Extractivismo agrario y mercantilización de la naturaleza: Perspectivas analíticas
Angelica Hernandez Goez
angelhez@gmail.com
Estudiante de doctorado en Ciencias Ambientales de la Universidad Federal de Goiás (UFG), Goiânia, Brasil. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9605-2718
Karla Emmanuela Ribeiro Hora
karla_hora@ufg.br
Universidade Federal de Goiás (UFG),Goiânia, Brasil.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4410-3728
Sérgio Sauer
sauer.sergio@gmail.com
Universidade de Brasília (UnB), Brasília, Brasil.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2014-3215
Recibido: 12/12/2022 - Aceptado: 21/11/2023
Resumen: Ante el aumento de la literatura académica a nivel internacional en las Ciencias Sociales sobre el tema del extractivismo, este artículo analiza el término con la intención de comprender lo que sucede con la mercantilización y sobreexplotación de la naturaleza y el agotamiento de los recursos naturales. Por medio del análisis bibliográfico se intenta una aproximación lingüística poniendo en diálogo a los principales autores latinoamericanos insertos en la escuela del postdesarrollo, con un grupo de científicos sociales que analizan el extractivismo como fenómeno global, más allá de América Latina. Se incluyen también las transformaciones agrarias y agrícolas recientes y la centralidad de la tierra para analizar una de las derivaciones del concepto: el extractivismo agrario. La conclusión es que los conceptos de extractivismo y extractivismo agrario permiten comprender las transformaciones en el campo, integrando dimensiones como tierra, lugar y/o territorio, las luchas por la conservación del ambiente, y la urgencia en la construcción de una nueva ética ambiental, respetando la naturaleza por su valor, sin limitarla a su utilidad mercantil capitalista.
Palabras clave: extractivismo, extractivismo agrario, bienes naturales
Resumo: Dado o aumento da literatura acadêmica internacional nas Ciências Sociais sobre o tema extrativismo, este artigo analisa o termo com a intenção de compreender o que acontece com a mercantilização e superexploração da natureza e o esgotamento dos recursos naturais. Através da análise bibliográfica, tenta-se uma abordagem linguística colocando os principais autores latino-americanos inseridos na escola pós-desenvolvimento em diálogo com um grupo de cientistas sociais que analisam o extrativismo como um fenômeno global, para além da América Latina. As recentes transformações agrárias e agrícolas e a centralidade da terra também são incluídas para analisar uma das derivações do conceito: o extrativismo agrário. A conclusão é que os conceitos de extrativismo e extrativismo agrário permitem compreender as transformações no campo, integrando dimensões como terra, lugar e/ou território, as lutas pela conservação ambiental e a urgência na construção de uma nova ética ambiental, respeitando a natureza pelo seu valor, sem limitá-la à sua utilidade comercial capitalista.
Palavras-chaves: extrativismo, extrativismo agrário, bens naturais
Abstract: Given the increase in international academic literature in the Social Sciences on the topic of extractivism, this article analyzes the term with the intention of understanding what happens with the commodification and overexploitation of nature and the depletion of natural resources. Through bibliographic analysis, a linguistic approach is attempted by putting the main Latin American authors inserted in the post-development school in dialogue with a group of social scientists who analyze extractivism as a global phenomenon, beyond Latin America. Recent agrarian and agricultural transformations and the centrality of the land are also included to analyze one of the derivations of the concept: agrarian extractivism. The conclusion is that the concepts of extractivism and agrarian extractivism allow us to understand the transformations in the field, integrating dimensions such as land, place and/or territory, the struggles for environmental conservation, and the urgency in the construction of a new environmental ethics, respecting nature for its value, without limiting it to its capitalist commercial utility.
Keywords: extractivism, agrarian extractivism, natural goods
“Tres comunidades en Guatemala, México y Argentina han sido desplazadas de sus tierras por programas de protección medioambiental, un modelo que se replica en diferentes zonas de la región y que levanta sospechas de estar movido por el extractivismo” (Mahtani, 2022). Esta es la historia de muchas comunidades en América Latina, y de otras regiones del mundo, afectadas por un modelo económico productivo que se ha comenzado a analizar en la literatura académica a partir del concepto teórico de extractivismo (Gudynas, 2009, 2013, 2015, 2016; Kröger, 2022; Petras y Veltmeyer, 2014; Svampa, 2011, 2018).
En la más reciente década, también ha sido frecuente encontrar la palabra extractivismo en los medios de comunicación (Constante, 2013, 2014), en los discursos políticos o los planes de gobierno (El Espectador, 2022; El País, 2022; Stanley, 2022), en las organizaciones no gubernamentales ambientalistas (Fundación Plurales, 2019; Manos Unidas, 2022) o en artículos de opinión (Fanjul, 2011; Rodríguez, 2022; Vidal, 2022). En ellos es común asociar al extractivismo con lógicas y/o prácticas de extracción de petróleo, carbón y/o gas, con la destrucción de la naturaleza y el despojo y expoliaciones de comunidades locales, con invasiones a los territorios, genocidio y saqueos de pueblos y con violaciones a los derechos humanos, así como con movimientos de resistencia guiados por las comunidades locales.
Por causa de su difusión y mayor uso, en este texto se pretende profundizar acerca del término extractivismo y su alcance para explicar lo que está sucediendo con relación a la sobreexplotación y el agotamiento de los bienes naturales en el mundo.
A partir de una explicación lingüística del término, se exponen las principales ideas de autores latinoamericanos que pertenecen a la escuela del postdesarrollo, para posteriormente analizar el extractivismo global, reflexionar sobre el extractivismo agrario y postular las consideraciones finales.
1. El extractivismo como vocablo y concepto explicativo en Ciencias Sociales
En términos gramaticales, la palabra extractivismo se deriva de la adición del verbo extraer (del latín extrahĕre, con el prefijo ex “para fuera de”, “movimiento para fuera”; y el verbo trahere “tirar”, “arrastrar”), que significa “sacar algo que está incrustado, hundido, sumergido o sepultado en un sitio” (Moliner, 2006, p. 1263), con el sufijo -ismo, el cual forma sustantivos que denotan una doctrina, un sistema, una escuela, una situación o condición. Aunque no haya un registro oficial en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua de la palabra extractivismo, hay una definición, muy acotada en la lengua española, dada por la Fundéu,1 que define al extractivismo como un modelo económico basado en la extracción de recursos minerales (Fundéu, 2022).
En la lengua portuguesa, el diccionario más importante en Brasil define el extractivismo (extrativismo) por medio de tres acepciones: cualidad de extractivo; actividad productiva basada en la extracción o recolección de productos naturales no cultivados; y método de extracción de recursos naturales sin la preocupación con la conservación de las especies o del medio ambiente2 (Ferreira, 1999: 867, traducción libre).
En su primera acepción, el extractivismo se define por las acciones sociales e individuales orientadas a satisfacer necesidades humanas a partir de productos naturales no cultivados, o sea, de productos que no derivan —o lo hacen de manera mínima— a intervenciones de los seres humanos por medio de la técnica agrícola, tal como lo hacen las poblaciones y comunidades tradicionales de Brasil que viven en las Reservas Extractivistas (RESEX).3
La acepción desde el portugués habilita un alcance más amplio del término, al entenderlo como un procedimiento que se caracteriza por su poca o nula preocupación por la conservación del medioambiente; la línea de análisis que se pretende mantener en este texto se traza sobre esa acepción.
En economía, la extracción se define como una de las actividades de los seres humanos que se destinan a la satisfacción de las necesidades, a la producción y/o generan ganancias (Rodríguez, 2013). Para el caso de la contabilidad nacional, las Naciones Unidas clasifican la extracción como una actividad económica del sector primario que se caracteriza por la extracción de minerales que se encuentran en la naturaleza en estado sólido, líquido o gaseoso (Naciones Unidas, 1958:7).
Esta exploración en la raíz de la palabra posibilita la comprensión y, al mismo tiempo, sugiere algunas ideas sobre el término extractivismo. Dado que los términos y las palabras son el resultado del proceso de significación, de percepción y de valoración de la experiencia social en la formación del significado entre una comunidad (Lara, 2001), no es fortuito el hecho del término extractivismo haya sido concebido en la región de América Latina, debido a que uno de los rasgos de la historia moderna de la región ha sido la extracción de recursos naturales.
Por último, al existir un vacío en la definición gramatical del español, grupos de científicos sociales de la región han percibido que la extracción de recursos naturales y su eventual agotamiento ha estructurado la trayectoria del desarrollo económico y social de la región, y han contribuido a llenar ese vacío conceptual a partir de la elaboración y refinamiento del término extractivismo, como desarrollaremos a continuación.
1.2. El análisis pionero de Bunker
Bunker (1985) relaciona el subdesarrollo en el Amazonas brasileño con los sucesivos modos de extracción desde la época colonial. Destaca que las teorías económicas sobre el desarrollo se enfocan, primero, en los procesos de transformación material, que no reconocen la dependencia de la producción material con la extracción de los recursos, y, segundo, en la expansión de los modelos económicos derivados de sistemas de producción industrial a la producción no industrial. Siguiendo la línea de este autor, como los modelos económicos de producción industrial desatienden los orígenes extractivos de los procesos industriales que transforman, no pueden explicar la dinámica interna de las economías extractivas porque en estas los valores de materia y energía no pueden ser calculados en términos de trabajo y capital (Bunker, 1985). Las economías extractivas poseen, por tanto, dinámicas internas diferentes a lo que él denomina economías productivas. Esas diferencias y dinámicas propias crean intercambios desiguales tanto en términos del trabajo incorporado en los productos como en la apropiación directa de los recursos (Bunker, 1985).
A raíz de esta distinción, Bunker (1985) resalta que un modelo adecuado de la interacción entre la economía global y regional debe también dar cuenta de la interdependencia ecológica entre ambos tipos de sistemas o economías, las extractivas y las productivas. ¿Cuáles son, entonces, las características de las economías extractivas de exportación? Este autor sugiere la introducción del término “modo de extracción” para distinguir y analizar los fenómenos que suceden al interior de este tipo de economías y sus interrelaciones con las economías industriales o productivas.
Entonces, una característica de las economías extractivas es la dinámica de la escala de producción. A diferencia de los sistemas industriales, en la extracción los costos unitarios tienden a aumentar en la medida en que la escala de la producción aumenta. Además, en la extracción hay una tendencia a crear pocos encadenamientos y a tener un desarrollo social y económico discontinuo, así como a instituir regímenes de tenencia de la tierra y de acceso a los recursos muy contradictorios. Existe incluso una proclividad del Estado a legitimar este tipo de economías y a demeritar las presiones de los habitantes locales en contra de la extracción (Bunker, 1985).
Aunque haya cierto grado de determinismo en este texto de Bunker —pues hace uso del paradigma del desarrollo, asumiendo una transformación por etapas de la sociedad, iniciando de un punto inferior para llegar a uno superior—, su reflexión trae ideas importantes para la construcción de conceptos relacionados con el extractivismo:
»El análisis del desarrollo destaca la importancia de la diferenciación e incorporación de las economías extractivas, sus formas de apropiación y de acceso a la energía y a la materia; su interacción con los procesos de producción y transformación de la energía y la materia; y su relación con la economía global.
»La idea de que el desarrollo está en función de la dependencia física de la producción en la extracción y de la interacción y el engarce entre los sistemas de producción regionales y globales.
»El uso de la categoría de región en su análisis, por medio de la cual se tiene una dimensión mayor de los efectos espaciales de la extracción.
1.3. La propuesta de los autores de la escuela del postdesarrollo
Pasados más de treinta años del texto de Bunker (1985), ¿qué diferencias encontramos hoy en la realidad social de la región latinoamericana que habilitaron la centralidad del concepto de extractivismo para analizar la fase actual del capitalismo en la región y en el mundo?
En el escenario internacional se pueden mencionar la profunda crisis ambiental, ampliamente documentada y denunciada (IPCC, 2019; Marques, 2016), que deriva en la denominada ambientalización de las luchas sociales (Leff, 2006), que consiste en el proceso de toma de conciencia por la cuestión ambiental y los problemas ecológicos resultantes del extractivismo como un sistema de producción y acumulación de riquezas. Ese proceso permitió develar el modo en que las seculares prácticas de extracción de los recursos naturales presentes en la región latinoamericana no se manifiestan solamente en el plano de los flujos de comercio internacional, sino en lugares muy concretos, que quedan total o parcialmente devastados por las prácticas extractivas (Svampa, 2018).
Sumado a lo anterior, hubo también el aumento de la demanda de materias primas, especialmente por parte de China, provista por los países de América Latina (Carvalho, 2018). Como consecuencia, el precio de las commodities, entre 2003 y 2005, creció 19,1%, y entre 2006 y 2010, 10,5% (Cepalstat, 2022). Para esos mismos períodos, el crecimiento económico de América Latina, medido a través del Producto Interno Bruto (PIB), fue en promedio de 4% y 3,7% (Cepalstat, 2022), con una caída de 2,73% entre 2011 y 2014.
Un elemento de carácter político en América del Sur fue la ola de gobiernos progresistas, entre 1998 y 2014. Frente a los grandes avances en la disminución de la pobreza y el aumento del nivel de ingresos de los/as trabajadores/as, el impulso de estas economías estuvo basado en el incremento de las exportaciones de materias primas, que fueron, en parte, resultantes de la expansión de la frontera agrícola y actividades económicas de alto impacto ambiental (Silva, 2018). Por último, localmente, la expansión de estas actividades transformó los modos de vida, principalmente de la población rural, por el agotamiento de la naturaleza, y aumentó las demandas y los procesos de resistencia social para su defensa y protección, así como a los medios de vida de las poblaciones locales (Scheidel et al., 2020; Bisht & Martínez-Allier, 2022; Martínez-Allier, 2023).
1.3.1. El concepto de extractivismo
La convergencia de los fenómenos anteriormente descritos permitió pasar de la noción de actividad económica de extracción al concepto interpretativo de extractivismo (Chagnon et al., 2022), que se apoya en el campo teórico de la Ecología Política4 (Robbins, 2020) y en la Economía Política del marxismo, relacionando las afectaciones ambientales y sociales en los procesos de extracción de materias primas con una postura política sobre el control y el acceso a la naturaleza. En ese sentido, la mudanza en la desinencia no es sólo de tipo lingüístico, sino también el reflejo de un ejercicio de comprensión y análisis para explicar la fase actual del capitalismo y el agotamiento de la naturaleza en América Latina y el mundo.
Con una vasta obra acerca del tema, Eduardo Gudynas (2016) rescata el argumento de Bunker (1985) sobre la distinción entre lo extractivo y lo industrial (transformador), para destacar que el extractivismo no está en la esfera de la transformación. De esto se derivan dos consecuencias: primero, la identificación de las formas de apropiación, propiedad y acceso a la materia y energía provenientes de la naturaleza; segundo: no es apropiado analizar los diferentes tipos de extractivismo como un modo de producción, sino como un modo de apropiación fuertemente territorializado (Gudynas, 2016).
Así, el extractivismo es definido por Gudynas como un tipo de extracción de recursos naturales, en gran volumen o alta intensidad, orientados esencialmente a ser exportados como materias primas sin procesar, o con un procesamiento mínimo (Gudynas, 2015: 13). Este mismo autor plantea que para ser considerado un tipo de extracción dentro del marco del extractivismo, se deben cumplir simultáneamente tres condiciones: el volumen físico de la materia extraída y su intensidad ambiental, el poco o nulo procesamiento, y el destino.
Se refiere también a las transformaciones que emergen más allá del proceso de extracción: los efectos “derrame”, que consisten en el despliegue de factores y procesos que afectan y condicionan toda la vida política, económica y social de cada país (Gudynas, 2015: 68). Como ejemplos se pueden citar la flexibilización y modificación de las normas y licencias ambientales, como concluye el estudio hecho por Sleman y Velásquez (2016) para el caso de Colombia, el asesinato de líderes ambientales y violaciones a los derechos humanos (HRW, 2019) y la ausencia de consultas previas a las poblaciones locales (Palomino, 2022). En fin, factores y procesos que disminuyen derechos y aumentan la explotación y la destrucción de la naturaleza.
En un texto posterior, Gudynas argumenta que el extractivismo se refiere a las
diferentes formas de organizar la apropiación de distintos recursos naturales (como materia, energía o procesos ecológicos), para atender fines humanos, en sus contextos sociales y ambientales. La apropiación se refiere tanto a la extracción de recursos (por ejemplo, extraer minerales) como a su uso (por ejemplo, cultivar la tierra) (Gudynas, 2016: 101).
Gudynas (2016) define al extractivismo como un tipo de extracción de la energía y la materia de la naturaleza que responde a un ideal de desarrollo económico. Por lo tanto, no todas las formas de extracción entran en los procesos productivos y especulativos del extractivismo. Para que la realidad observada pueda calificarse como extractivismo, debe cumplir las tres condiciones arriba mencionadas (el volumen físico de la materia extraída y su intensidad ambiental, el poco o nulo procesamiento, y el destino) y, además, ser estudiada junto con las formas de apropiación de la naturaleza, sus efectos derrame causados y las luchas sociales por el territorio (Gudynas, 2016).
Para Acosta (2011), el extractivismo es un modo de acumulación que comenzó hace más de 500 años. Se estructuró con la colonización de América, África y Asia y, por lo tanto, hay que hacer una clara distinción entre el Norte y el Sur Globales, éste último saqueado a favor del primero. Acosta se refiere al extractivismo como
aquellas actividades que remueven grandes volúmenes de recursos naturales que no son procesados (o que lo son limitadamente), sobre todo para la exportación. El extractivismo no se limita a los minerales o al petróleo. Hay también extractivismo agrario, forestal e inclusive pesquero (Acosta, 2011: 85).
Este tipo de actividad crea lo que este autor considera como una serie de patologías, entre ellas la llamada “enfermedad holandesa”, que consiste en la distorsión relativa de los precios internos del país exportador, causada por el descubrimiento de una fuente de recursos naturales destinada a la exportación que se caracteriza por elevadas tasas de ganancias. Éstas llevan a la sobreproducción en momentos en los que los precios aumentan y, también, a la coexistencia de sistemas productivos de alta productividad con otros atrasados y de subsistencia, lo que ocasiona auges consumistas, aumentos de protestas sociales, entre otras enfermedades económicas y sociales (Acosta, 2011: 92-96).
Svampa (2018) coincide con los análisis hechos por Gudynas (2016) y Acosta (2011) en lo que atañe al carácter del extractivismo en América Latina. Como ejemplo, menciona la extracción de plata en la ciudad de Potosí (Bolivia) durante los siglos XVI y XVII, destacando que éste fue el inicio de un modo de apropiación de la naturaleza a gran escala, un modo de acumulación caracterizado por la exportación de materias primas y un tipo de inserción subordinada en la economía mundial (Svampa, 2018:16).
Svampa afirma que esta práctica secular en el siglo XXI adquiere nuevas dimensiones, con nuevos elementos que se integran a las actividades extractivas de larga data presentes en la mayoría de los países latinoamericanos, como el aumento de las disputas en los escenarios políticos, sociales y ecológicos, la mercantilización de todas las formas de vida, presionando sobre los bienes naturales, y recibiendo cuestionamientos de la sociedad civil al modelo de desarrollo hegemónico. Estos elementos se recrean y es así que nace lo que denomina como neo-extractivismo (Svampa, 2018), que define como:
un modelo de desarrollo basado en la sobreexplotación de bienes naturales (…) así como en la expansión de las fronteras de explotación hacia territorios antes considerados como improductivos desde el punto de vista del capital (…) la orientación a la exportación de bienes primarios a gran escala, entre ellos, hidrocarburos (…), metales y minerales (…), así como productos ligados al nuevo paradigma agrario (soja, palma africana, caña de azúcar) (Svampa, 2018: 21-22)
Svampa (2018) adiciona a esas características otros dos elementos. El primero es el gigantismo, la gran escala de emprendimientos capital-intensivos, y el segundo es la transformación de la “dinámica territorial”, que tiende a “(…) una ocupación intensiva, al acaparamiento de tierras y al desplazamiento de otras formas de producción y de poblaciones” (Svampa, 2018:22-23).
En síntesis, la noción de extractivismo pasó de analizar la extracción como una simple actividad primaria a relacionarla y comprenderla a partir de categorías como deterioro ambiental, monopolio de la naturaleza, concentración de la riqueza, acceso a los bienes naturales, disputa por este acceso, conflictos y negación de derechos. En este sentido, los análisis pasaron a incluir también el quehacer del Estado y al espacio físico, entendido como territorio en el que se cruzan intereses contradictorios y en donde existen diversas formas de valorar la naturaleza. Se llega así al extractivismo, como noción interpretativa o concepto organizativo (Chagnon et al., 2022) de carácter dinámico, en la intersección de diversas miradas disciplinares, que en su conjunto interpelan el discurso uniforme del desarrollo económico y exploran alternativas (Svampa, 2018; Acosta, 2011; Gudynas, 2016).
2. El extractivismo más allá de América Latina
La categoría analítica de extractivismo ha posibilitado la comprensión y la explicación de una nueva fase del capitalismo en ámbito global (Pineda, 2021) en otras latitudes (Herrero y Huelva, 2019; Benegiano, 2020).5
En la producción académica sobre el extractivismo fuera de América Latina destacamos el trabajo desarrollado por un grupo de científicos sociales localizados en Europa, especialmente en Finlandia, que analizan la genealogía, el desarrollo y la trayectoria futura de este concepto.6 En el texto From extractivism to global extractivism: the evolution of an organizing concept, Chagnon et al. (2022) recogen una extensa bibliografía producida sobre la cuestión teórica y empírica del extractivismo e identifican cuatro elementos comunes en las definiciones existentes para este término: primero, la apropiación de la riqueza natural y humana; segundo, su base, que es la acumulación de capital y la centralización del poder; tercero, la fuga de riqueza y de recursos; y, por último, ser una modalidad de la acumulación de capital en el actual desarrollo del capitalismo mundial, que condiciona, contrae y presiona todas las formas de vida humanas y no humanas. Aclaran, además, que su forma de generar riqueza no se limita solamente al modo de producción capitalista, porque el extractivismo ha estado presente en otros modos de producción (Chagnon et al., 2022).
Las múltiples miradas y perspectivas a través de las cuales el extractivismo ha sido concebido permiten que sea entendido como un concepto organizador7 para las ciencias sociales críticas (Chagnon et al., 2022). Así, al observar que las practicas extractivistas se están arraigando en el capitalismo contemporáneo en ámbito mundial, Chagnon et al. (2022) introducen el término extractivismo global y señalan de esta manera la dimensión planetaria de las prácticas extractivas y la estructuración de la economía y la política global a favor de las formas de acumulación extractivas, generando el quiebre de la tradicional dinámica centro-periferia (Kröger, 2016, 2019).
Por último, destacan los aspectos que emergen cuando se trabaja con el concepto del extractivismo como fenómeno global: la agricultura como lugar en el que se pueden analizar las lógicas y prácticas extractivas, el fundamento ontológico de los extractivismos y el concepto de valor y el papel de las fronteras y cómo organizan el espacio, la estructura política y el papel del Estado y la tecnología (Chagnon et al., 2022).
Sin desconocer que el concepto nace en América Latina, proponen una mudanza en la escala geográfica, analizando el extractivismo en actividades productivas y especulativas de todo el planeta. A la definición dada por la escuela latinoamericana, autoras y autores incluyen a las consecuencias del extractivismo en las vidas no humanas y en elementos inmateriales, ampliando los análisis y sus efectos globales (Kröger, 2022).
Para concluir este apartado, se puede decir que autores y autoras coinciden en la relación del extractivismo con la conflictividad social y ecológica (Svampa, 2018; Benegiano, 2020). Como parte de los procesos de expropiación (Acosta, 2011), estos conflictos usualmente surgen en las comunidades directamente afectadas, involucrando al Estado nacional y las grandes corporaciones multinacionales (Gudynas, 2009, 2013; Branch y Martiniello, 2018). Otros elementos en común son el rescate y la defensa de los bienes comunes, especialmente las resistencias locales y la lucha por la conservación y el acceso a los bienes y el quehacer del Estado en todos sus niveles (Gudynas, 2009; Dobler y Kesselring, 2019). Existen, no obstante, algunas diferencias. Si, para los/as autores/as latinoamericanos/as, el extractivismo se entiende como modelo de desarrollo y generación de ganancias —con diferencias internas porque, para Gudynas (2013), son apropiaciones de la naturaleza, mientras para Svampa (2018) son modelos de desarrollo—, para los científicos sociales finlandeses son prácticas extractivas que no necesariamente responden a la lógica de un modelo de desarrollo, y sí a procesos de acumulación de riquezas (Chagnon et al., 2022; Kröger, 2022).
Por causa de la ampliación en el uso del concepto de extractivismo, éste ha sido aplicado al campo de los estudios agrarios para entender la relación entre la agricultura, las formas de reproducción social en el campo, el agotamiento de la materia y la energía, y los flujos de comercio internacional. Un ejemplo de lo anterior está en el libro Extractivismo agrario en América Latina (McKay et al., 2022), una compilación de textos en la cual se estudian las particularidades de esta modalidad de extractivismo en diferentes países de América Latina.
El análisis de Mckay et al. (2022) parte de la reflexión sobre el actual modelo agroindustrial de desarrollo basado en la alta mecanización y especialización, por la orientación a los monocultivos de gran escala, como los de maíz, soja, caña de azúcar, aceite de palma, por la alta dependencia de insumos industrializados y externos, por la estructura de oligopolio, controlada por grandes corporaciones, y por la incorporación de los agricultores familiares, campesinos y otros grupos sociales del campo, de las aguas y los bosques a la cadena de valor por medio de contratos. Sus defensores argumentan que este modelo ha promovido el desarrollo de la agroindustria y del sector agroalimentario por medio de la creación de empleos con calidad y de la generación valor agregado (Byerlee et al., 2008).
Contrariamente a los defensores de este modelo, Ploeg (2008) argumenta que la industrialización del sector agrícola lleva a una desconexión entre la producción y el consumo de alimentos porque se marginaliza la naturaleza y se crea un control “imperial” sobre la producción y el consumo de alimentos, que reorganiza la estructura de la producción agrícola.
El modelo agroindustrial de hoy se rige con algunos parámetros del modelo agrícola de desarrollo de los años 60 del siglo XX (Oliveira, 1986), pero con elementos que lo actualizan. Siguiendo a McKay et al. (2022), el primero consiste en la hegemonía de corporaciones de capital intensivas en el sector agrícola, que forman un mercado oligopólico con un gran poder, lo cual resulta en la apropiación de rentas, en la dependencia al acceso a semillas, maquinaria y a los mercados a los campesinos, agricultores familiares etc., y en el control al acceso a los programas de investigación y desarrollo. Entonces, se crea una dependencia de los sujetos sociales con menor poder de negociación para con las grandes empresas (McKay et al., 2022).
El segundo elemento es el fenómeno conocido como “land rush”, o corrida por tierras. Éste, aunque no es reciente, se vigoriza a partir de 2008 y 2009 y consiste en la compra y el control por el capital extranjero, o nacional, de tierras cuyo destino es la especulación (Sauer y Leite, 2012). Nascimento y Leite (2021) muestran cómo se dio ese proceso en algunos lugares de Argentina y Brasil. Para el caso del primer país, los contratos de apropiaciones de tierras por empresas extranjeras, en 2019, sumaron 1.348.074 hectáreas, de las cuales 86% se destinaron al sector agropecuario y el resto al de minas. Para el caso brasileño, en la región del Matopiba,8 664.917 hectáreas fueron adquiridas por empresas de los Estados Unidos, Japón, Canadá y Argentina (Nascimento y Leite, 2021).
Sauer y Perdigão (2020) argumentan que el avance en la extranjerización de las tierras, en el caso de Brasil, es una cuestión geopolítica que coloca en riesgo la soberanía nacional y repercute en la expropiación de los campesinos e indígenas de sus tierras. Para esos autores, el asunto central del fenómeno de la corrida por tierras, y la consecuente acumulación, es la concentración de éstas, que puede resultar en una profunda crisis ambiental debido a la destrucción de la naturaleza durante los procesos de expropiación y exploración.
Al tener en cuenta los fenómenos anteriormente descritos sobre la nueva fase de expansión del capitalismo y al retomar la argumentación de McKay et al. (2022), entre las consecuencias de adoptar el modelo agroindustrial se tiene la apropiación parcial y discontinua de la mano de obra rural y de los procesos de regeneración biológicos. De esa forma, se elimina la base material de la vida por agotamiento de la naturaleza.
Dado que la disminución de la capacidad de regeneración de la naturaleza es un elemento común a todas las formas de extractivismo (sea de minerales, hidrocarburos u otros), McKay et al. (2022) se preguntan cuál es el elemento que diferencia al extractivismo agrario. Para ellos está en el concepto de población relativa de Marx (1984), que nace por el avance de la acumulación de capital y modifica la proporción entre la parte constante y variable (fuerza de trabajo):9
como la demanda de trabajo no está determinada por el volumen de capital global, sino por su componente variable, ella cae progresivamente con el crecimiento del capital global, al contrario de que, como antes se presupuso, crezca de modo proporcional a él (...) en realidad también crece su componente variable, o la fuerza de trabajo en él incorporada, pero en proporción continuamente decreciente (Marx, 1984:199, traducción libre)
Ese movimiento, o sea, la caída progresiva del componente variable comparado al aumento progresivo del componente constante, crea lo que Marx llama “población trabajadora relativamente superflua o subsidiaria”, o superpoblación relativa, la cual constituye el ejército industrial de reserva (Marx, 1984:200).
Al recordar que el modelo agroindustrial se caracteriza por ser capital intensivo y por una estructura de mercado oligopólica, para McKay et al. (2022) es el descarte de la fuerza de trabajo y de la población excedente lo que diferencia al extractivismo agrario a otro tipo de extractivismos. Esto se explica de la siguiente manera: como la tasa de ahorro de la fuerza de trabajo es más intensa en la agricultura que en la manufactura, hay un movimiento inicial que alimenta al ejército industrial de reserva (resultado del avance tecnológico). En ese sentido, como ese excedente de fuerza de trabajo no es absorbido por el sector manufacturero, hay un segundo movimiento, que consiste en el aumento de la población excedente, cada vez más empobrecida. Como resultado, en el sector rural la expropiación se separa de cualquier perspectiva de absorción del excedente de la población.
Con esa premisa, Alonso-Fradejas (2022) analiza las contribuciones de la escuela del postdesarrollo de América Latina, en la que se encuentran Gudynas, Svampa y Acosta. Alonso-Fradejas (2022) argumenta que esta escuela le ha dado poca atención a las relaciones sociales de producción que emergen a raíz de los procesos extractivos, que no respetan los límites de regeneración de la naturaleza. Entonces, para que un proceso de extracción pueda ser analizado por medio del concepto de extractivismo, no necesariamente tiene que cumplir las tres condiciones argumentadas por Gudynas (2016): la escala de la extracción, la intensidad ambiental y el destino de las exportaciones.
Alonso-Fradejas defiende que los procesos extractivos no suceden en un vacío social y ecológico y, por lo tanto, se deben estudiar las implicaciones para el empleo, responder cuestiones de cómo y hasta qué punto hay apropiación del trabajo y analizar otras variables, como el control sobre los flujos de capital en la producción de las materias primas (Alonso-Fradejas, 2022).
Para el caso de Brasil, Sauer y Oliveira (2022) estudian como el extractivismo agrario se promovió, gracias a la expansión de la frontera agrícola en ese país, particularmente en la región del Matopiba. Para ellos, el extractivismo ha promovido la concentración de tierras y de agua, fortalecido el latifundio y la desnacionalización de los recursos naturales, afectando a las comunidades locales y a las áreas de conservación ambiental (Sauer y Oliveira, 2022). Ellos también argumentan que este tipo de extractivismo se formó en Brasil por la combinación de inversiones a gran escala, por una producción capital intensiva de monocultivos destinados principalmente a la exportación, y por procesos de especulación financiera, en la cual el Estado ha sido fundamental para dinamizar esa forma de desarrollo. De esa forma, Sauer y Oliveira (2022) concluyen que esas condiciones posibilitan que las transformaciones en la región del Matopiba sean caracterizadas comno extractivismo agrario.
Paralelamente, estudios realizados en diferentes países también comienzan a usar el concepto del extractivismo agrario. Por ejemplo, el interesante y conclusivo estudio etnográfico hecho por Li y Semedi (2021), que tiene por objetivo explorar las formas de vida producidas por la ocupación corporativa en zonas de plantation10 de aceite de palma en Indonesia, se apoya en el término de regímenes extractivos, como elemento constitutivo de la vida en las plantations. Para estos autores, las plantations ya nacen con el propósito de extraer y agotar la naturaleza, extraer las ganancias de las corporaciones, de los bancos y de las partes interesadas, los royalties de los Estados y la renta aún no ganada y sí canalizada para otros lugares, siendo esta última una forma de extracción particular de Indonesia. Para finalizar, Li y Semedi (2021) concluyen que el abandono y la ocupación son las principales formas de vida creadas por las corporaciones. En sus palabras:11
El abandono es un daño adicional: las corporaciones de plantaciones abandonan rutinariamente a personas que no cumplen con sus cálculos de valor. Se trata de personas demasiado mayores, demasiado enfermas, demasiado rebeldes, demasiado incapacitadas o que simplemente obstaculizan el avance empresarial. Muchos indonesios son efectivamente abandonados por el Estado, pero las personas que han experimentado un daño material específico fácilmente nombran la contradicción: Usted dice que la plantación está aquí para traernos prosperidad, pero ¿dónde está la prueba? (Li y Semedi, 2021:190, traducción libre).
Para establecer un diálogo entre estos autores, se sugiere que el trabajo etnográfico de Li y Semedi (2021) dialoga más con el análisis propuesto por McKay et al. (2022) y Alonso-Fradejas (2022) que con la propuesta de los autores de la escuela del postdesarrollo en América Latina. Esto porque Li y Semedi (2021) analizan, en un lugar concreto, las transformaciones en los modos de vida y la naturaleza hechas por las grandes corporaciones. En ese sentido, las formas de transformación de los modos de vida y de la naturaleza responden a la lógica de expropiación de la naturaleza y de los seres humanos, y la pauperización de estos últimos.
Entonces, se puede decir que los extensos monocultivos de hoy (soja, maíz, aceite de palma, caña de azúcar, entre otros) se asemejan a la gran propiedad de los siglos XVI a XIX en el sentido de necesitar grandes extensiones de tierra para desenvolverse. Sin embargo, las diferencias se deben a que el desarrollo del sector agropecuario responde a la lógica del actual modelo de desarrollo agroindustrial hegemónico, caracterizado por la disminución en los tiempos de crecimiento de las plantas por causa de los avances en el patrón técnico científico, la mano de obra asalariada y el control de la cadena de valor (propiedad, plantación, acceso a programa de extensión, comercialización, crédito); control fortalecido por el proceso de extranjerización de tierras. Como consecuencia, tanto los sujetos sociales como la naturaleza son despojados, los primeros de los medios de producción y la última, porque no consiguen mantenerse en equilibrio.
Se sugiere, por lo tanto, que bajo el paraguas del concepto de extractivismo, el extractivismo agrario emerge para analizar las lógicas y las prácticas del actual modelo de desarrollo agroindustrial. Deben analizarse tanto los flujos internacionales del comercio de bienes, las relaciones sociales entre los sujetos sociales dentro de una geografía específica, las formas de resistencia de los sujetos sociales con menor poder de negociación y de mercado y las formas como la naturaleza es despojada.
Este texto tuvo como objetivo analizar la categoría de extractivismo, relevando un estado del arte de la producción teórica y empírica, y su alcance explicativo del fenómeno de mercantilización de la naturaleza.
Se comenzó resaltando el sentido lingüístico de la palabra en los dos idiomas más hablados en la región de América Latina y su transformación a partir de la desinencia del término. Después, se apuntaron las principales contribuciones a partir de los autores de la escuela del postdesarrollo de la región y del mundo. Posteriormente, se explicó una de sus derivaciones, el extractivismo agrario.
El concepto de extractivismo es todavía demasiado reciente y controvertido, por lo que todavía demanda refinamientos. También es necesario advertir que el ingente uso y aplicación del término extractivismo, puede llevar a que pierda significado y capacidad para identificar y clasificar aquellos elementos que hacen que los procesos de extracción sean considerados como extractivos. Además, se pueden cumplir las condiciones argumentadas por autores como los de la escuela del postdesarrollo, sin embargo, el destino de las commodities dentro del extractivismo puede ser el mercado interno o externo de un país.
En ese sentido, el extractivismo no necesariamente tiene que ser aplicado bajo un modelo de desarrollo que responda a la lógica capitalista. Se sugiere que el elemento principal del extractivismo es, por tanto, el agotamiento de los bienes naturales y la poca capacidad de éstos para reproducirse.
Se puede sugerir que el concepto de extractivismo transforma el análisis de la extracción porque permite analizar e integrar dimensiones como la importancia del lugar (observada a partir de las demandas de la sociedad civil para proteger a la naturaleza), la lucha por construir una nueva ética ambiental que permita el respeto a la naturaleza por su valor, y no por su utilidad a los seres humanos y la propiedad y acceso a los bienes comunes.
Por medio del uso de la categoría extractivismo sucede algo interesante, porque visibiliza, rescata y saca de lo abstracto los lugares y/o territorios donde se realizan los procesos extractivos que causan pérdidas y daños a los bienes naturales, siendo ésta una de las principales cualidades de esta resignificada categoría en las ciencias sociales.
Varias ciencias sociales se cruzan en el extractivismo: la geografía, porque todos los procesos de extracción que agotan los bienes naturales suceden en un territorio en el que hay una constante presión y disputa por lógicas y ontologías diferentes; la historia también ha sido fundamental para que se comprenda la raíz y lo estructurante de la extracción en las sociedades latinoamericanas, y por eso no es fortuito que el término se haya desarrollado a partir de los referentes de la región.
Esta nueva perspectiva analítica resalta otros procesos de subyugación de las comunidades y, entre las miradas teóricas latinoamericanas, es posible resaltar una mirada no colonizadora sobre la dinámica de la agricultura y el papel de los sujetos sociales del campo, las aguas y los bosques. Además, el extractivismo agrario todavía permite dialogar con los procesos de lucha y resistencia de los pueblos y comunidades originarias, como es el caso de las poblaciones andinas en América del Sur, o las comunidades tradicionales en el Cerrado brasileño, en la región del Matopiba, que protagonizan alianzas y esfuerzos para el mantenimiento de sus territorios, aun en un contexto de fuerzas desiguales.
Finalmente, la perspectiva del extractivismo agrario también permite una mirada más crítica a la explotación de la tierra y del trabajo como procesos de extracción de recursos. La explotación de la labor y la extracción de los recursos naturales, y su uso en los flujos económicos globales hacen parte de la dominación sobre territorios estratégicos. La terminología en uso —extractivismo agrario— acaba por resaltar el carácter predatorio del modelo actual de desarrollo (o de crecimiento económico sin desarrollo) del capitalismo en el campo y en los procesos de financiarización de la tierra y de la producción. Además, esa noción resalta una condición que afecta la relación intrínseca de los modos de vida locales con la naturaleza, de tal forma que los autores aquí enunciados, en sus singularidades, nos permiten comprender las diferentes facetas de ese proceso. La lectura crítica sobre el extractivismo agrario posibilita reenfocar la naturaleza y su estado de preservación, conservación y apropiación, no como un objeto a ser devorado, sino como parte de una relación social en la cual se ponen en riesgo las condiciones de su propia reproducción.
Como consecuencia de este pasaje, se ha abierto también la posibilidad de construir nuevos significados a partir de la experiencia de la comunidad científica y social de América Latina. Las preguntas acerca de los límites biológicos, el modo en que se transforman los lugares y la vida humana y no humana son fundamentales en este tipo de análisis, que además pone en diálogo a la producción académica latinoamericana con conceptos elaborados en el Norte global.
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1 Este significado fue obtenido gracias al servicio de consultas digitales de La Fundación del Español Urgente (Fundéu, que tiene objetivo el buen uso del idioma en los medios de comunicación). Se resalta que —a la fecha de elaboración de este texto: octubre de 2022— la palabra extractivismo aún no poseía registro en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) o en otros diccionarios en español.
2 “Qualidade de extrativo; atividade produtiva baseada na extração ou coleta de produtos naturais não cultivados; método de extração de recursos naturais sem a preocupação com a conservação das espécies ou do meio ambiente” (Ferreira, 1999: 867).
3 Las Reservas Extractivas (RESEX) forman parte del Sistema Nacional de Unidades de Conservación de la Naturaleza (SNUC). Son de dominio público (federal o estatal) y el objetivo es conservar la naturaleza, asegurando el uso sustentable de los recursos naturales y la protección de los medios de vida y la cultura de las poblaciones tradicionales que viven en el territorio, o en la unidad de conservación de uso sustentable.
4 La ecología política es un campo teórico cuya premisa es la de que los cambios ambientales y las condiciones ecológicas son el producto de procesos políticos.
5 A manera de ejemplos se pueden citar el estudio de Drapalova (2019), cuya investigación se enfoca en la relación entre los vínculos entre los procesos de acumulación de capital con la emergencia de protestas sociales. Para tanto, estudia la emergencia de las protestas en dos comunidades —una en Rumania y otra en República Checa—, causadas por la expansión de proyectos extractivos de oro y carbón, respectivamente. El estudio desarrollado por Dobler y Kesselring (2019) muestra cuán activas son las compañías internacionales en el suministro de la infraestructura de la extracción mineral —específicamente de cobre— por compañías suizas en Zambia y cómo estas prácticas han cambiado el equilibrio de las ganancias entre el Norte y el Sur Global, una vez que buena parte de los costos ambientales, políticos y económicos son asumidos por el país donde se explota el mineral.
6 Este grupo de científicos sociales finlandeses pertenecen a la EXALT —o La Iniciativa para Extractivismos Globales y Alternativas, por su sigla en inglés—. La Exalt es un programa de investigación que se enfoca en aspectos político-ecológicos y político-económicos de los extractivismos globales y las crisis socio-ambientales asociadas, incluido el cambio climático. Para más informaciones, acceder a: https://www2.helsinki.fi/en/conferences/exalt-2022
7 Un concepto organizador es aquel que “organiza y sintetiza un cuerpo de conocimientos que sirven como base para intervenciones progresivas”, y está caracterizado por “conceptos de los cuales otros conceptos dependen, la globalización es un concepto de este tipo” (Chagnon et al. 2022: 3, traducción libre).
8 Acrónimo de una región del Cerrado brasilero que se encuentra entre los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahia. Cuenta con 337 municipios y se extiende por un área de 73 millones de hectáreas. Ver en Favareto (2019).
9 “Como a demanda de trabalho não é determinada pelo volume do capital global, mas por seu componente variável, ela cai progressivamente com o crescimento do capital global, ao invés de, como antes se pressupôs, crescer de modo proporcional a ele (...) na verdade também cresce seu componente variável, ou a força de trabalho nele incorporada, mas em proporção continuamente decrescente” (Marx, 1984:199.)
10 Las Plantations fueron los grandes monocultivos de los siglos XVI y XIX en las colonias inglesas de América del Norte. Entre sus trazos esenciales se encuentran la explotación a gran escala y la mano de obra esclava. Para más detalles sobre este tipo de explotación, ver: Prado (1999).
11 “Abandonment is a further harm: plantation corporations routinely abandon people who do not meet their calculus of value. These are people who are too old, too sick, too unruly, too unskilled, or who simply stand in the way of corporate advance. Many Indonesians are effectively abandoned by the state, but people who have experienced a specific, material harm readily name the contradiction: You say the plantation is here to bring us prosperity, but where is the proof?” (Li y Semedi, 2021:190).