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Sobre los usos de la categoría “peronización” en el estudio de las identificaciones populares. Aportes para comprender el acercamiento de las Madres de Plaza de Mayo al peronismo

On the uses of the category “peronisation” in the study of popular identifications. Contributions to understanding the approach of the Mothers of Plaza de Mayo to Peronism

Mercedes Barros y Virginia Morales1

Resumen

Desde los primeros años del nuevo siglo, las Madres de Plaza de Mayo –tanto de la Línea Fundadora como de la Asociación– establecen vínculos de cercanía con el peronismo. Progresivamente, rastros de una retórica nacional-popular anclada en las demandas de inclusión, igualdad y justicia social se ponen de manifiesto en las reivindicaciones históricas de las organizaciones, en su involucramiento en reclamos no directamente referidos a los crímenes cometidos por la última dictadura y en la configuración de un nuevo posicionamiento en el escenario político nacional. Sin embargo, el acercamiento de las Madres al ideario del peronismo y las implicancias que ello trae aparejado sobre su activismo no concitó mayor interés entre los análisis especializados en la temática. Este artículo propone un primer ejercicio de problematización de esta desatención y de reflexión sobre los modos posibles de comprender dicho vínculo. En este sentido, exploramos el potencial conceptual y analítico de la categoría historiográfica de “peronización” para abordar un nuevo fenómeno de identificación política popular protagonizado por las Madres y caracterizado por promover cambios en estas organizaciones, así como incidencias en las discusiones sobre la definición de qué es el peronismo.

Palabras claves: peronismo, peronización, identificación popular, Madres de Plaza de Mayo.

Abstract

From the early years of the new century, the Madres de Plaza de Mayo - both the Linea Fundadora and Asociación -established close links with Peronism. Progressively, the traces of a national-popular rhetoric anchored in demands for inclusion, equality and social justice became evident in the organizations’ claims, in their involvement in demands not directly related to the crimes committed by the last dictatorship and in the configuration of a new positioning on the national political scene. However, the approach of the Madres to the ideology of Peronism and its implications for their activism did not arouse much interest among specialized analyses of the subject. This article proposes a first exercise in problematising this neglect and reflecting on possible ways of understanding this link. In this sense, we explore the conceptual and analytical potential of the historiographical category of “peronisation” to address a new phenomenon of popular political identification led by the Mothers and characterized by promoting changes in these organizations, as well as by influencing discussions on the definition of what Peronism is.

Keywords: peronism, peronisation, popular identification, Madres de Plaza de Mayo.

Mejor que decir es hacer. Las Madres hacemos.

Hebe de Bonafini, Asociación Madres de Plaza de Mayo, 2009.

Yo era una gorila, los pelos me salían por todos lados. Alejandro, las veces que me abrazaba, y me decía, esa gorilita de mierda, sin embargo la quiero. Y yo no entendía nada. Entonces, ese cambio que yo hice, realmente, aterricé, fue muy doloroso, pero

por fin abrí los ojos. Y yo siempre digo, y estoy convencida, que donde esté Alejandro, muerto de risa, dirá: “Miren la gorilita de mierda en qué se convirtió”.

Taty Almeida, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, 2019.

Introducción

El acercamiento de las Madres de Plaza de Mayo (tanto de la Línea Fundadora –MPMLF– como de la Asociación –AMPM–) a las administraciones kirchneristas provocó una serie de desplazamientos decisivos en su configuración identitaria. Uno de los aspectos centrales tiene que ver con el entrelazamiento de esta forma de activismo con el ideario político del peronismo histórico. En efecto, el nuevo vínculo amistoso con el Estado no solo involucró su acercamiento a las figuras de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, sino también a una retórica y tradición política de larga pregnancia con la que, hasta aquel momento, las Madres habían mantenido distancia y ciertos reparos a la hora de tender lazos políticos. A partir de los primeros años del nuevo milenio, rastros de esa retórica popular, de sus símbolos y significantes claves comenzaron a manifestarse progresivamente en las reivindicaciones de estas agrupaciones y en sus modalidades de lucha. Las expresiones recuperadas en el epígrafe son unas de las tantas muestras que las agrupaciones han dado de su acercamiento al peronismo.

Sin embargo, esta vinculación y sus implicancias en cuanto a su posicionamiento político no han sido mayormente foco de interés en el campo de los estudios sobre movimientos sociales, y tampoco en las líneas de investigación en torno al activismo en derechos humanos en la Argentina. Si bien existe un amplio reconocimiento sobre el avance inédito en las causas de verdad, memoria y justicia a partir de los gobiernos de los Kirchner, poco se ha atendido al proceso de reconfiguración que se desplegó desde entonces en las agrupaciones de derechos humanos vinculadas a los familiares de las víctimas de la última dictadura, en especial en Madres. Tampoco se han problematizado las caracterizaciones que circulan asiduamente y desde hace tiempo en ciertos ámbitos sociales y políticos que advierten de manera incisiva sobre la politización y la pérdida de autonomía, así como también sobre la manipulación y el desvío de las causas originales de las distintas agrupaciones a partir de su acercamiento al kirchnerismo.

En esta ocasión nos interesa comenzar a problematizar esta desatención y reflexionar sobre los modos posibles de abordar el nuevo vínculo que las Madres establecen con el peronismo en el marco de su acercamiento a los gobiernos kirchneristas. Específicamente, nos preguntamos: ¿podemos concebir este acercamiento en los términos de un proceso de “peronización”?, ¿qué nos aportaría esta categoría –de corte principalmente historiográfico– para pensar la actualidad de las Madres? En definitiva, ¿qué supondría y cuáles serían las implicancias de nombrar este proceso como la “peronización de las Madres”?

En lo que sigue del escrito, en una primera instancia resulta oportuno partir por esclarecer ese acercamiento al que nos referimos: ¿de qué se trata?, ¿cuándo se inicia y cuáles son sus implicancias más notorias? En segunda instancia, interesa problematizar los usos y sentidos que los estudios historiográficos atribuyen al concepto de peronización, trayendo al centro del debate los presupuestos que subyacen mayormente en el uso de esa categoría y las posibilidades que se abren cuando se escapa a cierto uso restringido del término. En una tercera instancia, reparamos en la escasa tematización del derrotero político de las agrupaciones de familiares, en especial de Madres y a partir del nuevo milenio; y en continuidad con la senda inaugurada por abordajes de la historia reciente, repensamos el concepto de peronización en el marco conceptual y analítico ofrecido por los estudios de las identidades políticas, para finalmente reparar en la (im)productividad de esta categoría analítica para comprender el acercamiento de las Madres al peronismo.

El derrotero de un acercamiento inesperado

El reconocimiento de los derechos humanos como política de Estado es uno de los aspectos característicos de los doce años de gobiernos kirchneristas. Desde el inicio de la gestión de Néstor Kirchner, la puesta en marcha de una serie de iniciativas y gestos legislativos e institucionales favorables a la lucha de los organismos históricos como Madres y Abuelas dejó en claro que la causa de los derechos humanos vinculados a los crímenes de la última dictadura ocuparía un lugar prioritario en su agenda de gobierno. Este giro en la política estatal dio lugar a una nueva etapa de lucha y movilización de las agrupaciones, caracterizada por una participación sin precedentes de estas en las decisiones gubernamentales relativas al tratamiento de los legados del pasado, así como en los procesos de implementación y ejecución de políticas públicas dirigidas a la promoción y defensa de los derechos humanos (Barros y Morales, 2016, 2017).

De este modo, las prácticas de resistencia y confrontación con el Estado llevadas a cabo por la mayor parte de los organismos históricos durante las dos primeras décadas de la experiencia democrática comenzaron a redefinirse y dieron paso a muestras manifiestas de aceptación y apoyo hacia las políticas estatales. Con el correr de los años bajo el gobierno de los Kirchner, el acercamiento de algunas de estas agrupaciones, como Madres (y Abuelas), se tradujo en innumerables muestras de afecto y solidaridad política hacia las figuras de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y en una participación activa en la implementación de los programas de gobierno. Con el Estado como principal aliado, las Madres –nucleadas tanto en AMPM como en MPMLF– llevaron adelante un proceso de lucha tan inédito como inesperado hasta ese entonces y ampliaron el alcance de sus reclamos hacia nuevas causas ya no directamente vinculadas a los crímenes de lesa humanidad.

En este camino, las Madres se acercaron también a una retórica nacional-popular de filiación peronista que desplazaría progresivamente al lenguaje político de izquierda –antisistémico, revolucionario y socialista– del lugar central que había ocupado hasta entonces en sus reivindicaciones. Huellas claras de los efectos de esta retórica pueden verse en las formas en que interpretan ahora sus orígenes, conciben su misión y trayectoria, así como plantean su posicionamiento en el presente político.

En efecto, durante los últimos años, las Madres llevan adelante una lectura retroactiva de su propia historia y momento de emergencia en la que el peronismo a través de la figura de Azucena Villaflor pareciera adquirir un estatus fundacional. En la celebración del 43 aniversario de la primera marcha en la Plaza de Mayo, la AMPM reivindica a “las tres compañeras asesinadas por la Armada argentina, de las que se conoce poco y se habla poco”. En palabras de Hebe de Bonafini:

Estas tres mujeres estuvieron desde el primer momento. Azucena amaba la Plaza, las concentraciones. Era muy peronista, de una familia muy peronista. Y ella nos mostró qué significaba estar en la Plaza, hacernos ver. Si nos ven a las Madres, van a hablar de nuestros hijos, decía ella. Y la Plaza era el bastión. Es el bastión de las Madres. (“Transmisión especial, 43 años de lucha”, 30/4/2020, 0:29).

Reafirmando esta mirada en torno a sus orígenes, Hebe de Bonafini inicia su discurso del 17 de octubre del año 2021 hablando “de esa juventud maravillosa que fueron nuestras hijas y nuestros hijos, de esas Madres asesinadas, con Azucena a la cabeza, la más peronista de todos, se jugaba la cabeza” (“No al pago de la deuda externa”, 0:37). En el marco de la recuperación de la figura de Azucena Villaflor como la creadora del movimiento de las Madres y en medio de una disputa por los sentidos asociados a esa figura, la referente de la Asociación no titubea en subrayar el rasgo peronista “de una de sus mejores Madres”.2

Ese mismo discurso que reivindica la figura de la primera Madre peronista también encuentra en ese pasado remoto y glorioso del primer peronismo los gérmenes de su acción política:

Hoy es el día de la lealtad, es el día de la solidaridad, es el día en el que aprendimos a hacer política. Que nos dijeron, sí, las mujeres también. Que nos dijeron, cómo ¿no tienen vacaciones?, ¿no tienen aguinaldo?, no. ¿Jubilación?, no. No teníamos nada cuando vino el peronismo. Y el peronismo nos dio todo” (ídem, 2:36).

Asimismo, en esta resemantización de su pasado y de su práctica política, las Madres en varias ocasiones rescatan la militancia peronista de sus hijos. Precisamente, a través del encuentro con Néstor Kirchner y Cristina Fernández, y en una suerte de inexorable destino de unión, las Madres se reencuentran con la lucha de esas generaciones militantes, y en cierta forma también redimen su mirada crítica pasada y sus recelos hacia esa tradición política. Al respecto, en el 40 aniversario del último golpe de Estado, Taty Almeida dice:

El verdadero antes y después de la historia, para mí, se da con la llegada de Néstor y Cristina. Eso lo tengo bien claro. Ahí tomé conciencia, empecé a analizar realmente el peronismo. El compromiso de mi hijo Alejandro lo encontré en Néstor, quien me demostró con su ejemplo y teniendo la edad que tendrían nuestros hijos […]. A través de su ejemplo, me afiancé en mi compromiso con mi hijo Alejandro (Página/12, 24/3/2016).3

En la misma senda, tiempo después, la presidenta de AMPM sostenía lo siguiente:

Miren lo que es hoy esta plaza, con miles de banderas levantadas, con la misma fuerza y las mismas ganas que tenían ellos. Y casi con los mismos motivos (Hebe de Bonafini, “No al pago…”, 1:22).

En y a través de esos esfuerzos retóricos de vinculación del presente con un pasado no tan remoto, las Madres vuelven a traer a escena la lucha de sus hijos/as, y al hacerlo –como en todo ejercicio de citación– alteran su significado, pero también el lugar que ellas mismas ocupan en la escena pública del presente. Mientras que a la idea de “jóvenes revolucionarios” incorporan la de “militantes que luchaban por la justicia social” –reivindicando su militancia peronista–, se reafirman como “madres del pueblo”, pero con un anclaje diferido de los sentidos que colmaban esta expresión durante la década del noventa (momento fuerte de izquierdización). Son las madres de un “pueblo” trabajador, pobre, explotado por ricos y la oligarquía, olvidado por el sindicalismo “gordo”; las madres de un pueblo al que le pertenece la “justicia social”.

Cierto es que, a través de estos efectos de desplazamientos, las Madres trastocan su lugar y su activismo y se reconocen ahora como protagonistas de talleres artísticos con niños en villas miseria, como impulsoras de la educación popular en la creación de una universidad y en promotoras de los derechos a la salud y a la vivienda. Recordemos el involucramiento de la Asociación en la realización de viviendas, plazas y hospitales mediante el programa “Misión Sueños Compartidos”.4

Ahora bien, los efectos de su cercanía a la retórica peronista no solo impregnan las lecturas retroactivas sobre sus orígenes y el lugar y la misión que reconocen para sí mismas, sino que también se dejan ver en el posicionamiento de las Madres en el presente político, en las lecturas que ofrecen sobre la coyuntura nacional y en los vínculos amistosos (y de enemistad) política que entablan.5

Es precisamente desde este posicionamiento que las Madres definen su relación con la gestión de gobierno del presidente Alberto Fernández. Habiendo sido unas de las protagonistas en la campaña electoral del Frente de Todos, una vez iniciado el gobierno se posicionan como parte involucrada de este espacio político, interpelando e increpando a la figura presidencial. De hecho, la Asociación fue una de las primeras voces populares en manifestar sus críticas y llamado de atención hacia el rumbo que marcaba el Poder Ejecutivo. Mediante una Carta Abierta en respuesta al acto oficial realizado el 9 de julio de 2020 con empresarios, gobernadores de la oposición y sectores agrarios, manifiestan:

Señor Presidente:

Después de mucho discutirlo nos dirigimos a Ud. con mucho dolor porque nos sentimos agraviadas y heridas en lo más profundo de nuestro corazón, al ver que Ud. sentó en su mesa a todos los que explotan a nuestros trabajadores y trabajadoras, y a los que saquearon el país. Y lo más grave de todo: a los que secuestraron a muchos de nuestros hijos e hijas que luchaban por una Patria liberada.

Con una gran tristeza,
Hebe de Bonafini

PD: Soñamos con ver en esa mesa alguna vez sentados a los compañeros trabajadores y trabajadoras que tienen callos en las manos y en los pies, y la espalda doblada de trabajar.

Poco tiempo después, la Asociación, en rechazo al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional anunciado por el gobierno, convoca a los sindicatos para la organización conjunta de un paro nacional de trabajadores, apelando a la “huelga” como estrategia de participación e intervención política:

Este es un gobierno al que no le importan los pobres, estamos volviendo a como era antes del primer peronismo. Hay que hacer un paro nacional de trabajadores. La pobreza antes era otra cosa, ahora es indigna. Es muy triste el panorama. Hoy necesitamos un paro general para que el presidente sepa quién hace el país (Hebe de Bonafini, Ámbito, 27/3/2022).

Atendiendo a las palabras de las propias protagonistas, no puede pasar inadvertido cómo su lenguaje político se inviste progresivamente de un ethos nacional y popular sobredeterminado por las banderas del peronismo. El imaginario que trae consigo (esto es, la fractura de la vida social entre un antes y un después de Perón, la justicia social, la figura del pueblo trabajador, la división fundante y melodramática de la sociedad entre ricos y pobres, la intervención del Estado para torcer el destino trágico y generar ascenso social, igualdad, protección y dignidad) impregna y contamina la retórica de las Madres y promueve trastocamientos en sus modos de vincularse y posicionarse en la realidad sociopolítica actual.

Ahora bien, como adelantamos en la introducción, esta vinculación con el peronismo y las implicancias a nivel de su posicionamiento identitario no han sido mayormente foco de interés en el campo de los estudios sobre movimientos sociales y tampoco en las líneas de investigación en torno al activismo en derechos humanos en la Argentina. Menos aún, en el campo de los estudios sobre el peronismo.

Incluso, cuando desde diferentes ámbitos sociales y políticos se advierte –en muchos casos con tono de crítica y denuncia– sobre la relación estrecha (e indebida) entre las agrupaciones de derechos humanos y los gobiernos kirchneristas, y acerca de los efectos abusivos sobre la causa de los derechos humanos que se derivan de dicha relación, las transformaciones en la configuración de las agrupaciones de las Madres (pero podríamos pensar también en Abuelas e Hijos) no han suscitado suficientes motivos de análisis. Tampoco han adquirido el estatus de fenómeno político específico, como sí ha pasado, por ejemplo, en otros momentos históricos, cuando distintos grupos o sectores populares se acercan y alinean al ideario peronista.

Como mostramos a continuación, la noción de peronización en sus diferentes usos ha procurado significar esos procesos de expansión del peronismo y sus transformaciones sobre la sociedad, así como también el proceso de adhesión (pasiva o activa) de los sectores populares a los que interpela. De ahí que, volviendo otra vez a la introducción, nos preguntamos: ¿por qué no comprender el acercamiento de las Madres de Plaza de Mayo al peronismo a la luz de su parecido de familia con fenómenos producidos en otras coyunturas políticas?, ¿qué nos aportaría la categoría de peronización –de corte principalmente historiográfico– para pensar la actualidad de las Madres? Antes de avanzar en esa dirección, sin embargo, resulta conveniente rastrear los distintos usos de la noción en cuestión y sus implicancias analíticas también disímiles.

Genealogía de la peronización como categoría historiográfica

En gran medida, como advierte Nicolás Quiroga, la noción de peronización adquiere sus sentidos en los estudios sobre el primer peronismo, y alude principalmente al avance del gobierno de Perón sobre las distintas instituciones políticas, sociales, económicas y culturales con miras a su aggiornamento a los lineamientos ideológicos del peronismo (2014: 70).

En su introducción a Los años peronistas, Juan Carlos Torre, por ejemplo, recurre al uso de esta noción precisamente para explicar cómo a partir de las elecciones generales del año 1951 y del arrollador triunfo de Perón se aceleró la presión unificadora del peronismo iniciada en años anteriores sobre la sociedad y sus instituciones y se redujeron los límites de lo tolerable en el propio andamiaje político-sociocultural peronista. Como señala Torre, tanto “la manipulación de las reglas de la competencia política” como la “atrofia sistemática del pluralismo político y de las libertades públicas” aseguraron el vertiginoso ascenso de la hegemonía política del régimen cristalizado “en un electorado que autorizó al régimen a avanzar en la peronización de las instituciones” (2002: 55). Específicamente, para Torre este avance se tradujo en una retórica de ímpetu fundacionalista orientada a dar origen a la “nueva Argentina” en la que la doctrina peronista se convertía en doctrina nacional, las imágenes de Eva y Perón inundaban los espacios públicos y delegaciones estatales, y el peronismo se consagraba como único movimiento nacional a expensas de “todo vestigio de pluralismo en la vida política” (ibídem: 56). Con ese telón de fondo, desde la perspectiva de Torre, en la “nueva Argentina” no había cabida para el conflicto “y todo debía ser la expresión de la concordia social” (ibídem: 57), y adscribía de manera explícita a la idea de peronización uno de los aspectos que más resuenan en su uso como categoría: la despolitización de la vida social y política.

Como destaca Gabriel Carrizo (2011), es este mismo uso el que se despliega mayormente en los estudios que han abordado la relación del peronismo con el movimiento sindical y la clase trabajadora. Estos abordajes han utilizado esta noción para explicar el proceso de verticalización y burocratización de los sindicatos y del resto de los sectores trabajadores que tuvo lugar una vez disuelto el Partido Laborista y ganadas las elecciones presidenciales en febrero del año 1946.6 En efecto, la disolución del laborismo ordenada por Perón es señalada comúnmente por la historiografía como el antecedente más notorio de la cooptación/subordinación del movimiento sindical durante los años fundacionales del peronismo (Doyon, 2006; Del Campo, 2005; Torre, 2006; Pont, 1984). Además, Carrizo advierte cómo detrás de esta noción subyacen varios presupuestos no siempre explicitados sobre la experiencia peronista que, si por un lado sobredimensionan la figura y el poder de Perón como líder carismático, por el otro caracterizan a un movimiento trabajador gradualmente degradado. De ahí que, en este entramado argumentativo, las heterogeneidades en el interior del movimiento sindical y trabajador quedan oscurecidas o relegadas y, como consecuencia, también su identificación con el peronismo, sus resistencias o desacatos.

Como se desprende de la advertencia de Carrizo, este uso del concepto de peronización trae consigo una fuerte carga normativa para interpretar el vínculo entre Perón y los trabajadores. La peronización del movimiento obrero y de los sindicatos sería el resultado de las ansias de poder, de un estilo de conducción y de la manipulación, así como también de una clase obrera carente de ideología y dispuesta (o en algunos casos coaccionada) a perder su autonomía.7 La noción de peronización así utilizada, en definitiva, adquiere su significado a partir de un juego de significantes que vinculan al peronismo con la despolitización, pérdida de agencia, verticalización de la toma de decisiones, demagogia, manipulación carismática y coerción.

Una de las posibles consecuencias analíticas de esta trama significativa es un enfoque dirigido a iluminar las acciones de Perón y de los peronistas y otorgar poca atención a lo que sucedió en el mundo de por sí heterogéneo de los/las trabajadores/as. De este modo, lo que hacían y decían los y las peronistas in situ fue eventualmente desatendido y, por lo tanto, también los modos en que se reconfiguraron sus identificaciones políticas (Garzón Roge, 2018). En este sentido, el uso de la categoría de peronización opera en sintonía con esta clave explicativa y coadyuva a su funcionamiento analítico, nombrando y simplificando con una mirada de arriba hacia abajo los procesos complejos que se dieron en la base de lo social.

No obstante, este no ha sido el único sentido que se desprende de los usos del término peronización. Cierto es que esta noción también circuló entre historiadores del primer peronismo para comprender los procesos de transformación y cambios sociales generados por el advenimiento del nuevo régimen. Mariano Plotkin (1994), por ejemplo, utilizó este término para echar luz sobre las transformaciones de larga pregnancia impulsadas por los dos primeros gobiernos peronistas en el ámbito de la educación, y se detuvo en la politización de los textos y contenidos escolares. El autor también hace uso de este término para referirse al modo en que el peronismo trastocó los símbolos católicos en su búsqueda de construir una religión cívica. Como señala Nicolás Quiroga (2014), el enfoque de Plotkin, a contramano del sesgo “despolitizador” señalado anteriormente, hace de este término por momentos un sinónimo de politización y lo relaciona con cambios aún más profundos impulsados por el peronismo en la sociedad civil en su conjunto.8 En efecto, la noción de peronización viene a explicar procesos de transformación social impulsados desde el Estado, es decir, desde la esfera política, que impregna otras esferas como el mercado cultural, la vida cotidiana, la organización sindical. Sin embargo, como también se advierte, este uso se recuesta sobre la idea de “consenso pasivo” y de ciertos presupuestos (no siempre explicitados) en torno a la “docilidad” y “adhesión ritualizada” de los sectores interpelados.

A partir de este recorrido sucinto, resulta interesante cómo el uso de este término, si por un lado hace referencia a la despolitización de ciertos procesos y reclamos sectoriales e indica el intento de las élites peronistas de eliminar toda politización de la organización social, por el otro también remite a la politización que el peronismo implicó modificando el “curso natural” de otras esferas de la vida social y provocando transformaciones inéditas. Aun así, podemos advertir que, a pesar de sus diferencias, ambos sentidos no dejan de estar sobredeterminados por ese juego de significantes que, como mencionamos antes, nutren las interpretaciones sobre esta experiencia política (docilidad, falta de autonomía, manipulación, carisma). Es decir, despolitizando o politizando la vida social, el peronismo y su forma de construir y transformar a la comunidad es leído bajo una trama significativa que se despliega de forma regular y que opera como cimiento de nuevas interpretaciones e investigaciones.

Por lo tanto, y como se ha advertido con insistencia de un tiempo a esta parte desde miradas críticas a los abordajes historiográficos más tradicionales del primer peronismo (Acha y Quiroga, 2012, Palacio, 2010), bajo esas lecturas el estudio de los procesos arbitrarios, contingentes y situados de identificación popular que se desplegaron en el tiempo de esa experiencia política quedan ciertamente marginados en los abordajes existentes, y, agregamos nosotros, también fuera del alcance de la idea de peronización. Ha sido recientemente, a partir de trabajos señeros como el de Omar Acha (2004, 2008) sobre la vida asociativa durante el primer peronismo, que la categoría de peronización adquiere otros sentidos en los estudios del peronismo histórico, ahora sí más vinculados a la promoción de nuevas identificaciones populares. Es decir, en este tipo de trabajos más recientes, por peronización se alude al proceso de toma de la palabra irreverente y beligerante “desde abajo” que tuvo lugar ante el advenimiento del peronismo en el terreno de la sociedad civil y política, llevando a los límites el discurso oficial y exhibiendo un nuevo entramado de identificaciones populares con el peronismo.

Ahora bien, en sintonía con estos otros sentidos, el uso de la noción de peronización vuelve a tomar vigor en los estudios sobre el peronismo de los años sesenta y setenta. En particular, cobra vigencia entre las investigaciones que se detienen en el acercamiento del movimiento estudiantil universitario al peronismo y a la clase trabajadora. Como se ha señalado, el uso de esa noción para nombrar tal proceso ya estaba presente en las lecturas de varios intelectuales de ese entonces (Ramírez, 1999; Barletta, 2000; Friedemann, 2021),9 puesto que es precisamente en esos años que el peronismo logró captar importantes apoyos del público universitario, a diferencia de lo sucedido veinte años atrás. Parte de la novedad radica en que el propio movimiento peronista comenzó a interesarse por ampliar su base de apoyo entre los universitarios al incorporar preocupaciones y consignas propias de la tradición peronista en ese ámbito. De ahí que varios de los aportes sobre el período se dirigen a iluminar y explicar esa transformación bajo la llamada peronización de los/las universitarios/as. Como bien advierte Sergio Friedemann (2017, 2021), acotados a una universidad, otros a determinada agrupación estudiantil, a experiencias editoriales e incluso a redes disciplinares y profesionales, estos trabajos muestran que se trató de un fenómeno significativo en distintos ámbitos ligados a lo universitario.

Lo interesante de varios de estos estudios es que bajo la noción de peronización de los universitarios se busca dar cuenta de un proceso complejo que confluye en la marea de la militancia estudiantil de 1973. Pareciera, entonces, que en su uso renovado, esta noción va perdiendo su sello normativo de origen y sus sesgos analíticos.10 Pues a través de esta idea se busca comprender un proceso de apoyo hacia el peronismo que no solo respondió a las acciones directas de Perón en el exilio y del avance de los peronistas sobre el territorio universitario para aumentar su caudal electoral, sino que también resultó de ciertas circunstancias políticas específicas como la continuidad de la identidad peronista entre los sectores obreros, el creciente acercamiento de los sectores medios e intelectuales al movimiento obrero como principales víctimas de las políticas autoritarias luego del golpe de 1955, y la problematización de la cuestión nacional en el campo de las ideas y en la discusión intelectual (Friedemann, 2017).

Por consiguiente, bajo este nuevo énfasis analítico, la noción de peronización no se agota en los sentidos antes otorgados a partir de una mirada desde arriba que la conducen a la encerrona infructuosa de la manipulación, demagogia, docilidad y pérdida de autonomía. En el uso que proponen los estudios sobre los años sesenta y setenta, se trastocan las reglas que orientan ese juego de palabras, y la noción de peronización se vincula a un proceso más abarcador que involucra la reconfiguración de las identidades políticas de amplios sectores de la población y, por lo tanto, cambios en las subjetividades involucradas. Asimismo, desplazada la noción de peronización a otro contexto histórico-político, se desvían y amplían las posibilidades de su citación. Y en este punto, ahora sí, resulta oportuno avanzar en la pregunta de nuestro apartado anterior sobre la productividad (o no) de pensar en las transformaciones identitarias de las agrupaciones en el contexto del nuevo milenio en términos de un nuevo fenómeno de peronización. Cabe aclarar que este ejercicio intelectual que proponemos lejos está de buscar homogeneizar los posicionamientos de las diferentes agrupaciones de familiares. Más bien, interesa echar luz sobre esos trastocamientos identitarios notorios que tuvieron lugar con mayor o menor intensidad en varias de ellas.11

Izquierdización, kirchnerización, ¿peronización?

Desde la reapertura democrática, la movilización y lucha de las agrupaciones de derechos humanos vinculadas a los crímenes de la dictadura han despertado gran interés en el campo de las ciencias sociales y humanas (Jelin, 2014). En efecto, hoy contamos con una vasta producción académica que ha podido rastrear y reconstruir los itinerarios de lucha de las agrupaciones de familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, desde sus orígenes mismos bajo la última dictadura cívico-militar hasta su desarrollo en tiempos más recientes (Basualdo, 2019; Gorini, 2006; Morales, 2015, 2021; Quintana, 2023; Barros, 2012; Bellucci, 2000; Alonso, 2022; Franco, 2018; Catoggio, 2017; De Vecchi Gerli, 2010). De particular interés a lo largo de estos cuarenta años ha sido el despliegue y alcance de las nuevas prácticas de movilización política inauguradas por las agrupaciones en el devenir de la experiencia democrática. Nos referimos aquí a su resistencia inventiva frente a los retrocesos en las demandas por verdad, memoria y justicia durante los gobiernos de Alfonsín y Menem, su protagonismo en las luchas contra los efectos del neoliberalismo en el amplio abanico de movilizaciones populares de la crisis de 2001/2002, así como su influencia en las demandas de los amplios movimientos de mujeres y trans-cuir-feministas. Desde diferentes perspectivas analíticas y líneas de investigación, el alcance del discurso de los derechos humanos y de sus prácticas de lucha en la experiencia democrática, así como también sus insistentes resonancias en el presente, son motivo de constante análisis y reflexión (Barros y Quintana, 2020; Barros y Martínez, 2019; Morales y Quintana, 2022).

Sin embargo, el derrotero de los posicionamientos políticos de las agrupaciones no ha despertado el mismo nivel de interés y análisis, y cuando lo ha hecho, muchos de estos abordajes no parecen distanciarse o problematizar ciertas lecturas con alta carga normativa circulantes en ámbitos políticos y sociales que advierten –implícita o explícitamente– sobre el alejamiento inapropiado de las agrupaciones de sus objetivos originales. De este modo, a lo largo de su confrontación con los dos primeros gobiernos de la democracia, la posición de las agrupaciones se identifica en general con un “giro a la izquierda” a través del cual se alude al desvío de su destino como movimiento humanitario y se cifra un posicionamiento “antidemocrático”, “desestabilizador”, “anticonstitucional” y “ultraizquierdista” adoptado progresivamente por las Madres luego de la transición democrática (Leis, 1989; Brocato, 1990; D’Alesandro, 1998). Por otra parte, y como ya señalamos en la introducción, la posterior posición de las agrupaciones de derechos humanos en relación con los gobiernos kirchneristas no corrió una suerte muy distinta. Más allá del reconocimiento de los avances institucionales inéditos en las reivindicaciones por memoria, verdad y justicia, su participación e involucramiento en los gobiernos liderados por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner son generalmente abordados bajo la idea de la cooptación política aludiendo a los intereses mezquinos y manipulatorios del poder de turno y, a la vez, a la claudicación de las agrupaciones (Barros y Morales, 2016). De manera lúcida e incisiva, ante las acusaciones constantes a la figura de Hebe de Bonafini durante los gobiernos kirchneristas, Horacio González (2013) describió de manera ejemplar cómo “el caso de Hebe es una teoría general de la cooptación que permite interpretar toda la política de la época”.

De este modo, tanto en las lecturas que señalan el “giro a la izquierda” de las agrupaciones como las que enfatizan la “manipulación y cooptación” a la que fueron sometidas, predominan claves interpretativas que advierten sobre su politización y exhiben a su paso cierta perspectiva esencialista que desestima las reconfiguraciones identitarias que resultan de las relaciones que los grupos de familiares entablan con las izquierdas primero y con el peronismo después, a través de su acercamiento al gobierno de los Kirchner.

Más recientemente, y a raíz de los debates y posiciones críticas surgidas en torno a la cercanía entre las Madres y el kirchnerismo, han aparecido nuevos enfoques que ofrecen una lectura alternativa a las centradas en el “giro a la izquierda” y a la “cooptación” y promueven nuevos modos de acercamiento al derrotero político de las agrupaciones (Andriotti Romanin, 2012, 2015). Ejemplo de ello es un texto reciente de Vera Carnovale, quien, aludiendo a las innumerables impugnaciones del movimiento de derechos humanos en la actualidad, propone problematizar la crítica de la cooptación surgida durante los años ochenta al calor del acercamiento de las agrupaciones a los sectores de izquierda, por medio del ejercicio de rastrear y traer a la luz los vínculos constitutivos entre los derechos humanos y la izquierda en la Argentina. Pues, como argumenta, “ha sido precisamente la izquierda la que, a lo largo del siglo, ha promovido y constituido diversas asociaciones y organizaciones dedicadas exclusivamente a la defensa de los derechos humanos” (2020). Y, por lo tanto, para la autora el movimiento de derechos humanos en la Argentina, “lejos de haber sido ‘cooptado’ por la izquierda de los setenta, se nutrió de ella y no puede sino llevar su impronta” (ídem).

Es interesante y oportuno cómo la autora trae al centro de la escena la importancia de un abordaje atento a las marcas identitarias de las agrupaciones para comprender su devenir en democracia. Sin embargo, resulta también llamativo cómo en su respuesta a las críticas de la cooptación, Carnovale acota su foco a los vínculos con las fuerzas de izquierda y pasa por alto las figuras políticas que son precisamente los blancos de los ataques, y a las que se les adjudica la responsabilidad de la aparente cooptación. Esas figuras remiten indefectiblemente al peronismo y a su incidencia sobre la trayectoria de las agrupaciones. Precisamente, el acercamiento al peronismo de las agrupaciones que reaviva las voces de impugnación y provocan, en primera instancia, el intento de respuesta de la autora, es marginado, o más bien borrado, de su ejercicio genealógico.

Por cierto, podríamos establecer algunas conjeturas respecto de este borramiento/silencio, puesto que no solo se da en esta intervención en particular, sino más bien en general en los abordajes intelectuales sobre las agrupaciones desde los distintos campos disciplinares. Por un lado, sospechamos que la continuidad de ciertas claves de lectura en ámbitos académicos en torno al peronismo y su estilo de conducción autoritaria no ha favorecido la problematización de este vínculo. De por sí, el acercamiento de las Madres (y del resto de las agrupaciones de familiares) al Estado ha generado recelos, más aún tratándose de un Estado con administración peronista, puesto que este posicionamiento vuelve a poner en primer plano la tematización de los peligros de la pérdida de autonomía de las organizaciones vis a vis el avance de un Estado con aparente sesgo verticalista y autoritario. Esto no resulta extraño en un contexto donde han tomado nuevo impulso (en ámbitos políticos y académicos) los sentidos que vinculan al peronismo como movimiento político y gobierno con la corrupción política, con formas populistas de gestión, con ataques a las instituciones republicanas y a las libertades civiles y con la decadencia argentina de los últimos setenta años. La consecuencia de esto, como ya ha pasado en otros momentos históricos, es un acallamiento de las palabras de las propias protagonistas en detrimento de una sobrevaloración de las intenciones de los líderes políticos y de sus políticas públicas orientadas al avance de ciertas reivindicaciones, pero también, y fundamentalmente, a la despolitización y a la degradación de la autonomía de las organizaciones sociales.

Por otro lado, ante las críticas del dominio público de “excesiva politización” de las organizaciones históricas tanto a raíz de su izquierdización durante los años ochenta y noventa como de su kirchnerización en el nuevo milenio (Romero, 2006), pareciera haber ciertos reparos en el campo de los estudios de los derechos humanos a la hora de abordar los posicionamientos políticos de las agrupaciones.12 Es decir, la circulación de las miradas críticas por parte de distintos actores políticos y/o figuras referentes del campo político-cultural argentino sobre el accionar de las Madres y Abuelas opera como una suerte de disuasión a la hora de tematizar las reconfiguraciones identitarias y sus implicancias políticas. Es decir, con ánimos de limitar y contrarrestar los cuestionamientos al estatuto moral de las agrupaciones y su consagración como centiles del devenir democrático, podría considerarse muy poco oportuno plegarse y ahondar en las lecturas de la politización. Sin embargo, como consecuencia de este silencio y vacío investigativo, la “politización” de las agrupaciones ha quedado mayormente impregnada de connotaciones normativas condenatorias, puesto que se la vincula con una desmesura inapropiada y con el desvío de sus objetivos primigenios de lucha, y se silencia así, una vez más, su agencia política siempre inconclusa y fundamentalmente relacional.

Precisamente, entonces, atendiendo a este señalamiento conjetural, nuestro intento de intervención en este mettier a partir de la categoría de peronización se orienta a comenzar a abordar este vacío atendiendo a las voces de las Madres y a sus vivencias con miras a comprender los procesos de sobredeterminación que se desplegaron sobre el campo de relaciones sociales y políticas de la Argentina del nuevo milenio, ante el advenimiento de un discurso político de impronta peronista que hizo de la cuestión de los derechos humanos una de sus principales banderas políticas.

El uso de esta categoría permite converger dos operaciones analíticas que pueden resultar productivas para comprender el complejo entramado de articulaciones políticas y sus implicancias en cuanto a las identidades colectivas vigentes y a sus reconfiguraciones. Por una parte, una vez que es posible retomar la senda de los estudios que debilitan sus sesgos normativos de origen y que la desplazan hacia el terreno de las identidades populares promovidas por el peronismo, la peronización puede resultar una vía analítica pertinente para entender procesos contemporáneos de acercamiento al peronismo como el de las Madres, lo que permite su inserción en “una serie” extendida de otros procesos similares que se han dado también en el presente o en otras experiencias políticas pasadas. Por medio de esta vía, entonces, se abren las posibilidades de poner en relación y comparar distintos procesos de acercamiento y, de este modo, identificar continuidades y rupturas, aspectos comunes y singulares entre esas experiencias políticas. En ese sentido permite abordar en perspectiva relacional las implicancias que trae aparejado para una identidad particular establecer vínculos y solidaridad política con el discurso peronista en momentos específicos, poniendo de relieve las valencias de las resignificaciones identitarias como efectos de su inscripción en luchas y tradiciones políticas situadas que se prolongan en el tiempo.

Por otro lado, y en estrecha relación con lo anterior, si es posible concebir la peronización como medio para nombrar y significar procesos políticos contemporáneos, y como una vía de entrada a los procesos de identificación política, es posible también cifrar a partir de su uso distintas modalidades de identificación popular con el peronismo que resultan en parte de las lógicas de articulación política cambiantes que estructuran dicho discurso político. En efecto, la reconfiguración de la identidad de las Madres tomó un carácter muy distinto al que se produjo con su acercamiento a los sectores de izquierda durante los años ochenta y noventa.13 Pero también, probablemente, ha sido muy distinta a las que se generaron a raíz del acercamiento de las organizaciones estudiantiles al peronismo en la década del setenta. De este modo, esta vía de análisis puede conducirnos al estudio de los distintos procesos de sobredeterminación que se suscitaron en el devenir del peronismo, auspiciando una indagación sobre los modos de identificación que se forjaron bajo esos procesos y sus implicancias en las subjetividades involucradas. Dicho en otras palabras, no toda identificación con el peronismo siguió los mismos caminos y tuvo los mismos efectos sobre las organizaciones y los sectores interpelados, y esto se vincula no solo con las circunstancias sociales y políticas particulares de cada momento, sino también con los distintos ordenamientos del propio discurso peronista. El peronismo, como discurso y movimiento político, no opera ni interpela siempre de la misma manera; esto dependerá de la lógica de articulación que prevalezca en sus distintas modulaciones históricas.14 Hemos visto cómo, en coyunturas específicas, el peronismo ha promovido la emergencia de identificaciones populares que articulan de modos inesperados la palabra oficial y habilitan nuevos espacios de agenciamiento político que, si bien no abandonan gestos de adhesión, también suelen desafiar los lineamientos de la propia conducción política.15 Pero, también, hemos presenciado otras coyunturas, en las que los modos de identificación política responden a una lógica de articulación diferencial y administrativa que al canalizar reclamos obstruyen y acotan los espacios de agenciamiento.16

Si abordamos al caso de las Madres a través de la figura de la peronización y de las operaciones analíticas que habilita podemos comenzar a comprender cómo en el encuentro con el kirchnerismo y su lucha contra la impunidad se producen desplazamientos subjetivos inéditos que las ubican en un lugar muy distinto al que habían sostenido hasta entrado el nuevo siglo y les imprimen nuevas marcas a su configuración identitaria. Este nuevo posicionamiento subjetivo se manifiesta con nitidez en el decir de Hebe de Bonafini, cuando se presenta como parte dañada por un pasado y un presente de injusticia social, política y económica, pero que en ese mismo decir se arroga la facultad de imprecar y aleccionar a los funcionarios de turno sobre lo que hay que hacer, pero ya no en nombre de las madres dañadas por la desaparición de sus hijos, sino en nombre del pueblo todo y desde el reconocimiento moral que ese pueblo trabajador y peronista le confiere. Vale la pena citar en extenso un fragmento de uno de sus discursos:

Ayer el presidente y el ministro hicieron un acuerdo con el Fondo. El presidente dijo que va a honrar la deuda. Sr. presidente, sabe usted que la va a honrar con una gran deshonra, que la va a honrar con el hambre de los hambrientos, con el trabajo de los trabajadores que van a ganar cada vez menos porque esas son las exigencias. ¿A qué le llama honrar usted Sr. presidente? ¿A ponerse de rodillas con el Fondo? No se acostumbre a mentir Sr. presidente porque si no va a parecerse mucho a alguien que conocemos ya. Usted prometió otra cosa, y el ministro Guzmán también prometió otra cosa. No nos mientan. Somos ignorantes, pobres, trabajadores y trabajadoras, pero algo sabemos porque lo sufrimos en carne propia, porque sabemos lo que está pasando la gente. No hay precios cuidados, no hay aumentos de sueldos. Por más que hagan estadísticas, las estadísticas no nos sirven porque nosotros estamos mirando siempre el estómago de los que no comen, la vivienda de los que no tienen vivienda, el agua de los que no tienen agua y la falta de trabajo de los que no trabajan, y de los que trabajan y no ganan por este acuerdo miserable que hicieron con el Fondo. Me avergüenzo Sr. presidente de ese acuerdo que no es nada honroso, es la deshonra del país (Hebe de Bonafini, “Marcha Jueves en la Plaza”, 25/3/2021).

Esos cambios en su decir y acontecer resultan cruciales a la hora de comprender la actualidad de las Madres y es en esa dirección que el uso de la noción de peronización puede resultar productiva e inspiradora para futuras investigaciones.

Coda

Para finalizar, en esta presentación planteamos que comenzar a abordar las implicancias del proceso de acercamiento de las Madres al peronismo bajo la figura de la peronización puede resultar productivo para comprender el posicionamiento político de los organismos en la escena política actual, las posibilidades de alianzas y solidaridades que generan, su relación con el Estado y con el resto de los actores sociales y, en definitiva, las implicancias que este acercamiento promovió en la constitución identitaria de la AMPM y las MPMLF. También nos habilita a entender cómo estos activismos intervienen activamente en las discusiones inagotables sobre qué es el peronismo. Porque no se trata solo de pensar cómo el peronismo afecta a las Madres, sino también cómo estos activismos generan resonancias que alcanzan al propio peronismo como movimiento y como forma de ejercer el poder político. Al respecto, la AMPM disputa desde adentro la fijación de sentidos.

Ahora bien, abordar el proceso de identificación del movimiento de derechos humanos con el peronismo abre varios otros interrogantes: ¿cómo ha afectado el proceso de identificación con el peronismo de los organismos históricos la vinculación con otras organizaciones de derechos humanos?, ¿qué sucede en el interior del amplio movimiento de derechos humanos?, ¿cómo afecta a las agrupaciones reconocerse como seguidores de una líder como Cristina Fernández de Kirchner?, y, más aún, ¿cómo ha afectado a la retórica misma de los derechos humanos la peronización del movimiento? Si bien responder estas preguntas excede los objetivos de este escrito, resultan posibles puntos de partida para abordar los procesos de agenciamientos y politización que tienen lugar en las Madres desde los inicios del nuevo milenio y habilitan una senda de indagación que atienda a dimensiones escasamente estudiadas hasta el momento y problematice lecturas existentes que atribuyen características inherentes a la lucha por memoria, verdad y justicia y a las identidades de las organizaciones que las llevan adelante.

Con lo cual, identificar, nombrar y polemizar a través de la noción de peronización el proceso de reconfiguración identitaria de las Madres busca comenzar a visibilizar un cambio de aspecto. Sin ánimos condenatorios ni laudatorios sobre este fenómeno, nos interesa comprender las implicancias de dicho proceso. Como mostramos, se ha producido un cambio en la gramática del habla de las Madres que afecta su hacer, su aparecer y su decir. Si no queremos volver a reproducir viejas tesis de la cooptación y manipulación que disminuyen o invisibilizan la agencia de aquellos aparentemente subordinados, es tiempo para la academia de escuchar sus palabras y visibilizar su acción política bajo las nuevas circunstancias de su acercamiento al peronismo.

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1 M. Barros: Universidad Nacional de Río Negro, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. Contacto: mercedesbarros@gmail.com.

V. Morales: Centro de Conocimiento, Formación e Investigación en Estudios Sociales (CConFInES-CONICET-UNVM), Argentina. Contacto: mvirginiamorales22@gmail.com.

2 La figura de Azucena Villaflor cobró relevancia en el aniversario de los 45 años de la primera ronda en la Plaza de Mayo. Mientras que desde el ámbito estatal se vuelve sobre su figura a partir del restablecimiento de la entrega de los premios que llevan su nombre, agrupaciones feministas proponen la creación de uno de los “billetes feministas” con su cara. Por su parte, medios de comunicación recuperan a Azucena como una incansable luchadora destacando su “activismo social” previo, su capacidad “natural” para el liderazgo y la organización, y en algunos casos se refieren a una vinculación con el peronismo heredada de su familia y esposo sindicalista. Del mismo modo, su biografía resalta que su adhesión al peronismo no implicó la participación en organizaciones ni actividades de militancia (Arrozagaray, 2014).

3 En una senda similar, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo mostró su apoyo a la expresidenta Cristina Fernández durante el acto realizado por el Día de la Militancia y aseguró: “Para mí es como una hija. Como platenses hemos caminado por las diagonales y para mí es verla a Laura en ella” (Estela de Carlotto en LAPLATA1.COM, 17/11/2022). Refiriéndose también al encuentro con Néstor Kirchner y Cristina Fernández, las integrantes de la Asociación Madres de Plaza de Mayo convocadas por la editorial del Congreso de la Nación rememoran que “de llamar a ‘no votar’, pasamos a definirnos como ‘una organización política’ –no un organismo de derechos humanos– con una identidad clara: el kirchnerismo […]. Pasaron los años y la proscripción política a Cristina por decisión judicial sugiere nuevos retos y desafíos al segmento popular. Las Madres consideramos que no se puede escindir la memoria de lo que pasó en la dictadura de la lucha por una democracia verdadera, como querían nuestros hijos. La contradicción principal a ese objetivo pasa entonces, hoy más que nunca, por defender a Cristina” (AMPM, 2023: 30-31).

4 La “Misión Sueños Compartidos” inicia en el año 2006 como un “Plan piloto de capacitación en construcción de viviendas” llevado adelante por la Asociación en barrios populares de la provincia de Buenos Aires. El proyecto incorpora al trabajo formal a los hombres y mujeres del barrio en donde se ejecuta y brinda las capacitaciones necesarias para la realización de la obra. En poco tiempo se extiende a todo el país e involucra la realización de centenares de viviendas para familias carenciadas junto con espacios verdes y centros de salud y de contención para mujeres víctimas de violencia de género. Para ello, contaron con el financiamiento del Plan Federal a través de la Subsecretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda del Ministerio de Planificación Federal de la Nación.

5 Durante el conflicto entre el gobierno de Cristina Fernández y el campo en 2008, la AMPM lanzó una campaña para defender la democracia y la redistribución de riqueza reeditando la consigna “Ni un paso atrás”. En este marco, Bonafini subrayó que “tras el lockout del agro está la amenaza de un golpe de Estado: no será un golpe de carapintadas, no será un golpe con militares, pero es la misma oligarquía, son los mismos de siempre, los que nos dieron los golpes y empiezan por esta parte” (“Los pañuelos de las Madres”, Página/12, 20/6/2008).

6 Aunque también esta idea convive con el uso de la noción de peronización para caracterizar la tendencia hacia la estatización del movimiento obrero desde el comienzo del régimen. Ver Piliponsky (2021).

7 Un ejemplo de este uso de la noción se encuentra en el trabajo recién citado: “Para denominar todo este período, el cual marcó una fuerte tendencia hacia la estatización del movimiento obrero tucumano y su identificación –casi exclusiva– con el gobierno y su partido, limitando al mínimo la independencia política y las disidencias internas, se propone el término peronización” (Piliponsky, 2021: 15).

8 Flavia Fiorucci también utiliza la categoría de peronización para nombrar el proceso de avance del gobierno sobre los contenidos educativos luego de 1952, adhiriendo de cierto modo a su vinculación con la idea de despolitización. Sin embargo, la autora se detiene en las respuestas no siempre homogéneas que ese proceso provocó en la comunidad educativa y muestra cómo, a contramano de cierta idea de acompañamiento pasivo de la comunidad escolar, el peronismo “abrió conflictos nuevos y obligó a autoridades y maestros a definir y a redefinir sus identidades” (2010: 13).

9 Como muestra Sergio Friedemann, la peronización se trató de un fenómeno que los propios protagonistas observaron en su situación particular. Por eso la importancia de dar cuenta de ese proceso sin perder de vista la perspectiva de los actores que observaron dicho proceso mientras intentaron fortalecerlo (2021: 54).

10 También se puede sugerir en este punto que, al tratarse de sectores estudiantiles y universitarios, ciertos presupuestos (y prejuicios) sobre el comportamiento de los sectores interpelados se licúan y pierden peso explicativo.

11 Al respecto, consideramos que no todas las integrantes de Madres, Abuelas y Familiares están atravesadas por los mismos efectos identitarios. No obstante, merece ser advertido cómo el acercamiento al peronismo se pone de manifiesto a nivel organizacional de las agrupaciones en ocasiones en las que se condensan sentidos estructurantes de la lucha del movimiento de derechos humanos, como el aniversario de la creación de las Madres cada 30 de abril y los 24 de marzo. En esta última fecha, durante el año 2022, Taty Almeida –integrante de MPMLF– inició la lectura del documento consensuado por los organismos diciendo que “a Néstor no lo enterramos, a Néstor lo sembramos”, y finalizó con la expresión “30.000 detenidos desaparecidos, presentes. Y demostremos que el pueblo unido jamás será vencido”, en un escenario en el que los dedos en “V” sobrepasaban en cantidad a los puños alzados.

12 En todo caso, cuando el proceso de acercamiento al peronismo es atendido, es generalmente calificado como acotado, es decir, circunscripto a cierto momento y a ciertos referentes de las organizaciones o del gobierno. No obstante, y a pesar de una extensa tematización en el campo político y mediático de este acercamiento en los últimos años, principalmente durante el gobierno de Macri y su campaña por la deskirchnerizacion de los derechos humanos, la academia no problematiza la así aparente kirchnerización, ni para contrarrestar ni para ahondar en sus implicancias en lo relativo a las configuraciones políticas.

13 Producto del descontento y rechazo hacia el tratamiento que ofrecieron los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menen hacia los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado, las MPM reafirmaron su lucha contra la impunidad, lo que dio inicio a una nueva etapa de resistencia y confrontación con los órdenes políticos de las dos primeras décadas de democracia. En este marco, establecen nuevas alianzas y solidaridades con el amplio campo de protestas populares y organizaciones de izquierda y se nutren del lenguaje político imperante entre estos sectores. De allí que los desplazamientos y reconfiguraciones en la identidad de las Madres en aquel entonces puedan ser indagados a la luz de las implicancias que estas alianzas promovieron en sus activismos. Como adelantamos en el primer apartado, ello se verá trastocado producto de su acercamiento al peronismo en el nuevo siglo. En este sentido, recuperar el potencial analítico de la categoría de peronización apunta precisamente a habilitar una línea de estudio que posibilite indagar en las especificidades de los diferentes procesos de resignificaciones identitarias al reparar tanto en las reconfiguraciones en el “modo de ser” de los activismos, como también en las diferentes valías que resultan de los procesos de articulación e identificaciones políticas con unas u otras tradiciones políticas, y también con una misma tradición en diferentes coyunturas. Para profundizar en el denominado “giro a la izquierda” de las Madres desde análisis críticos a las miradas peyorativas recuperadas en párrafos precedentes, ver Borland (2006) y Morales (2017).

14 Recuperamos el concepto de “articulación” de los desarrollos teóricos de Ernesto Laclau. Para este autor, las lógicas de articulación son centrales para comprender el ordenamiento de todo discurso político (2005).

15 Al respecto, ver Barros et al. (2016).

16 Para profundizar sobre los vínculos entre identificaciones populares y articulaciones populistas, ver Barros (2013).

Sobre los usos de la categoría “peronización” en el estudio de las identificaciones populares

Mercedes Barros y Virginia Morales