivos, escuelas, círculo infantil, mercado, taller de mecánica, agroindustria y clínica.

  Las mujeres, que siempre dieron valor a la alimentación familiar, tomaron la iniciativa de las huertas, y las frutas como agricultura de traspatio. Fueron tal vez las responsabilidades con el cuidado las que dieron impulso al hacer juntas, cuando aún se debatía sobre qué modelo seguir, cuando de lo que se trataba era de qué comer cada día.

   La alimentación era la preocupación principal en el campamento, así, que las mujeres organizaron las primeras huertas. Se organizaron en equipos para pedir apoyo en las comunidades cercanas. Entre amigos y parientes se recaudaban semillas de frijoles, maíz, mandioca, batata, de verduras; y ese fue el comienzo. Todo el trabajo era colectivo, siempre protagonizado por las mujeres, de modo, que resolver el problema de la alimentación era responsabilidad femenina. Así fueron también los tres primeros años, hasta que se organizó la vida en el asentamiento. Su punto de partida es aquello que Isabelle Guerin (2005) define como la construcción social del 'altruismo femenino', y de qué manera a largo de la historia se atribuye a las mujeres las responsabilidades por el cuidado en la sociedad, atravesando las barreras de lo doméstico y ocupando las tareas de educación, salud y caridad.


Agroecología y Economía Solidaria: la mirada de las protagonistas

1. Prácticas agroecológicas y resistencia colectiva


Estudiar las interrelaciones que se crean entre la agroecología y las diversas expresiones de la economía solidaria se presenta como una necesidad de quienes queremos construir conocimientos situados desde una lectura feminista de ambas perspectivas. Los estudios empíricos y la teoría feminista muestran que las mujeres se libertan juntas. Específicamente, en el caso de Brasil, son numerosos los estudios académicos que muestran cómo las mujeres han ido construyendo una agenda feminista en torno a estos temas.  En este sentido son valiosos los análisis en el marco del Grupo de Trabajo de la Asociación Nacional de Agroecología (2015), la sistematización de experiencias sobre las mujeres y agroecología realizadas por ActionAid-Brasil (2010) e investigaciones académicas como las realizadas por Siliprandi (2013),  Boni  (2017),  Paulilo y Boni (2017), Guevara (2018), Martins (2019). Los estudios muestran que en la mayoría de los casos son las mujeres las precursoras de prácticas agroecológicas, las principales defensoras de la biodiversidad y la salud comunitaria, que en la problematización de la condición y posición de género impuesta por el modelo agrícola patriarcal las mujeres buscan en las formas asociativas el camino de la autonomía e inclusión social, cuestiones no ajenas en este estudio.

En el asentamiento las mujeres viven la experiencia de emprendimientos solidarios articulados con la agroecología. Allí es frecuente escuchar la expresión “quem salvou o assentamento naquele período foram as iniciativas das mulheres” (Asentado D. 52 años, julio 2018). ¿De qué se trata?

La microrregión de La Lapa en que están ubicadas las 3200 hectáreas del asentamiento es un espacio de crudos inviernos, con baja fertilidad natural de su suelo, lo que hace que no sea viable para la producción de leche o el monocultivo a gran escala. Ello condujo a la inviabilidad económica de las propuestas productivas de las familias que habían adquirido créditos para producir leche y granos:

 

As famílias do assentamento foram vindo numa crise econômica, também. Porque a gente não conseguia perceber uma alternativa de produção para o assentamento de viabilizar. Quem salvou o assentamento naquele período foram as iniciativas das mulheres. Porque enquanto, digamos assim, os homens faziam aquilo que dava dinheiro, que no final acabou não dando nada. As mulheres cuidavam de produzir alimentação na casa, e aí, quando a gente começa a trabalhar com o programa de aquisição de alimentos em 2005-2006, com um pouco mais de intensidade. ¿Quem que tinha produção para vender? Eram as mulheres que tinham uma pequena horta. A gente costuma falar: “¿Uma pequena horta atrás de casa”, né? Mas, digamos, que tinham uma horta, tinham quintal organizado, e aí era uma produção muito pequena, mas que foi dando pistas assim: “Não, a alface produz, o repolho produz, o pêssego produz”. Então, a gente foi percebendo que aquele tipo de coisa que as mulheres estavam cultivando na casa, são as coisas que a gente foi conseguindo comercializar e fazer uma pequena renda para a família (Asentado D. 52 años, julio 2018).


Las mujeres conseguían coordinar las ferias de comercialización y estaban al frente de las agroindustrias domésticas. El grupo de mujeres consiguió impulsar la discusión en los núcleos de base sobre la agroecología. Algunas de ellas coordinaban esos núcleos.


Contribui muito porque as mulheres ter que assumir a coordenação ali dos grupos. Então cada grupo dos nossos aqui no assentamento é um homem e uma mulher, no setor é a mesma coisa. E aí na produção muito mais ainda, porque se tu for olhar, na produção de verdura, de frutas de gestão é as mulher... porque os homens não queriam fazer essa produção, os homens queriam fazer produção de soja, maquinário, essas coisas. Então as mulheres elas assumiram isso já lá no início, e aí é tanto que hoje (...) é da horta que sai muito mais recurso do que dos 4 ó 5 alqueires de soja e de milho que eles plantavam (Asentado A, 61 años, nov, 2018).


Comprender las búsquedas asociativas de las mujeres para realizar las producciones agroecológicas de sus huertas y lotes, es poder cuestionar patrones establecidos en la división sexual del trabajo. Durante los primeros años del asentamiento, motivadas por la necesidad y luego por la búsqueda de autonomía, encontraron en el asociativismo una alternativa para reivindicar su derecho a la tierra y a la participación en las posibilidades que abrían las políticas, elevando así su autoestima como productoras rurales. Considerando que esas mujeres forman parte de una red de relaciones que envuelve múltiples conflictos y tensiones derivados de relaciones asimétricas de poder y de representaciones sobre lo femenino.  

  A partir de su auto-organización, ellas garantizan la continuidad de la agricultura agroecológica campesina, se construyen a sí mismas, reflexivamente, a partir de la experiencia y agencia desarrolladas en el contexto de las relaciones en torno a prácticas agroecológicas y de las redes de solidaridad tejidas en resistencia al patriarcado. Por relaciones de proximidad y confianza, estas mujeres encontraron en el grupo un espacio para compartir sus problemas.


Daí a gente começou a conversar com as mulheres: Vamos organizar um grupo de mulheres para fazer (...) para a gente ter um dia por mês ou dois dias por mês para a gente se encontrar, para estudar, para poder se encontrar e conversar entre as mulheres (...). Aí começou a aprender sobre as discussões desde o início, temos que produzir, que é nosso sustento para poder vender, para ter nosso dinheiro, todo mundo começando a vida, porque antes não tinham nada, né (Asentada A. 60 años, nov, 2018).


  Actividades que podrían ser consideradas una extensión del trabajo doméstico, como ejemplo procesar los alimentos, organización de la “guardería”, actividades educativas y de los cuidados con el medio ambiente al producir para garantizar lo cotidiano y participación en los núcleos de certificación agroecológica fueron premisas sobre la que se organizó la Cooperativa “Tierra Libre”. El grupo fue desde el inicio un espacio para reflexionar sobre su condición como mujeres, y sobre todo diseñar estrategias que les permitieran cambiar su posición. Espacio de escucha y de solidaridad con quienes sufren violencia doméstica, problematización sobre la participación en diversos espacios del asentamiento, sobre el trabajo de las mujeres:


Elas não contam que levantam de manhã (...) tem umas que nem isso conta, que trata das galinhas, que tira o leite, que volta, que faz o café, que pega a batata doce lá da roça, lava, cozinha pra tomar café das dez. Que mata o frango, que volta, que no mesmo tempo que quando volta pra roça já replanta aquela rama... Porque a mulher faz bem assim, ela volta, ela replanta a rama, ela traz rama embora, ela limpa a flor quando vai tirar a folhinha, ela já tira as florzinha e replanta aquela flor... Esse trabalho é invisibilizado, é muito trabalho. Só que é um trabalho que não... Porque é tido que o trabalho é só aquele que você sai de casa, vai pra horta, planta dia inteiro e volta (...) Então isso tudo é visto como não trabalho (Lideranza S. 38 años, septiembre 2018).


   Asimismo, las narrativas de nuestras interlocutoras dan cuenta de la importancia del accionar colectivo. La resistencia al sistema patriarcal sólo es posible en y desde lo colectivo. “Não se resiste sozinha à colonialidade do gênero. Resiste-se a ela desde dentro, de uma forma de compreender o mundo e de viver nele que é compartilhada e que pode compreender os atos de alguém,  permitindo


assim o reconhecimento” (Lugones, 2014 p. 949). Cuestión presente en muchas de las narrativas, cuando ellas piensan la agroecología no sólo como producción, sino también como acción, como aprendizaje colectivo. “E outra coisa, só descobri que as mulheres se libertam juntas, então sozinha, no nosso caso, é impossível. Entendendo que sem discutir o feminismo, sem discutir gênero, sem discutir violência é impossível nós avançar” (Lideranza S, 38 años, septiembre 2018).

  Fue esa comprensión la que condujo a organizar la certificación sobre bases agroecológicas y también la cooperativa. En el proceso de certificación una y otra vez aparecen las tensiones, cuando el poder masculino se apropia y castra el trabajo femenino:


...até nas nossas reuniões [do grupo agroecológico], que a gente faz lá, a gente percebe isso, que a mulher às vezes está ali, mas naquele momento de ir mostrar a horta tudo, é ele que vai mostrar 'olha o que eu fiz, olha o que eu fiz, olha o que eu fiz'. Mas às vezes a gente sabe que o dedo maior está da mulher lá (Asentada, J. junio de 2018).


2. Cooperativa “Terra Livre”. Protagonismo de las mujeres


  En el asentamiento, las familias que producen con bases agroecológicas están asociadas en grupos de cooperación agroecológica, coordinados siempre por un hombre y una mujer. Dentro de sus funciones, está la certificación de carácter participativo. El grupo tiene importancia política, es un espacio para la formación técnica y política, tiene momentos de debate, pero también momentos de actividades prácticas:


Então, naquele tempo, como a grande maioria ainda tava começando a se apropriar, digamos, das técnicas de produção agroecológica. E aí, realizava muitas atividades de produção de insumos, alternativos, naturais, tipo de manejo, culturas, consórcio. O grupo de agroecologia foi muito importante naquele tempo, pra poder capacitar as famílias, para poder fazer esse processo, digamos, de conversão para agroecologia”. Intercâmbios, a gente foi visitar várias outras experiências, outros assentamentos. (Asentada A. 60 años, nov, 2018).


   Los grupos tienen reunión cada mes, las experiencias son visitadas una vez por año como exigencia legal para ser certificadas. Los seis grupos del asentamiento junto a otros de la región conforman el “Grupo Maria Rosa”9 y a su vez forman parte de la Red Eco Vida. La reflexión política sobre el fracaso de cooperativas condujo a reflexionar sobre la necesidad de superar la matriz tecnológica ligada al agronegocio e incorporar la matriz ambiental, matriz educativa, matriz de género.


Havía uma comprensão do fazer coletivo como sonho (...) A cooperativa exige desapego (...), é um caminho difícil de deconstrução cultural do capitalismo (...) era uma discusão sobre a propuesta em que havia que construir o sentido de nossa terra, nosso assentamento, nossa comunidade. (...)Tinhamos os grupos agroecológicos, tínhamos a Asociação “Contestado” (...) Se fue construindo assí em nossas cabezas a necesidade de organizar uma cooperativa. Cómo fazer uma cooperativa que no fora capitalista, que no explotara a os consumidores urbanos (Asentado, N. 59 años, dic. 2018).


  La cooperativa “Terra Livre”, fue organizada en 2008 y nació de la necesidad de viabilizar la producción agroecológica frente al monopolio ejercido por las grandes empresas del agronegocio y cadenas de supermercados, buscando constituirse como institución legal para exigir y concretar políticas públicas en beneficio colectivo, inserción en redes solidarias de comercialización agroecológica como Eco Vida, generar espacios de confianza entre consumidores urbanos de clase media como movimiento social, así como activar la solidaridad con habitantes de las periferias urbanas creando una Red de Comercio Justo.


E aí, todas as famílias que faziam produção agroecológica, na época você teria a cooperativa. E além das famílias no assentamento, a cooperativa também abriu possibilidade para o acesso de outras famílias aqui da região, principalmente Lapa e São Mateus do Sul. Então, a cooperativa Terra Livre que se insere no assentamento, atende também outros grupos de agroecologia que são formados por outras famílias camponesas (Asentado A. 61 años, nov, 2018)


   Es un proceso influenciado por el trabajo de las mujeres, quienes desde el inicio supieron administrar la biodiversidad, con sus huertas y montes frutales, participando directamente en el proceso de certificación agroecológica. Proceso que tensiona las relaciones de género.


...a mulher produzia na horta, produzia verdura, então os homens não se envolviam muito, porque isso era coisinha né, coisinha para mulher (...) Depois começou né, começou a aumentar a horta e começou a ter renda, a ter os projetos e a gente conseguir vender melhor as verduras, começou a entrar uma renda melhor e os homens começaram a se envolver, porque isso dá dinheiro. Porque muitas famílias faziam, enchiam quase todo o lote de soja ou milho, quando iam vender, às vezes não chegava a pagar o financiamento que pegavam do banco e as mulheres com um cantinho de horta tiravam sustento (...) da venda de verdura. Então foi quando os homens começaram a se envolver, porque está (...) dá dinheiro mais rápido, mais fácil né (Asentada A. 60 años, nov, 2018).


La cooperativa integra familias campesinas de varios municipios en un radio de 150 km. Constituye una agroindustria y una comercializadora de productos agroecológicos. Los socios son individuales, un 45% de ellos son mujeres, y cuatro de ellas forman parte de la dirección (tesorera y tres en el consejo fiscal). En la comercialización se observa mayor participación de mujeres, quienes aprovechan mejor las políticas a través de la presentación de proyectos. Unas 10 mil familias de las periferias de Curitiba, capital del estado de Paraná se benefician de un comercio justo a través de organizaciones e instituciones sociales (PEA). También se comercializa con otras regiones a través de un programa inter-cooperativo entre asentamientos (por azúcar mascabo, arroz, cachaça, cebollas). Así como, la comercialización de unas 800 cestas semanales solicitadas por familias de clase media urbana vía internet.


... e aí uma outra coisa que você olha hoje (...) nós temos a agroindústria lá: quais as pessoas que tem mais facilidade de agilizar a agroindústria? As mulher do assentamento foram fazer curso lá no Rio Grande do Sul, para aprender a fazer doce, para aprender a fazer pão, né... para aprender a mexer com massar.. o homem pode até fazer esse curso, mas ele... ele acha que isso não é dele, ele acha que isso é serviço das companheiras, só que hoje lá dentro da cooperativa (...) está lá homem e mulher fazendo doce de abóbora. A mesma coisa é nossa padaria lá, está lá hoje a nossa padaria, se as mulher não puxar, os homem é que não vão puxar. Então isso é muito claro pra gente que está na liderança e tudo (Asentada A. 60 años, nov, 2018).


La concreción de la cooperativa se dio no sin pocas dificultades, dado que la ideología patriarcal emerge una y otra vez obstaculizando el protagonismo de las mujeres. Como se exigían proyectos:


Por exemplo se tivesse mais nomes de mulher no projeto a cooperativa ganhava um ponto. Sabe... E assim por ali vai. Então quando a cooperativa quis fazer isso de dizer assim para os companheiros: 'Para a cooperativa tem um ponto a mais sobre isso, vamos colocar no nome das mulher'. Aí teve resistência. Teve resistência, teve resistência, que os companheiros não concordaram e falaram: 'Não, se colocar no nome da minha esposa lá, então eu saio do projeto e eu não produzo mais'. E aí... (Asentada J. 43 años, sept, 2018).


   En las voces de las mujeres encontramos la necesidad cotidiana de resignificar su papel en la construcción de la cooperativa, su protagonismo siempre es disputado:


Essa cooperativa que nós temos aqui, foi através de nós começarmos a ir a feira e vender em universidade, em Curitiba e vender de porta em porta (....) Não tem nada que impede de as mulheres do grupo ajudarem na agroecologia. Acho que sempre as mulheres estão participando (...), Tem duas mulheres que fazem parte do conselho fiscal, e eu faço parte da coordenação também. Nós temos uma porcentagem boa, assim também na cooperativa (Asentada j. 45 años, oct, 2018).


  La cooperativa toma el conocimiento de las mujeres sobre producción agroecológica y agregado de valor a productos primarios como idea fundante, junto a su noción del hacer juntas, del poder y la fuerza que da capacidad de decidir y gestionar bienes comunes.

   Las prácticas agroecológicas se fundan en el nosotras de la organización colectiva de las mujeres, colocando en el centro a la agroecología como proporcionadora del cuidado de si, de los otros y de la naturaleza. Actividades colectivas a partir de las cuales problematizaron su situación como mujeres, politizando lo cotidiano, desde sus cuerpos como lugares de enunciación.


3. Agroecología. Hacia otra ontología


   Ellas están abordando la agroecología y la cuestión ambiental que las envuelve desde claves propias, atravesadas por su condición y posición como mujeres. Toda la cadena productiva relacionada con la agroecología, más la certificación participativa expresan una agencia construida en lo cotidiano. Sus narrativas están atravesadas por la denuncia al carácter depredador del sistema y también al interés masculino por el control de procesos en la agroecología.

  Su visión sobre la agroecología expresa una filosofía que no jerarquiza las relaciones que establecen con la naturaleza. La naturaleza es presentada como alguien que merece afectividad y respeto, lejos de la visión moderna de apropiación y dominación.


mas agroecologia é um modo de vida assim, que envolve a educação, envolve a saúde. A saúde já é resultado da boa alimentação ou não, né? Então é o modo de vida das pessoas. A saúde está ligada a isso, a educação. Não tem como a escola não trabalhar essa questão, né? É tudo, é outras formas de relação também entre as pessoas de (…)  Entre as pessoas e com a natureza, né? De se sentir parte da natureza e não superior a ela, né? Só usufruindo dela? (AsentadaT. 36 años, dic, 2018).


En sus narrativas encontramos una constante actualización de las implicaciones entre la agroecología y posturas ecofeministas. Cuestiones como el cuidado, extendido a la naturaleza no humana y la responsabilidad son parte de su reflexión:


pra mim agroecologia é um cuidado mais aprofundado do geral, tanto a terra como a água como tudo que o ambiente precisa e nisso trabalha aí os valores né, o cuidado, o respeito, e daí isso tem que ir pra dentro da sala de aula. Tem que ensinar essa criançada a como cuidar da casa comum que é o meio ambiente, as mata, etc, porque se não futuramente o que vai ser né. Então a proposta é grande e é muito necessária, não tem jeito, Você enfrente a opressão e defende a proposta ou você ta lascado, não tem jeito (Asentada M. 61 años, nov, 2018).

   

Para otra productora la renta no es colocada en el centro, si se compara con la responsabilidad de producir un alimento sano:


nós devemos ir descobrindo, que não é só achar que fazer agroecologia dá dinheiro. Não é só por dinheiro, você tem que saber que você está protegendo o meio ambiente, que você está produzindo vida, a saúde, todas essas coisas. Que para vender para a merenda escolar, onde as crianças vão comer, você tem que mandar um produto de qualidade, não mandar um produto envenenado. Eu acho que a nossa saúde entra pela boca, porque se você está comendo um alimento saudável, você não vai ficar doente (Asentada J. 45 años, junio 2018).


Las mujeres ven la agroecología también como herramienta de deconstrucción/construcción de las relaciones de género, más es un camino en que las marcas de la cultura aparecen como demiurgos día a día. Esa construcción envuelve cambios en su reflexividad al reconocer, evaluar y transformar lo que ellas son, sus objetivos y proyectos a partir de la experiencia vivida.


Eu já senti muitas visitas, que parece que quando é o homem que fala eles escutam mais, quando é mulher que fala parece que eles acham que não é de tanta importância.  Mas eles não veem que aquele é o trabalho da mulher. Eu já senti até nas visitas que você recebe... (Asentada J. 45 años, junio 2018).


Sus narrativas muestran los sentidos de sus resistencias y luchas. Ellas adoptan una postura crítica en lo cotidiano. La cultura patriarcal, sigue presente en el tejido de las relaciones sociales, sea en la cooperativa, en la organización del movimiento social, en la asistencia técnica, donde a la voz y a la experiencia masculina, generalmente, se le otorga más valor, así como también a su trabajo en la división sexual del trabajo.


Conclusiones


  A partir de claves feministas he tratado de comprender la experiencia y agencia de mujeres en el tejido social del Asentamiento Contestado, como un espacio en que se re-territorializan modos diferentes de sentir y vivir lo común. La expresiones de la economía solidaria están presenten en el cuidado y gestión de las más de 700 hectáreas de reserva ambiental, en el mantenimiento de los espacios y otros patrimonios colectivos, en los procesos de certificación participativa, en las redes y en la cooperativa ‘Tierra livre’. Todas ellas colocan en el centro, como modelo, utopía y deber ser a la agroecología.

   Entre el silencio y la opacidad del sistema se está construyendo una huella ecológica diferente, paradigma emancipatorio, a partir del diálogo entre tradiciones que vienen del saber campesino y de una suerte de demanda ecofeminista. Experiencias en resistencia que emergen como otra economía de lo que puede ser posible en las fronteras del estercolero neoliberal/patriarcal. Una reflexión crítica sobre la experiencia estudiada no puede llevarnos a idealizar estas formas de organización productiva, ellas son sólo un punto luminoso en la opacidad que genera el sistema en su entorno, desde la economía y la política, al retrotraer políticas públicas que impactaron de manera positiva en la producción de alimentos y visibilización de las mujeres como productoras agroecológicas.

   El camino recorrido, contenido en las narrativas tiene sus premisas en las acciones colectivas, redes de apoyo, en las búsquedas de respuestas a las emergencias de la vida cotidiana desde los momentos cruciales de la lucha por la tierra. Posteriormente la solidaridad entre las mujeres respondería a las necesidades del cuidado para la sostenibilidad de la vida en la que aprenderían a reivindicar un cambio en sus posiciones sociales, en la misma medida que la agroecología las conducía a reivindicaciones ambientales y feministas.

   Los resultados muestran que la lucha por la tierra constituye la base sobre la que se tejen las redes de solidaridad, y que la cooperativa emerge como una necesidad de realización colectiva para concretar políticas conquistadas en un proceso de re-territorialización del espacio, en tanto, también,  se resignifica el papel de las mujeres, ofreciéndoles la posibilidad de reinventar sus trayectorias, encarando las condiciones discriminatorias de género.


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Enviado: 20/05/2019

Aceptado: 23/04/2020




Cómo citar este artículo:



Guevara Arias, M. de los A. (2020). Entre el silencio y la opacidad del sistema. Experiencias  agroecológicas y de economía solidaria  protagonizadas por mujeres. Otra Economía, 13(23), 105-125.




* Profesora Visitante del Programa de Postgrado en Desarrollo y Extensión de la Universidade Federal de Lavras-Minas Gerais, Brasil


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2 Uno de los aportes contemporáneos a esta reflexión es el repensar todo el proceso de formación del capitalismo desde la reproducción de la vida y de la fuerza de trabajo realizado por Silvia Federici (2017).

3 Autores como Albuquerque Júnior; Veiga-Neto; Souza Filho (2008) valorizan la perspectiva de análisis seguida por Foucault que desloca al centro de su elaboración teórica aquello que los discursos de una sociedad colocan en sus márgenes y que también la definen como sociedad como la des-razón, la locura, la anormalidad, la monstruosidad, la sexualidad, el cuerpo, la literatura, los ilegalismos, los infames, aquello que la racionalidad moderna excluyó, o definió pausible de castigo, de normalización, o de tratamento médico.

4 Estudios realizados en América Latina en los años noventa han mostrado la participación de las mujeres en labores estratégicas de producción de alimentos, en la preparación de la tierra, en los trabajos de cosecha y poscosecha, en la huerta, en la cría de animales domésticos o en la producción artesanal. Su aporte al Producto Interno Bruto Agropecuario, fue valorado entre un 27 y un 33%, según refiere (FAUNÉ, 1997) teniendo en cuenta unas seis horas diarias de trabajo.

5 Se están asumiendo aquí posturas que superan el esencialismo de algunas corrientes ecofeministas. Nos referimos a aquellas aumidas por el ecofeminismo tercermundista, el ecofeminismo constructivista  y el ecofeminismo crítico.  

6 Ellas son mujeres entre 20 y 65 años. Segunda y tercera generación de migrantes europeos, y mínima representación cabocla y afrodescendiente. Diversas por niveles educativos, más elevados en las jóvenes. Con trayectorias tejidas en la lucha por la tierra y en la militancia activa en varios movimientos sociales: el Movimento de Mulheres Camponesas (MMC) que conquistó el derecho a maternidad, a tener el lote a su nombre, al reconocimiento como trabajadora rural. Militancia en el  MST por la  conquista de la tierra y del território; en el  Movimiento Agroecológico y en la Articulação Nacional de Mulheres Trabalhadoras do Campo (ANMTR) que articula la lucha contra el agronegócio, con la lucha contra las desigualdades de género y todas las formas de violencia contra la mujer. Participan de la Vía Campesina y están presentes en las Jornadas Agroecológicas que se realizan todos los años en el estado de Paraná. En el asentamiento predominan familias nucleares de carácter heterosexual, con un promedio de dos o tres hijos.

7 Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, el más importante movimento social de Brasil, nacido en la décda de 1980.

8 Los principales rasgos de este modelo productivo reproducidos a una escala tecnológica superior por el agronegocio son: colocación de la eficiencia económica y la competitividad como finalidad de la producción de alimentos, el aumento constante de la escala de producción y la orientación hacia la exportación, empleo intensivo de tecnologías, maquinarias, técnicas modernas de riego, semillas híbridas, insumos químicos para plagas y fertilización, desconocimiento de las formas tradicionales de hacer agricultura en cada territorio y de los conocimientos asociados, invisibilidad de las mujeres y dependencia de tecnologías e insumos externos, entre otras. Las consecuencias del modelo hoy son evidentes: destrucción ecológica, pérdida de la biodiversidad agrícola, contaminación de las aguas, suelos, atmósfera, riesgo de enfermedades humanas activadas por transferencia genética de enfermedades animales, cambios en el paisaje, ruptura de tradiciones alimentarias, exclusión social y de género, procesos migratorios negativos, entre otros.

9 Este nombre hace referencia  a una heroína de la guerra del Contestado (1912-1916). Considerada como una “Joana D'Arc do sertão”.