Teodoro, F. (2024). La revista Criterio y las derechas argentinas. Una lectura católica sobre la realidad política nacional (1955 1962). Los Polvorines/La Plata/Posadas: UNGS/UNLP/UNM.
José Zanca
ISHIR/CONICET. Correo-e: zanca@ishir-conicet.gov.ar
Criterio fue, sin duda, la gran tribuna del pensamiento católico del siglo XX. Creada en 1928 por un grupo de jóvenes católicos con aspiraciones intelectuales, atravesó las diferentes fases y transformaciones que vivió la iglesia, pero en especial el laicado, a lo largo de la centuria pasada. Francisco Teodoro nos ofrece en esta versión revisada de su tesis de maestría en Ciencias Sociales, defendida en la Universidad Nacional de General Sarmiento en 2021 y publicada como libro, el análisis de un segmento de esa historia. Un momento clave, sin duda, tanto para la Argentina como para la propia revista: los años que van desde el derrocamiento del segundo gobierno de Juan Perón –precipitado, entre otros motivos, por su enfrentamiento con la Iglesia Católica– y la caída del gobierno de Arturo Frondizi en 1962. Clave, para la historia eclesiástica, dado que en diciembre de ese año se inició el Concilio Vaticano II (1962-1965) en Roma. Y clave también para Criterio, debido a que en 1957 falleció quien fuera su director y capitán durante veinticinco años, el sacerdote Gustavo Franceschi. En ese momento la revista se renovó con el paso al frente que dieron algunos jóvenes que, si bien ya integraban el círculo de sus colaboradores, como Carlos Floria, a partir de esa fecha se hicieron cargo de la línea editorial, junto al nuevo director, el padre Jorge Mejía. El libro de Teodoro propone una lectura de los posicionamientos políticos de Criterio, en especial, su relación con los discursos de derecha, a la que define en términos programáticos como una corriente que acepta la desigualdad como un “fenómeno natural”, se opone al cambio (reformista o revolucionario), y esgrime una antropología pesimista y una mirada elitista de la sociedad. Finalmente, y más allá de lo político, el libro se propone identificar el sitio que ocupó la publicación en el interior del universo católico argentino en los años inmediatos al Concilio Vaticano II.
Criterio es una de las fuentes más visitadas por la historiografía sobre la iglesia y el catolicismo del siglo XX y por la historia de los intelectuales que se ha asomado al mundo católico. También ha sido objeto de estudios específicos. Enumerar las decenas de artículos que se han dedicado a distintos tópicos tocados por Criterio excederían los parámetros de esta reseña, lo cual vuelve más audaz y valorable el trabajo de Teodoro, que ha encontrado en los entresijos de esos años elementos relevantes para volver sobre el vínculo entre la revista y la política.
El libro se ha dividido en tres capítulos, a los que se les suman la introducción y las conclusiones. Luego de presentar el tema, un exhaustivo estado del arte, el problema y las hipótesis del libro, el primer capítulo se aboca al período de 1955 a 1957, la crisis con el peronismo y la “Revolución Libertadora”. Allí el autor muestra cómo la revista se alineó con el antiperonismo y fue crítica de los sectores del “integrismo” católico, acercándose a las posturas liberales al caracterizar al peronismo como un “fascismo”. Teodoro percibe también puntos de coincidencia con la derecha nacionalista, al explicar el ascenso de Perón con el viejo tópico del “divorcio entre las elites y las masas”. El segundo capítulo está dedicado a las posiciones de la revista entre 1957, año de la Convención Constituyente y 1959, primer año del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962). El autor analiza la propuesta de reformulación del sistema político por la que abogaba Criterio, induciendo a las elites políticas a recuperar su papel pedagógico, orientando el debate público hacia un diálogo de ideas, despojado de partidismo. De la misma manera, la revista tomó distancia de la estrategia de desperonización del gobierno de Pedro Aramburu (1955-1958) y reclamó la inmediata atención a la crítica situación social, verdadero caldo de cultivo, según leía la revista, de la construcción del “mito del peronismo”. En ese caso, Criterio coincidiría con los sectores de la derecha nacionalista, quienes también criticaban el “revanchismo” de los libertadores. Frente al gobierno de Frondizi, la revista apoyó su plan modernizador y desarrollista, lo cual la acercó a la derecha liberal. El tercero y último capítulo se aboca a lo que Teodoro entiende es el acompañamiento de Criterio al tránsito de las derechas argentinas desde una preocupación por el peronismo a una postura francamente anticomunista. El análisis se inicia con el conflicto por la ley que habilitaba el funcionamiento de universidades privadas (la “laica o libre”) de 1958, en las que Criterio identificó a los defensores del laicismo como izquierdistas; hasta la caída de Frondizi, pasando por el desarrollo de una matriz paranoico-conspirativa luego del vuelco de la revolución cubana y su acercamiento a la Unión Soviética. Respecto de la intervención de la Fuerzas Armadas, la actitud de la revista fue ambigua: la justificó en tanto las elites políticas habían demostrado su incapacidad, pero la cuestionó en tanto la excesiva autonomía militar ponía en riesgo la legalidad democrática. Según Teodoro, el temor a un trasvasamiento de las masas a las filas del comunismo –producto de su estrategia de infiltración y no de su limitada ascendencia sobre la clase obrera– llevó a que la revista reclamara que el sistema político reincorporara a los sectores moderados del peronismo (un mal menor) para detener lo que, en ese momento, podía ser un “mal mayor”. Siguiendo a Martín Vicente, señala que a partir de ese momento el anticomunismo se convirtió en el tópico articulador de las derechas argentinas. En las conclusiones Teodoro reafirma, por un lado, el firme compromiso de Criterio con la renovación del catolicismo que se institucionalizaría con el Concilio Vaticano II. Al mismo tiempo, subraya el carácter pendular de la revista en el debate político, de acercamiento y de distanciamiento de los discursos de la derecha nacionalista y de la derecha liberal en esos años.
El libro de Teodoro representa una exploración profunda y sistemática por los principales tópicos de la política argentina entre 1955 y 1962. Su factura muestra la capacidad del autor como investigador, que ha realizado un relevamiento minucioso de la revista, al registrar no solo los grandes problemas, sino también los cambios de tono, los matices, las medias palabras que revelan sentidos diversos. Ha postulado, desde el principio, que consideraba que Criterio fue en este período un actor “relativamente homogéneo” y, si bien tal definición puede ser discutible, logra a través de los distintos capítulos del libro defender su postura con argumentos y ejemplos sólidos, sin dejar de mostrar, en los casos en los que se sucedieron, la aparición de voces divergentes dentro del mismo staff de la publicación.
El libro nos introduce –en forma indirecta– en dos debates, uno metodológico y otro –más transitado, pero no por ello menos relevante– sobre el uso de la categoría “derecha”. Respecto del primero, a lo largo del libro Teodoro encuentra alternativamente afinidades entre el discurso de Criterio en distintas coyunturas y temas, y las opciones discursivas de las derechas argentinas. De tal manera y como señalábamos anteriormente, en algunas ocasiones ciertos editoriales y notas de colaboradores acercaban el discurso del quincenario a la “derecha nacionalista” y, en otros casos, a la “derecha liberal”. El problema es que ciertos tópicos –como el cuestionamiento a la “vieja política” o la disyunción entre elites y masas– no son per se, argumentos que solo utilizaban las derechas. Es, en el fondo, el problema de toda definición sustantiva: recorta un universo que no necesariamente es exclusivo de la categoría que se intenta atrapar. El segundo debate –en buena medida derivado del anterior– aparece con la caracterización de Criterio como una revista de derecha. De tal manera, en las conclusiones Teodoro afirma que Criterio fue “una expresión de las derechas argentinas”, aunque fue “diferente a la de otras expresiones […] con las que compartió posiciones y argumentos” (p. 208). Teniendo en cuenta el matiz introducido, cabe preguntarse hasta qué punto la taxonomía que permitiría identificar a Criterio con posturas derechistas no sería la misma que podríamos encontrar, en esos mismos años, en otros andariveles de la cultura argentina. Excepto que el concepto de derecha abarque un espacio tan amplio –debido a esos rasgos tomados en forma aislada o en conjunto– que prácticamente anularían la posibilidad de existencia de un centro o una izquierda. Sin duda, el anticomunismo de Criterio alineó su discurso con el de nacionalistas y liberales de derecha. Pero caben al menos dos preguntas más para los años en los que –y a partir del efecto de la Revolución cubana– el fantasma comunista empezó a recorrer las afiebradas paranoias de distintos segmentos de las sociedades latinoamericanas. La primera es si no era posible un discurso que combinara anticomunismo y progresismo. Un progresismo anticomunista parece un oxímoron que no necesita ser explorado. Sin embargo, si volvemos nuestra mirada sobre el mismo campo católico, el éxito de las agrupaciones humanistas universitarias en las elecciones de 1962 estuvo íntimamente vinculado a un pasado de resistencia al peronismo –y por ende a la defensa de la autonomía universitaria y su modernización– y un discurso rabiosamente anticomunista. La segunda pregunta es por la autopercepción de Criterio y por la percepción que otros sectores del catolicismo argentino –tanto la jerarquía como los grupos tradicionalistas, caracterizados como “integristas” en el libro– tenían del viraje de la publicación en estos años. Respecto de la autopercepción de los editorialistas de Criterio, está claro que ya desde los tiempos de Franceschi la revista intentó navegar por el centro de las distintas familias en las que se había dividido el catolicismo argentino durante la Segunda Guerra Mundial, alineándose a partir de la segunda posguerra con el humanismo cristiano europeo encabezado por las figuras de Jacques Maritain, Emmanuel Mounier y Louis-Joseph Lebret. Esa autopercepción centrista de Criterio se agudizó luego del golpe de Estado de 1955 y –si bien sale de los marcos cronológicos del libro de Teodoro– se haría cada vez más aguda a lo largo de las décadas de 1960 y 1970, cuando en el propio catolicismo surgirían distintas expresiones de izquierda –junto a los grupos de derecha nacionalista, atónitos frente a su avance–, y la revista que conducía Mejía sintiera la necesidad de mantenerse “alejada de los extremos”. Resulta significativo que el Primer Congreso Mariano Interamericano, llevado adelante en Buenos Aires en noviembre de 1960 y cuyo tema principal era “El marxismo como antítesis del concepto cristiano de Dios, del hombre y de la comunidad”, no hubiera convocado a los hombres o mujeres de Criterio. Al menos de la Criterio de los años cincuenta. Allí estaba su fundador, Atilio Dell’Oro Maini, muchos maritainianos de la primera hora –como Manuel Ordóñez y Ambrosio Romero Carranza– e incluso algunas figuras que luego participarían en los círculos del liberacionismo en los años de 1960 y 1970 como Alberto Sily y Eduardo Pironio (Iglesia Católica Apostólica Romana, 1960). El carácter partisano del evento no dejaba mucho lugar para posturas como las de Criterio que, ya en ese momento, eran juzgadas como demasiado moderadas.
Si la exploración de una fuente tan visitada puede generar nuevas preguntas y debates, es por su calidad para sacar a la luz aquello que había sido pasado por alto o subestimado. Sin duda la presente obra significa un claro aporte a la historia intelectual del catolicismo argentino y sus vínculos con la política.
Teodoro, F. (2024). La revista Criterio y las derechas argentinas
José Zanca